𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 24. Margaritas

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Margarita rosa y blanca; Solo tengo ojos para ti.

Margarita rosa y blanca; Solo tengo ojos para ti

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A pesar de sus afirmaciones, Bridgette no había olvidado la noche que pasaron juntos, ni a él, y no podía creer que él así lo pensara. Esos momentos estaban grabados para siempre en su mente. Los recuerdos de cómo la había besado, de cómo le había hecho el amor, la gloriosa sensación de sus manos, de su boca. El acto en sí mismo, el placer y el deseo que sintió, los recordaba a todas horas. Ella nunca podría olvidarlo. Además, en las dos semanas siguientes al baile en las Haydon Rooms, él no se lo permitió.

Al día siguiente de bailar juntos, él le mandó doce ramos variados de tulipanes y romero para decirle que admiraba sus preciosos ojos y que se acordaba de la primera vez que se lo había dicho. Cada ramo iba en un hermoso jarrón de cristal con un lazo del que colgaba una pequeña horquilla de oro para el pelo. Bridgette tocó uno de esos bellos adornos recordando exactamente lo que él quería que recordara; el día en que la había peinado.

«El cabello de una mujer puede convertirse en una obsesión para un hombre.»

¿Se estaría él imaginando cómo quedaría su pelo encima de su almohada?

Esa noche había sido cuando él le confesó que tenía miedo del amor, y que temía enamorarse.

El regalo era tan exagerado y tan caro que lo apropiado seria devolverlo todo: flores, jarrones y horquillas del pelo. Al final, se quedó con las flores y le devolvió el resto, con una nota en la que le recordaba que no podía aceptar regalos, y mucho menos tan caros, porque si lo hacía todo el mundo pensaría que estaban prometidos, y no era así.

Unos días más tarde, doce ramos de dicanias proclamaban la pasión que sentía por ella y le recordaban su picnic, en el que ella le describió las colinas de Creta. Pero esta vez, sólo estaban atados con unos lazos de seda, no había ni jarrones ni horquillas para el pelo.


Al cabo de unos días, llegaron doce ramos más. Éstos de flores de melocotón.

«Me tienes cautivo», leyó Elizabeth en el libro que sostenía entre las manos, y se acercó al ramo que Bridgette tenía en su habitación para poder olerlas mejor.

—También significan «estoy a tu disposición»— Con un suspiro, se apartó del ramo y se tumbó en la cama de Bridgette —Yo me enamoraría de un hombre que me dijera esas cosas.

Y ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ғʟᴏʀᴇᴄɪóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora