El príncipe Mark quería casarse, pero tenía que ser con un príncipe de verdad. De modo que dió la vuelta al mundo para encontrar uno que lo fuera; aunque en todas partes encontró no pocos príncipes, que lo fueran de verdad era imposible de ser, porque siempre había algo en ellos que no le terminaba de convencer.
Así es que regresó muy desconsolado, por su gran deseo de casarse con un príncipe auténtico.
Una noche estalló una tempestad horrible, con rayos, truenos y una lluvia a cántaros. Era una noche realmente espantosa. De pronto, golpearon a la puerta del castillo y el Rey fue a abrir.
Afuera había un príncipe. Pero, ¡que aspecto presentaba con la lluvia y el mal tiempo! El agua le goteaba en su cabello violeta y su ropa, le corría por la punta de los zapatos y le salía por el tacón y, sin embargo, decía que era un príncipe auténtico.
- "Bueno, eso veremos" Pensó el otro Rey, Doyoung. Y sin decir palabra, fue a la habitación, apartó toda la ropa de la cama y puso un guisante en el fondo. Luego agarró veinte colchones y los puso sobre el guisante, y además colocó veinte edredones sobre los colchones.
Mark observaba de lejos la escena, aquel príncipe que se hacía llamar Haechan era completamente hermoso. Su ropa mojada se encontraba en un cesto, ahora vestido con un pijama ligero color púrpura al igual que su cabello. Su piel, ligeramente morena con muchos lunares hermosos que se imaginaba admirando.
- Hay algo en ese príncipe que se siente diferente a cualquier otro, padre. - Dijo Mark a Taeyong, quien asintió sonriente.
- Tienes razón, pero aquello solo lo veremos si es que pasa de esta noche.
Doyoung salió de la habitación junto al otro rey y Mark, quienes fueron a sus respectivas habitaciones. Sin embargo, el último mencionado no podía descansar, por lo que llamó a su mejor amigo.
- ¿Crees que el sea el indicado? Escuche que es amigo de tú príncipe, quizá el tenga información.
- ¿Jaemin? Pues... si, son mejores amigos y me comentó que Haechan iría, pero no pensé que lo haría con esta tormenta. Estoy seguro que es el indicado, pero no me quiero apresurar. Debes descansar, entre más rápido te duermas, más rápido sabrás si ese pelimorado es o no tu futuro esposo.
Luego de unos minutos de conversación por fin se acostó, pensando en lo hermoso que se veía el más bajo, aunque le haya visto por poco tiempo. Con ese pensamiento quedó profundamente dormido.
El que decía ser príncipe dormiría allí aquella noche. A la mañana siguiente le preguntaron que tal había dormido.
- ¡Oh, terriblemente mal!, Apenas si he podido descansar, he dormido sobre algo tan duro que tengo el cuerpo adolorido. ¡Ha sido horrible!
Así pudieron ver que era un príncipe de verdad, por que a través de veinte colchones y de veinte edredones había notado el guisante. Solo un auténtico príncipe podía haber tenido una piel tan delicada.
El príncipe le tomó por esposo, porque ahora pudo estar seguro de que se casaba con un príncipe auténtico, y el guisante entró a formar parte de la joyas de la corona, donde todavía puede verse, a no ser que alguien se lo haya comido.
- Príncipe Haechan, ¿Me permites conocerte más y llevarte en citas? Quiero que seas mi príncipe, y en unos años el próximo Rey.
Haechan asintió, tomando la mano de Mark que le llevó a una habitación para que este se pusiera las prendas más hermosas, así, una vez listos pasearon en carruaje hacia el lago favorito del menor, donde hicieron un picnic con la fruta más fresca del reino.
- Estoy feliz de haber seguido el consejo de Nana. - Exclamó Haechan, comiendo una fresa con emoción.
- ¿Oh sí? ¿Y cuál era? - Cuestionó el mayor, estirándose en las piernas del moreno, disfrutando el ambiente.
- Que nunca debo dudar de mi mismo ni mi fuerza, por eso superé la tormenta y un naufragio.
- Y aún así fuiste lo suficientemente sensible y delicado para notar el guisante debajo de los colchones. Definitivamente las apariencias engañan.
Ambos jóvenes sonrieron, continuando con su picnic en una tarde que parecía no tener fin para conocerse.
