CAPÍTULO 19

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Unas horas más tarde, los párpados del joven Park se movieron a duras penas, a regañadientes. Sus ojos azules se abrieron y cerraron un par de veces, enfocándose mejor en lo que había a su alrededor. Se removió entre las sábanas de su cama, tratando de dilucidar cómo había llegado allí. Pegó su espalda contra el respaldo de madera y, al instante, una ligera tensión en su abdomen junto a una sensibilidad en sus partes íntimas, hicieron que una imagen vulgarmente erótica parpadeara en su cabeza. Hizo a un lado las mantas y descubrió su falta de ropa.

Respiró con fuerza y lanzó una maldición, deseando que alguien lo abofeteara por algo tan escandaloso. Había tenido a Jeon Jungkook literalmente a sus pies. No sólo lo tuvo chupando y besando su hombría; incluso acabó en su boca, y su futuro soberano no escatimó en detalles, bebiendo hasta la última gota de su semilla. Sin contar con que el príncipe besó, acarició y se apropió de la extensión de su cuerpo.

Debería estar más que avergonzado. ¿Qué tan bajo cayó como para permitir que algo así sucediera? Las palabras de Jungkook y su toque fueron suficientes para tenerlo desnudo y entregado a él. ¿Cómo pudo hacer semejante barbaridad?

Se estiró de los finos cabellos rubios con fuerza al pensar en Taehyung. Se mordió el labio inferior hasta que notó el sabor metálico de la sangre invadiendo su boca. Se heló hasta lo más hondo.

Quería llorar, quería golpearse, gritarse a sí mismo por ser un descarado idiota cayendo como una mosca en las redes de una araña. Fue presa fácil de los deseos del hombre, cediendo a los placeres de la carne. No podía creer que traicionó la confianza de Taehyung al permitir que otro tocara su ser, que consideraba su templo de castidad y pureza.

Lágrimas saladas de vergüenza y desprecio por sí mismo decoraron su rostro. Se odiaba tanto...

Poniéndose de pie de un salto, fue directo al cuarto de baño. Su cuerpo no dejó de temblar un segundo mientras la tina se llenaba una vez más con agua hirviendo.

Jimin hipó y no dejó de pensar en cómo había manchado su relación de esa manera, cuando el mayor se mostró tan entregado a él desde el comienzo. El peliceleste le dio cuanto podía desear servido en bandeja de plata y desmereció por completo su amor.

Se sentó en el fondo de la tina cuando ésta se llenó y no dejó de restregar su cuerpecito con la ayuda de un cepillo junto a un pan de jabón. Lastimó severamente su piel entre la temperatura del agua y las cepilladas, pero no le importaba. No saldría de ahí hasta que cada parte de él no estuviera limpia, sin un rastro del aroma de Jungkook o de la calidez que lo impregnó tras cada beso.

Desde su posición, el doncel escuchó golpes resonantes contra la puerta de su cuarto. Creyó que podría tratarse del príncipe menor regresando, tal como se lo prometió antes de escapar esa mañana. Si tenía que verlo de nuevo, se moriría.

–¿Jimin? Pequeñajo, ¿estás aquí?

Cerró los ojos aliviado al escuchar aquello, aunque no estaba ni cerca de sentirse mejor.

Seokjin continuó llamándole, hasta que Jimin tuvo la suficiente voluntad como para levantarse de la bañera, tomar un albornoz y recomponer lo mejor que pudo su cara.

–Sé que estás ahí, pequeñajo. Anda, abre que se hace tarde para el almuerzo.

El institutor no dejaba de golpear a la puerta, de modo que el más pequeño tuvo que dejarle ingresar porque de lo contrario tiraría la abertura abajo.

–Por fin, Jimin –se quejó Seokjin al entrar, con las manos en jarras contra su cintura. –¿Estabas durmiendo? ¿Qué es toda esta oscuridad en tu habitación? –no tardó en dirigirse a las cortinas que estaban cerradas y las descorrió con fuerza, permitiendo que de golpe la luz solar se apropiara del lugar mientras hablaba. –Es la hora del almuerzo. Te estuve buscando por todas part...

Kivara (Kookmin / Vmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora