PACTO DE BRUJAS

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Cuantas más brujas me escribís y conozco, más convencida estoy de que todas venimos de aquella Primera Bruja de la que os hablé un día.

Porque en el fondo, sea cual sea el nombre que nos demos, el lugar en el que habitemos, la clase de magia que practiquemos... todas sentimos igual, todas contamos las mismas historias, a todas nos emocionan los mismos pensamientos.

Me habéis escrito desde todas partes del mundo, mujeres de todas las razas, de todas las edades, de todas las clases sociales y todas nuestras almas vibran igual,y creo saber por qué, creo que todas, aparte de venir de la Primera Bruja, hacemos el mismo juramento eterno.

Siempre he creído que las brujas, antes de nacer, hacemos un pacto con la vida y con todo lo que ésta engloba.

Pactamos con nosotras mismas, un pacto en el que nos comprometemos a dejar las puertas de la memoria entreabiertas para que puedan llegar a nosotras recuerdos de quienes hemos sido antes y recuerdos de quien seremos siempre, de nuestra verdadera identidad eterna.

De esta forma cualquier objeto, cualquier encuentro con un alma conocida, cualquier antigua tonada puede sacudirnos y emocionarnos al reconocerlo como nuestro y recordarnos quiénes somos si alguna vez olvidamos.Pactamos con nosotras mismas para no conformarnos nunca, para
buscar la felicidad de ser, de existir tal como somos.

Las brujas no se conforman porque sería un suicidio del corazón. No podemos vivir encerradas en una torre de banalidades y días monótonos y sin magia.

Tampoco buscamos grandes emociones que desaten torrentes de adrenalina (al menos no la mayoría), lo que importa son los detalles simples como apreciar la belleza del planeta, atrevernos a dar un paseo por un bosque en mitad de una noche de luna llena, o dormir al raso en una noche sin luna sintiendo que navegamos a la deriva en un mar de estrellas.

Capturar el primer rayo del amanecer o bañarnos en medio de una laguna verde entre montañas. Sentir que pertenecemos a la tierra y que eso es bueno, que está bien no ser más que una de sus criaturas.

Aquí es donde encontramos nuestra felicidad.Pactamos con nosotras mismas para no huir ante los tiempos difíciles.

Somos brujas, habrá muchos momentos difíciles en nuestra vida, porque serán los momentos en los que probaremos de qué estamos hechas.

Cómo reaccionemos ante los momentos cruciales de nuestra vida será lo que nos defina. Esas ocasiones serán espejos en los que miraremos a los ojos de nuestra sombra y tomaremos decisiones que nos convertirán en grandes brujas que dejarán marca en el tiempo o agacharemos la cabeza y nos esconderemos en la nada.

Nuestro pacto nos mantendrá en pie, porque sabremos que continuaremos adelante, más sabias, más fuertes y más poderosas que antes.

Pactamos con otras brujas para encontrarnos y recuperar el sentimiento de ser una tribu. Para recuperar esa hermandad entre mujeres que durante tanto tiempo nos estuvo prohibida pero que nunca hemos olvidado y nos empuja a reunirnos en círculos.

Para unirnos en el camino y mostrárselo a otras, para dejar huellas claras y visibles que puedan seguir las que vengan detrás. Por eso no debemos enfrentarnos entre nosotras, no debemos juzgarnos.

No sabemos qué han vivido las brujas que nos rodean, no sabemos de sus lágrimas, de las cicatrices de sus corazones, de los recuerdos que aún las persiguen.

Lo que sí sabemos es que a veces una mano tendida es capaz de curar heridas antiguas y devolver a la senda a una bruja extraviada.

No sabemos si nuestro pacto con ella fue ese, enseñarle el regreso al camino, así que nunca juzgues a otras, sólo deja tus huellas cerca, para que decidan si quieren seguirlas.

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