Elendnas abrió los ojos y maldijo para sí.
–Otra vez he soñado con ella. ¿Por qué ha de ser así? ¿Por qué no puedo dejar de sufrir?– protestó medio dormido.
Pero, de pronto, el sonido de una relajada respiración se oyó a su lado. Fue entonces consciente de la calidez de un cuerpo apretado contra el suyo. De un segundo corazón que latía. De un brazo que se apoyaba sobre él.
–Entonces, ¿esta vez no ha sido un sueño?– se sorprendió.
Aún tardó unos instantes en despejarse, sin dejar de mirar ni un momento el rostro plácidamente dormido de la elfa, como hipnotizado. En aceptar la realidad, agradecido por una vez de ello.
–Es tan hermosa– se dijo, acariciando con extrema suavidad el cabello de la elfa, temiendo despertarla.
Los recuerdos del día anterior, de aquella noche, volvieron a él, haciendo que su rostro claro tomara un fuerte color rojo. Nunca antes había estado con una mujer. Y ni siquiera había podido tocar a la mujer que amaba en el pasado. Aún le costaba creerse que Goldmi estuviera allí, durmiendo junto a él, correspondiendo sus sentimientos.
Aún se sentía inseguro. Aún se preguntaba si se quedaría con él. Pero su corazón se calmaba al mirar el rostro tranquilo de su amada. Y luego palpitaba al adivinar el cuerpo desnudo que las sábanas dejaban entrever.
–Parece tan indefensa, cuando en realidad...– se dijo para sí, recordando cuando se encontraron por primera vez.
Elendnas estaba en el bosque, entrenando. Era un genio, habiendo llegado a nivel 70 siendo muy joven. Se sentía invencible, capaz de comerse el mundo. Por desgracia, había llamado la atención de quien no debía.
Sin darle tiempo a reaccionar, dos sombras se abalanzaron sobre él. Siendo de un poder muy superior al suyo, consiguieron reducirlo y hacerle perder el conocimiento.
Cuando volvió a abrir los ojos, estaba sentado en una silla, atado y semiencadenado. Veía borroso y estaba aturdido, así que le costó despejarse lo suficiente para percatarse de su situación.
Se movió entonces violentamente, intentando romper las cadenas, pero éstas eran sólidas, y el asiento no se movía, al estar clavado al suelo.
–Es bueno que seas tan enérgico– dijo una voz femenina tras de él.
–¿¡Quién eres!? ¿¡Qué quieres!? ¡Suéltame!– exigió, enojado.
–No importa quién soy. Te quiero a ti– sentenció ella.
Oyó pasos que se acercaban. Notó la respiración en su nuca. Como ella soplaba en su oreja. Luego unos suaves labios que besaban su cuello. Y luego un intenso dolor, al clavarse dos colmillos.
Sintió como se perdía sangre por donde le había mordido. Como se debilitaba. Aunque fue breve.
–Mmmm, delicioso. Es una lástima tener que perder este manjar– lamentó ella.
Él se quedó paralizado, aterrado. Estaba en poder de una vampiresa, atrapado, sin poder moverse. Puede que nadie supiera que había desaparecido. Y, aún de saberlo, difícilmente sabrían dónde estaba. Que había sido capturado por una poderosa moradora de la noche. Por primera vez en su vida, temió por sí mismo, sintiéndose totalmente indefenso.
Durante varios días, la vampiresa le mordía y luego le inyectaba una sustancia, que le quemaba por dentro.
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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantasyCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...