𝘾𝙃𝘼𝙋𝙏𝙀𝙍 • 𝙉𝙄𝙉𝙀𝙏𝙀𝙀𝙉

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El restaurante era demasiado lujoso para su gusto, las personas estaban sentadas con aires millonarios y su porte tenía esa misma pinta. Se sentía fuera de lugar en ese momento. Era como si hubiesen metido a un diminuto gato callejero entre enormes canes de raza fina, un movimiento en falso y sería devorado.

- ¿Listos para ordenar?

Su vista paró en aquel mesero que los miraba con una diminuta sonrisa, después fue a la carta que tenía en manos y balbuceó confundido porque ni siquiera había leído el menú. Sólo se había puesto a observar su alrededor.

- ¿Quiere que pida por usted, hyung? -Jimin, quien estaba frente a él, sonrió. Una enorme sonrisa que dejaba sus rasgados ojos en dos adorables líneas oscuras gracias a esa sombra de maquillaje que traían.

No le quedó de otra que asentir al pedido de Jimin quien gustoso comenzó a ordenar muchas cosas que él ni sabía que existían. No importaba, dejaría todo en manos de ese chico, después de todo él sabía qué pedir exactamente ya que su vida se trataba de lujos y restaurantes costosos. Nada comparado a la manera en la que YoonGi vivía, rodeado de personas mal vestidas y comiendo en lugares insanos y muy baratos.

Su vida había comenzado a ser así de mediocre cuando decidió irse de casa, en aquel entonces tenía catorce años y estaba tan emocionado con estudiar lo que él amaba mucho: componer música. No le gustaba cantarla, sino que las demás personas lo hicieran por él. Desde que era un crío de ocho años había comenzado a escribir canciones y les daba ritmo con su pequeño y viejo teclado de pilas. Su hermano siempre lo apoyó en todo lo que quería, pero después de que fue aceptado en una universidad en América, se fue y lo abandonó con toda su fingida familia.

- Oye, no debíamos venir aquí. -El azabache le dijo a Jimin mientras recargaba su espalda a la silla-. Es muy caro y yo no-

- No importa. -Jimin le sonrió-. Lo único que quiero es que se la pase bien y podamos conocernos mejor.

- Si, pero, - YoonGi suspiró recargando un codo a la mesa- ¿no crees que es mucho lo que haces ya, solo por tener citas conmigo?

Jimin sonrió. - Vale la pena lo que hago.

El mayor estaba a nada de reprocharle a Jimin que solo perdía el tiempo y que él no quería nada con él. Era buen partido, un niño rico con cuerpo de dios era más que un buen partido, pero no quería tener algo por el simple hecho de que estar atado te traía malos momentos. A YoonGi le gusta estar de aquí y allá conociendo personas y disfrutando de acostones casuales, sin ataduras o remordimientos. Tener una pareja era dejarlo todo, como darle New game a un vídeo juego y perdieras todo lo que habías hecho

Existían los celos, los regalos de aniversario, el conocer a su familia, las ridículas citas, los apodos cariñosos... no, ese ambiente no era para nada de YoonGi. Así que se mantuvo callado cuando el mesero llegó a dejarles sus pedidos.

Jimin se notaba tranquilo, como si tener citas fuera lo más normal en el mundo. Sonreía en grande y comía de su comida como si nada, con una confianza enorme. YoonGi, muy aparte a Jimin, se encontraba con los nervios en punta. Había comprado ropa exclusivamente para tener esa cita con Jimin, se había peinado y había usado loción, y no lo culpen, quería dar una buena impresión. Pero estaba nervioso.

- Mh ¿cuánto dinero necesita, hyung? - Jimin dijo sin dejar de devorar su comida. YoonGi lo miró con el ceño fruncido y eso hizo que el menor soltara una risita. - Necesita dinero para la colegiatura ¿cuánto?

- Ah, eso - Min, sin haber probado un bocado de su comida, dejó los palillos a un lado y suspiró pensativo. - cinco millones de wons, como mínimo.

𝙀𝙇 𝘾𝙃𝙄𝘾𝙊 𝘿𝙀 𝘾𝘼𝘽𝙀𝙇𝙇𝙊 𝘿𝙊𝙍𝘼𝘿𝙊 ─  jooнyυĸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora