07 | Algo bonito

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Haseul era una niña realmente extraña. 

Ella veía los objetos que le gustaban con curiosidad y alegría y luego los destruía, era como si no pudiera controlar su emoción por un objeto y su mejor forma de lidiar con eso fuera rompiéndolo o lanzándolo lejos. Seungmin recuerda el día del cumpleaños de la niña, había sido invitada por ella y había llegado junto a Jisung y su padre a su casa, le había regalado un peluche de pororo que ella aceptó entre gritos de emoción, pero tan pronto como estuvo en sus manos empezó a golpear el peluche contra la mesa. 

Seungmin había estado a punto de llorar si no fuera porque los padres de Haseul aparecieron al instante para alejar el peluche de la niña y explicarle la situación a un sorprendido y asustado Seungmin.  

Tanto él como Jisung lo habíán entendido, tarde pero al menos lo habían hecho, por lo que era claro para ellos que no podría regalarle cosas a Haseul sin correr el peligro de que lo rompa o se los tire en la cara, como pasó con una flor celeste que encontraron en el patio y les recordó a ella.

Haseul le hacía pensar en Hyunjin, extrañamente.

La cartuchera morada en el pupitre fue abierta por las manos ansiosas de Haseul y en un segundo ella estaba chillando emocionada. — ¡Me compraron colores nuevo! 

Jisung tomó las manos de Haseul antes de que ella pudiera coger los colores, hizo que lo mirara. 

— Son bonitos Haseul, ¿qué desayunaste hoy?

Eran torpes, ambos habían sido informados de que las reacciones de Haseul podrían ser peligrosas para otros y para ella misma, lo que los hizo querer ayudar, preguntándole a sus padres qué podrían hacer para controlarla. No sabían que sería tan difícil, su tarea consistía en distraer a Haseul cuando viera cosas bonitas o se emocionara de más, lo que ocurría casi a menudo, era una niña muy enérgica.

Haseul frunció el ceño mientras miraba al techo, aparentemente recordando — Pan con crema de maní y leche con chocolate. —. Asintió satisfecha con su respuesta.

Seungmin acarició sus cabellos con una mano mientras la otra terminaba de colorear el dibujo de pinguinos, el cual no era ninguna tarea, si no un regalo para Hyunjin, había descubierto que estos eran los animales favoritos del niño y se ponía contento cuando los veía, no es que él sonriera, pero siempre estaba ese brillo curioso en sus ojos cuando veía algo que le gustaba. 

Y como sospechaba, Haseul y Hyunjin se parecían en algo; ambos destruían las cosas que les gustaban. 

Por eso no estuvo sorprendido cuando Hyunjin rompió su dibujo pintado frente a sus ojos, de alguna manera, estaba satisfecho, estaba bien porque podía ver ese brillo en los ojos de Hyunjin y ese brillo se quedaba... incluso cuando lo veía a él. 

A Hyunjin le parecía bonito, por eso le gustaba romperlo.

La liga se había quedado en sus juegos, Hyunjin pedía que hiciera cosas para él, como leer, recitar, cantar o hacer algunas de sus tareas. No eran cosas difíciles, sin embargo, se ponía difícil cuando tenía que hacerlo mientras Hyunjin tiraba de la liga, cuando acariciaba sus cabellos y apretaba tan dolorosamente de vez en cuando, cuando rasguñaba sus brazos. No podía hacer algo para él sin llorar, tenía que llorar, tenía que sufrir, solo si sufría Hyunjin estaría satisfecho y feliz. 

Dejó de preguntarse por qué. 

Para Seungmin, Hyunjin tampoco podía controlar su emoción y lo expresaba golpeando y maltratando la fuente de esta. Y a Hyunjin le emocionaba verlo llorar.

Hyunjin tenía poca paciencia con las personas, era selectivo sobre a quienes les daba oportunidades de hablar o actuar frente a él, personas como su padre Jibom o su tía Sung Oh, incluso Minho, aunque con él era más limitante

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Hyunjin tenía poca paciencia con las personas, era selectivo sobre a quienes les daba oportunidades de hablar o actuar frente a él, personas como su padre Jibom o su tía Sung Oh, incluso Minho, aunque con él era más limitante.

Pero su madre, Ji Eun, se ganaba el premio a la persona que más soporto en su vida sin que le atravesara un lapicero en la frente.

— No entiendo por qué no puedo acompañarte — Hyunjin vió a Ji Eun caminar por la sala, resonando sus tacones verde oscuro de punta fina, iría a su habitación para dejar de escucharla pero esta estaba siendo limpiada por el ama de llaves. —. No quieras engañarme Jibom, conozco a tus zorras, se quien tocará la puerta de tu cuarto esta noche y te aseguro que entera no va a estar. 

Hyunjin rodó los ojos cansado del drama de la mujer. No era un episodio poco común, ni un secreto que su padre ya no soportaba a la mujer y se veía con otras en sus reuniones, a Hyunjin no le importaba, no sentía lástima por Ji Eun.

No sentía nada por ella.

Y eso le pareció extraño. No podía evocar ni una sola pizca de afecto por la mujer que decía ser su madre, lo hacía dudar de que ella realmente lo fuera. Aunque descartaba esa idea, lastimosamente eran bastante parecidos físicamente. 

— No amor, lo siento — el tono tan dulce de Ji Eun sacó a Hyunjin de sus pensamientos, siempre le sorprendía cuando ella tomaba una actitud pasiva... aunque fuera una completa mentira. —. No puedes librarte de mi, soy todo lo que te queda, ¿lo olvidas, Bomie

Ji Eun sonrió de lado, tan lentamente y con un brillo enfermo de satisfacción en sus ojos que Hyunjin odió lo identificado que se veía en ese cuadro, en esa expresión. Odiaba todo lo que le recordara que se parecía a esta mujer, que ella era su madre.

— Por supuesto, te veré en unas horas, adiós amor. 

Hyunjin se paró en cuanto escuchó la puerta del segundo piso ser cerrada. Cuando vió a Lerah bajar por las escaleras supo que su habitación estaba lista, por lo que caminó en esa dirección, no tenía nada más que hacer abajo. Sin embargo, la voz helada de Ji Eun lo paró en su andar.

Ella lo miraba intensamente mientras jugaba con el celular en sus manos. — Hyunjin, quiero que abandones los talleres extracurriculares — Hyunjin esperó paciente sus siguientes palabras, sabía que no le gustaba que la interrumpieran. —, viajaremos y será peramenente, asegúrate de no dejar nada aquí.

Fue irritante como no esperaba una objeción. Hyunjin quería negar sus palabras, decirle que podía viajar ella sola y dejarlo ahí, no la extrañaría, el lo ansiaba en realidad.

— ¿Cuándo? — fue lo único que pudo decir.

— Pronto.

Tenía asuntos que resolver antes de ser arrastrado lejos. ¿Por qué eso le molestaba?

¿Por qué fue Seungmin lo primero en lo que pensó?

Las cosas empezaban a ir mal para él. 

Sadistic Game || h.h & k.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora