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Era un día de otoño, y estaba aburrido de esperar mi turno para la consulta, así qué vague sin rumbo ni dirección.

Con una fuerza mayor a la que ejerce la tierra, me atrajo el sonido de tu voz, «la voz más bella y celestial que pude escuchar».

Seguí el sonido de tu cantar, que se podía comparar con los escritos de la Biblia sobre el canto de los Ángeles a Dios.

Así te escuché.

Mis oídos gozaban de tu voz. Un mundo del cual no quería salir.

Ahí estabas tú, y ahí estaba yo.

Cuando te encontré entre las jardineras, me alegré por encontrar la fuente de tan fascinante y magnífico sonido. No creí que una persona se viera tan hermosa, tan bella, y perfecta en pijama. En un repentino momento, me sentí celoso de las plantas. Ellas gozaban de tu voz y de tus movimientos fluidos al son de tu voz, cantabas para ellas «no para mi», me atravesó la tristeza y un montón de preguntas surgieron.

¿podrá algún día cantar para mi?
¿me podría ver con el mismo cariño como ve a esas ramitas tan feas?

Me sentí terrible cuando la realidad me pegó, tu no me pertenencias y ni de mi existencia sabías, dolió tanto. No creo recordar que la realidad me molestara tanto como ese día.


La segunda ocasión, en el mismo lugar, el hospital. Sin embargo, no fue en las jardineras, fué en el consultorio de la doctora Do. Yo tuve que ir por qué el doctor Kim no llegó y tenía que hacerse la revisión de rutina.

Cuando se escuchó un «adelante» de la doctora saliste del consultorio, chocaste contra mi pecho y casi caes. Me sorprendí al verte, tú, la persona que estuvo en mis pensamientos día y noche.

Incluso viéndote, mi corazón se agita.
Tu piel palida, tus ojos café claros, tus pestañas.  Estoy totalmente encantado.


Y como la última vez, tus labios robaron mi atención, rojizos y en forma de corazón. Me quedé con ganas de rozar tus labios y perderme en tu inocente mirada, queriendo olvidarme de todo, queriendo conservar tu olor.


¿Puede existir alguien tan perfecto en el mundo? Más que tú, no lo creo.

Iluminaste mi mundo con sólamente tu presencia.

Por el poco tiempo que estuvimos cerca, pude apreciar aún más tu belleza, aún no puedo describirla, es tan magnífica que me quedo sin palabras.

Sin dejarme pronunciar ninguna palabra para disculparme, te fuiste, más bien, huiste, solté el aire que no sabía de retenía. Y sin más, seguí con lo que llegué hacer.

──lamento lo que pasó cuando llegaste. Él chico es mi hermano  por favor disculpalo, es algo...timido     ── Lo que dijo la doctora Do llamó mi atencion, ella es tu hermana. Sonreí mostrando toda la felicidad que sentía, y teniendo la información hay que aprovecharla.

──y...¿como se llama tu hermano?


──su nombre es kyungsoo...   ── por fin había conocido tu nombre. La doctora era de gran ayuda. Al final de todo, nuestro tema de conversación era entorno a ti.──Tiene mutismo...──

Comencé a ser codicioso y me di a la tarea de acercarme a tí con necesidad. Cada vez que volvía al hospital te buscaba e iba al consultorio de tu hermana, después a las jardineras pero no te encontré en ningún momento. Volví a ir con tu hermana, esta vez, para preguntar de ti.


──¿kyungsoo?   ──la doctora Do parecía confundida con mi pregunta. Sólo te había visto pocas veces, comprendo que estuviera así── él va con el doctor Zhang. Si quieres puedes ir con ellos, tienen actividades en el campo.    ──Es bueno que se hicieran amigos. Confió en ti Jong In


Confío en ti

Aunque quería verte, me tenía que ir, y afortunadamente en el pasillo te vi otra vez.

Mi luz, Mi Luna.

No imaginé que alguien tuviera esa capacidad de hacerme perder el control en mi. La respiración de detuvo, quedé embelesado con tu presencia.

Aproveche la oportunidad, y "accidentalmente" te encontraste contra mi pecho, como la última vez. Pude sentir como te tensabas. Tus ojos de encontraron con los míos, cuales ya te buscaban. Yo ya sabía quien eras, sólo falta que tu supieras quién era yo.

──No es que me moleste, pero chocar contra mi, no es la mejor manera de coincidir.   ──simplemente sonreí.

En tus ojos había sorpresa, agachaste tu cabeza, así me negaste el ver tus magníficos ojos. Como lo supuse, no dijiste nada. Intentaste escapar y diste un paso a mi lado, me interpuse en tu camino y volviste a pegarte contra mi pecho.

──Es a lo que me refería   ──diste dos pasos hacia mi otro lado, seguí tu ejemplo para provocar que volvieras a chocar. ── comienza molestar esto...¿no piensas pedirme disculpas?¿me odias?    ── me viste sorprendido, podría jurar que estabas a punto de llorar. Sé que no me odiabas, sabía perfectamente que «tal vez» querías hablarme pero no podias. ── bien. Haré lo posible para que dejes de odiarme...


Fue ahí, fue entonces, en ese preciso momento, nuestra historia comenzó.










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⏰ Última actualización: Dec 16, 2020 ⏰

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