- ¡Solo tienes que lanzar un gancho derecho! ¡No es para nada difícil!- gritaba la instructora.
Llevaba al rededor de 40 minutos con el mismo ejercicio, porque al parecer, lo hacía increíblemente mal. La verdad es que yo no pensaba lo mismo, lo estaba haciendo exactamente como los demás lo hacían.
Estaba enfrente de un saco de arena, mientras 20 o más personas estaban haciendo diferentes ejercicios. Algunos de ellos volteaban a verme y soltaban comentarios de mal gusto, otros simplemente se reían con sus amigos.
Estábamos en el gimnasio, de la planta alta, practicando movimientos habituales de combate cuerpo a cuerpo . Nos estaban preparando, por si teníamos que pelear con alguien, sin nuestra forma lobuna.
- ¡Cierra el puño!- exasperada gritaba la maestra-. ¡Levanta más el codo!
Irritada por sus gritos intentaba pegarle como me decía. Sangre manchaba mis vendas. Estaba segura que mis nudillos estarían destrozados para cuando acabásemos de entrenar.
- ¡Más fuerte! ¡Guía el puño, hacia el costal, con fuerza!- seguía gritando, esta vez más cerca-. ¡Por la diosa Luna, hazlo bien de una vez!- irritada decía-. ¡Deja de ser una inútil y hazlo bien!
Esta vez, volteé a verla. Sentía como mis manos se cerraban en puños. Detestaba la palabra inútil.
Siempre han dicho eso de mi familia y lo odio con toda mi alma. El ser Zetas no quiere decir que seamos inútiles. Ellos han hecho demasiado por la manada como para que sigan tratándolos de esa manera.
- ¡No tengo todo el día! ¡Vamos, mocosa! ¡Haz algo bien en tu vida, para variar!
Furiosa, volví la vista hacia el costal. Comencé a golpear con más fuerza, intercalando ambos brazos mientras pegaba cada vez más fuerte. Sentía que estaba cegada por el enojo. Desprecio, por todos aquellos que reían de mi, se instalaba en mi corazón. Pegaba y pegaba sin sentir dolor.
- ¡Vamos, con más fuerza, mocosa!- gritaba, enojada, por alguna razón. Solamente escuchaba el eco de su voz. Pensaba en todas las cosas que me decían desde pequeña:
Idiota.
Pedazo de basura.
Nadie te quiere.
Lárgate, estorbo.
No sirves para nada.
Solo eres una chiquilla inútil, como tus padres.
Piérdete, mal parida.Todas esas palabras, en mi cabeza, solo me hacían sentir más rabia. Me hacían querer pegarle a algo hasta destruirlo. Destruirlo como habían hecho conmigo.
Pegaba tan fuerte como podía, las cadenas que sostenían el costal se movían con fuerza, mis vendas repletas de sangre y yo seguía con el mismo propósito; demostrar que podía hacerlo.
Logré escuchar como alguien decía:
- Por favor, es solo una zeta, no puede hacerlo como nosotros. Es solo un pedazo de basura.
Y en vez de darme más energía, más ganas de demostrarles que podía hacerlo, solo me sentí hundida. Avergonzada. Pero no por mi origen, no por ser una zeta, sino que avergonzada de mi misma. Avergonzada porque tenían razón. No era como los demás. No era tan fuerte como ellos. No era tan inteligente. No podía, ni nunca sería mejor que ellos; siempre sería una inútil ante sus ojos.
Me detuve, bajando la mirada hacia mis manos, hacia mis vendas. No pude hacerlo.
Escuché un bufido, por parte de la profesora. Después de eso solo dijo lo que todos pensaban.
- Sabía que no podías hacerlo, de todos modos solo eres una zeta- dijo con desprecio, viéndome con nada más que desagrado.
Todos comenzaron a reír de mi, escuchando murmullos y bufidos de suficiencia.
- Escuchen, todos- comenzó la maestra levantando la voz-. Efectivamente, todos aquí son mejores que esta mocosa, sin embargo quiero que todos practiquen; no quieren ser igual que esta- rió con satisfacción-.Todos- bramó-, a trabajar, ¿qué esperan?
Cuando todos se volvían para continuar con sus ejercicios volvió a hablar.
- ¿Saben qué?- rió con malicia-. Cayden, ven.
De la nada, un tipo caminó, seguro de si mismo, hacia el frente. Movía su negro cabello, de un lado a otro, revolviéndolo solo un poco. Cuando llegó cerca de la maestra, habló por primera vez.
- ¿Si, profesora Lane?- preguntó cruzándose de brazos.
Era más alto que la instructora, tal vez 1,70. Definitivamente alto, para alguien de tan solo 14 años. Llevaba puesto unos shorts de ejercicio azul marino y una camisa blanca, que dejaba a la vista unos medio trabajados músculos. Tenía una mirada seria pero con una pizca de rebeldía. No tenía ni idea de quién era este chico, pero sabía que me resultaba interesante. Algo en su mirada me decía que me alejara de él, pero al mismo tiempo que me aventurara a conocerlo.
- Haznos el favor de mostrarnos cómo se lanza un maldito gancho- dijo, la profesora, con una mirada amenazadora.
- Por supuesto- sonrío de lado. Una sonrisa que me parecía de suficiencia.
Caminó hacia donde yo estaba, viéndome a los ojos, con la mirada seria una vez más. Cuando se estaba acercando no entendía que era lo que pretendía al acercarse a mi. Tal vez me empujaría para demostrar que era mejor que yo, tal vez se burlaría de mi como todos los demás, tal vez me miraría con asco. Pero tal fue mi sorpresa cuando con sus ojos señaló a un lado del costal.
Con esa señal me indicaba que me hiciera a un lado. Lo vi extrañada. Extrañada porque no me dijo absolutamente nada.
Me moví rápidamente, esperando a que hiciera lo que la maestra le pidió. Se situó justo por delante del saco de arena, posicionándose correctamente para lanzar el golpe. El pie derecho atrás del izquierdo y sus manos protegiendo su cara.Ni siquiera vi venir el golpe, solo vi cuanto el saco salió volando. Aterrizó con un golpe sordo. Cayden había lanzado el saco de arena de un golpe y parecía que ni siquiera hecho un mayor esfuerzo.
Muchos soltaron un "vaya" cuando se dieron cuenta de lo que hizo, otros un suspiro de admiración.
- Y así es como se lanza un gancho derecho- dijo con aprobación-. ¡A trabajar, ya!- gritando indicó.
Todos continuaron con lo suyo, como si no hubiese pasado aquello.La profesora Lean caminó hacia mi y dijo en voz baja:
- No vuelvas a gastar mi tiempo, maldita inútil mal parida.
ESTÁS LEYENDO
Perdida
Hombres LoboRechazada desde pequeña por haber sido abandonada. Rechazada por ser débil. Rechazada por su manada. *********** Mallory jamás ha sido aceptada por el resto de su manada. Especialmente por vivir con zetas. La molestan por ser débil, por ser como es...