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Damaris.

—¿Cuándo te vas?. —estoy sentada arriba de él mirandonos a la cara.

—En dos días.

—¿Y cuándo vuelves?.

—En cinco meses. —asiento mordiendo mis labios porque siento sus manos en mi espalda baja—. ¿Es problema para ti esperarme?.

—No. —acaricia mi cara con suavidad, tanto que me estremezco—. Siempre te voy a esperar Leo. —le doy un beso en los labios con suavidad—. Siempre, ¿y sabes porqué?.

—¿Porqué?. —su voz es ronca pero a la vez suave.

—Porque yo te amo.

—Yo también te amo Damaris. —sonrie mirándome a los ojos—. Con todo mi corazón te amo.

—Hazme el amor Leo. —como que se sorprende pero me rodea con sus brazos apretándome a su cuerpo fornido.

—¿Aquí?. —miramos todo el lugar, es una cabaña que tiene su hermano mayor en sus tierras—. No es digno para tu primera vez Dam.

—Mientras seas tu el primero cualquier lugar es digno.

—Bien.

Cada vez que me mira, me toca y me besa me vuelvo loca, me siento en las nubes de lo que me hace sentir, nunca creí que un hombre me hiciera sentir de esta forma y me encanta, todo de él me encanta.

Me aleja de él con suavidad para poder pararse cosa que me sorprende porque creo que se arrepiente pero no es así, abre un armario que hay en un rincón y saca todas las mantas que hay, en silencio las acomoda en el suelo, me revuelvo de los nervios y siento que algo corre por mi interior, cuando termina se para mirándome fijo mientras me estira la mano que de inmediato se la doy con total confianza y demostrándole que quiero esto, me hace ir hacia él sin dejar de mirarme, nos sentamos y siento que los dos estamos nerviosos porqué él como que no sabe que hacer.

Sin que me de cuenta nos estamos besando, sus labios me recorren con suavidad y ternura, cuando sus manos se meten por dentro de mi remera me dejo llevar alejando todo temor de mi para llegar al fin de esto, me saca la remera y el corpiño recorriendo mi cuerpo, me recuesto así avanza un poco o este hombre no avanza mas, se esta tomando todo su tiempo desesperandome, se acomoda a mi lado y empieza a besar cada parte de mi, cierro los ojos sonriendo cuando succiona mis pezones con suavidad, ¿todo es suavidad con él?, Eso ronda en mi cabeza sin parar, baja mas deteniéndose en mi vientre desabrochandome el pantalón, lo miro en silencio como se arrodilla sacandomelo y ahí se acomoda de nuevo pero está vez arriba mio, me intimida que tenga su boca por encima de mi vagina mientras sus manos me acarician por todos lados.

—¿Estas bien?.

—Si. —se arrodilla sacándose lo que le queda de ropa.

—No tengas vergüenza. —me tapo la cara al ver su miembro viril y deseoso.

—No puedo contenerlo.

—Bien. —me trago un grito cuando abre mis muslos y me besa la vagina.

—Aaaaa. —alejo su cabeza negando—. No Leo, ahí no.

—Esta bien tranquila... Confia en mi, relajate. —con los ojos gigantes lo veo que se acomoda otra vez entre mis piernas bajando la cabeza.

—Mmmggg. —me tiro hacia atrás mirando el techo ya que siento un reboltijo por su lengua—. AAAAGGGGG.

—No pienses en nada, dejate llevar.

—Ya... Ya ya ya no puedo con eso Leo de verdad.

—Esta bien. —se arrodilla y agarra un preservativo poniéndoselo, lo miro con los ojos gigantes—. No tengas miedo.

AprendiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora