Cuando llegó el fin de semana, yo ya había estado dejando solicitudes de trabajo a diestra y siniestra. Ni siquiera había tenido tiempo de intentar investigar más con Alex, pero sí lo había estado ayudando con su acosadora— un trato era un trato—. Cada vez que se acercaba, yo me pegaba a Alex como un chicle recién masticado en el cabello. Imposible de quitar.
No habíamos hablado más, ni en persona ni por mensaje. De alguna forma, no podía evitar sentirme mal. Era el único que sabía de los anónimos, la única persona con la que podía hablar de ellos. Pero me llegó una llamada de Jade. Diría que eso alegró mi día. Estaba en el centro, cerca de donde estaba yo buscando trabajo, así que quedamos de vernos en una cafetería.
Cuando llegué estaba segura de lo desaliñada que me veía. El centro era una zona nulamente explorada por mí, entonces había girado en la calle equivocada unas... Tres veces. Entré en la cafetería con el cabello alborotado en una media coleta que debía estar deshecha.
Busqué a Jade con la mirada. Estaba en una esquina haciendo señas para que la encontrara. Me acerqué intentando calmar mi respiración.
Deposité mi bolsa a un lado de la mesa y me senté frente a ella.
— ¿Te perdiste?
— ¡Ay, no!— sonreí— Tal vez un poco. ¿Qué pedimos?
— Revisa el menú.— me entregó la hoja y comencé a pasear mi vista por las distintas opciones.— Entonces, Alex y tú...
— Es muy reciente, Jade. Fue algo rápido, y en realidad todavía no nos conocemos demasiado...
— Ajá— alargó ella, interrumpiéndome.— ¿Y eso de "ay no me interesan los chicos por ahora"?— me reí.
— En realidad no dije eso. Solo dije que no estaba segura de tener el tiempo para estarme involucrando con un chico.
— Y al final te involucrarste con uno. Y uno que conoce a mucha gente.— señaló con la barbilla recargada en su mano.
— Solo estamos viendo hacia donde va esto.— le respondí divertida. Aunque me desagradó que la frase sonara tanto a algo que él hubiera dicho.— Veremos si esto llega a ser más serio.
— ¿Les tomo la orden?— una voz de chica nos interrumpió. Vi como Jade le sonrió, por encima del menú, pero yo mantuve la mirada fija en el papel enmicado.
— Un capuchino de cajeta helado, con crema batida, por favor.— le dijo Jade.
— Y también un café frappé de caramelo. Sin crema batida, por favor.— cerré el menú y antes de que pudiera elevar la mirada, la mesera se había ido.
— Así que, lo que tienes con Alex por ahora no es "serio".— me dijo Jade haciendo comillas con los dedos.
— Podría decirse.
— ¿Solo están pasando el rato?
— Eso suena bastante mal. Y no, no es eso. Solo diría que la relación todavía no es muy seria. Por ejemplo, todavía no planeo conocer a su familia. Y él tampoco.
— ¡Ay pero son muy lindos juntos!— se quejó Jade.— ¿Cuánto pasará hasta que esto sea más formal?
— ¿Yo qué sé? El que deba pasar. Cuando estemos listos los dos.
— ¿Y las clases? Yo detesto a la profesora de Producción, ¿Qué le pasa?
— ¿Qué te hizo? ¿Te dijo que te quitaras el piercing para entrar a clase?— le pregunté con diversión.
— ¡Peor! ¿Sabes qué me dijo? Me dijo que mis mechas moradas eran inadecuadas y escandalosas para su clase, y que la próxima vez, me recogiera el cabello para no distraer a mis compañeros.
— ¿Y eso es legal?— le pregunté sorprendida.
— ¡Obvio no!— dijo apretando el tenedor en su mano.— ¿Y sabes qué...?
— Aquí están sus cafés. Capuchino de cajeta y Frappé de caramelo.— colocó el de Jade junto con su servilleta y me entregó el mío con mi servilleta. Luego dejó dos popotes y se fue.
— Gracias.— dijimos al unísono.
Tomamos los popotes y empezamos a tomar nuestras bebidas.
— Bueno, entonces por eso odias a la de Producción.
— Con el alma.— me aseguró Jade, aferrada a su bebida.— ¿Tú? ¿Has tenido tiempo para poner atención a clases o te escapas con tu novio?
— Jade.— le dije a modo de queja.— Lo más importante para mí es mi carrera. Alex es lindo, pero mi carrera me alimentará el resto de mi vida. No él.
— Está bien, está bien. Solo digo que solo tendrás dieciocho un año en toda tu vida. Deberías vivirlo bien. No te estoy diciendo que hagas cosas malas, que saltes clases y tires tu vida por la borda. Solo digo que no te encierres en responsabilidades y trates de vivir el momento.
— Lo voy a intentar.— le prometí, aunque la última vez que había hecho eso, casi había matado a alguien.
— Gracias. Espera aquí, voy al baño, vengo.— se levantó y se fue.
Sonreí y bajé la mirada a mi bebida para revisar mi teléfono. Pero mi vista se desvió a la servilleta que parecía manchada, aunque no la había tocado. La desdoblé y observé el contenido.
"¿Crees que a Michael le agrade saber de Alex? Tal vez se llevarían bien. Besos, Bec"
Levanté la cabeza bruscamente y busqué a la mesera. ¿Qué diablos era eso? Su voz no me sonaba ni un poco, ¿Cómo era posible que me escribiera esa nota? Mi mirada recorrió frenéticamente a todas las personas del local. No conocía a nadie.
Alguien se estaba entreteniendo a expensas mías. Y la situación me espantaba al igual que me molestaba. Mi corazón estaba latiendo a mil por hora. Podía sentir los latidos golpeando en mi pecho.
Me levanté y dejé dinero en la mesa al tiempo que veía a Jade llegar de nuevo.
— ¿Becca?
— Me tengo que ir.— me excusé.
— ¿Qué? Oye, no, espera, ¿Qué pasa? ¿Está todo bien?— le asentí con la cabeza. Incapaz de articular una palabra.
— ¡Si, sí! Creo que olvidé algo en casa. Tengo que volver. Perdón.— corrí fuera del local sintiéndome observada. Muy bien, sabía de Alex. Pero no sabía que era falso.
Tengo que admitir que estaba muy alterada. Y a pesar de todo, cuando logré calmarme, decidí descartar a Hannah de mis sospechosos. Ella, según Alex, habia vivido aquí desde siempre, tenía la prepa aquí. No había posibilidad de que supiera algo que ni siquiera mi hermano sabía. Nadie mas que Michael y yo. Tenía que ser alguien de la preparatoria. De la mía. ¿Pero es que qué posibilidad había de que una persona de mi escuela en Seattle terminara en Miami, en la misma Universidad que yo? ¿Y por qué estaría haciendo esto?
¿Sarah? Estaba en una clase con Nick, en Seattle. Leyda, hasta donde tenía entendido estaba en una Universidad de allá también, en finanzas. Michael no sabía dónde estaba, pero tampoco me importaba, a él tampoco le convenía que se supiera esto. Entonces, ¿Quién?
El pánico me invadió cuando pensé que tal vez alguien más nos habia visto. Habíamos pensado que la cancha estaba vacía, pero ¿Y si no? ¿Y si habia alguien más ahí escondido?
Si alguien más nos había visto, ¿Por qué estaba abriendo la boca hasta este momento?
ESTÁS LEYENDO
Tienes Prohibido Enamorarte
DragosteCuando Becca se muda a Miami para empezar la Universidad, cree que los problemas que tuvo en Seattle por fin han llegado a su fin. Al menos hasta que alguien peligroso comienza a mostrarle que sabe su secreto. Esto lleva a Becca a hacer un trato con...