Viernes 10 de octubre del 2014
9:00 p.m.
Era el segundo día que Walt pasaba en la casa de Flynn. El dueño de la casa no le dejaba salir, y aunque lo intentara, una fuerza invisible le retenía como en el bosque. A su vez, Flynn le prohibió comunicarse con cualquier persona. Su estadía en ese lugar le resultaba incómoda a sí mismo, no había mucho que pudiera hacer, el mayor le quitó su celular, la casa no tenía teléfono fijo; aunque usara la computadora de Flynn, no sabía la contraseña y Flynn se la pasaba encerrado en una especie de biblioteca que tenía en su casa. Incluso cuando estaban frente a frente, el mayor no sostenía grandes conversaciones con él. No sabía realmente qué sucedía, pero el mayor únicamente le decía que no podía irse, no podían separarse de hecho.Diría que estaba prisionero en esa casa pero la verdad era que fuera del aburrimiento, no podía decir que sufría. Tenía una cama donde dormir, una muda de ropa limpia —la cual aún no estaba seguro de donde salía— y sobre todo la comida. La comida era absolutamente exquisita. Walt jamás había probado algo inmensamente delicioso en su corta vida, sin embargo, lo que cocinaba Flynn era lo mejor que su paladar había probado.
Era gracias a sus sentidos agudos que supo en qué momento Flynn estaba preparando la cena pero decidió esperar a que escuchara que ya había acabado. En primera instancia pensó que era algo grosero pero después recordó que tampoco era como si intercambiaran muchas palabras. Al llegar al comedor, pudo notar que una garrafa con agua ya estaba servida, junto con dos vasos. Se acercó a la cocina, para ver encontrarse con un Flynn recargado en la isla de la cocina, frente al horno.
— ¿Qué tenemos para cenar esta noche? -preguntó Walt, sin esperanza real de que su interrogante fuera respondida.
— Lasaña —contestó el mayor— ¿Por qué? ¿Esperabas algo más?
— No —alzó las manos en defensa—. Únicamente quería saber -sonrió.
La cocina era grande y a comparación de la idea que el resto de la casa podría darle al menor, era una cocina moderna. Contaba con una isla en el centro, dos hornos, cosa que tomó por sorpresa a Walt y se preguntó para qué necesitaría dos hornos viviendo solo, un refrigerador que parecía estar repleto de comida, anaqueles llenos de vajillas de todo tipo, y diferentes instrumentos culinarios que Walt no tenía idea que existían.
— Por cierto —se aclaró la garganta para llamar la atención del mayor— ¿por qué hay un agujero a mitad del corredor principal?
— Espero que nunca tengas que saber por qué.
— Flynn...
— ¿Qué?
— Bueno... quería preguntarte sobre la noche en el bosque... —el mayor solamente suspiró.
— Aunque no tengo que darte explicaciones de mis acciones, te juro que no planeaba asesinarte. Esa planta la fui a recolectar con otros propósitos.
— Te creo —le sonrió—. Recuerda que puedo escuchar los latidos de tu corazón. Aunque no era eso de lo que quería hablar —sus labios formaron otra sonrisa.
— ¿Entonces? —preguntó revisando la lasaña por la ventanilla del horno.
Por alguna razón, parecía como si el mayor estuviera dispuesto a hablar y Walt no quería desaprovechar esa oportunidad.
— Esa noche... llámame loco si quieres pero, estoy casi seguro de que escuché que dijiste que tenías 300 años de no ver a ese tal Arthur...
— Sí, así fue.
— ¿Entonces era cierto? -preguntó con preocupación.
— Sí —contestó Flynn, como si fuera algo normal.
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The Dark Side of the Moon
Lupi mannariAl llegar a Rises Hills lo único que Walter Patterson desea a sus cortos 18 años, es una vida medianamente normal. Sin embargo, a los pocos días de llegar su esperanza desaparece al notar que allí también habitan hombres lobo. Cuando pensaba que eso...