Capitulo 32

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Bésala

Y

Llévate

De sus labios

Todo el rojo

De sus dudas



El negro a detrás de mis parpados era de mil colores. La sorpresa era brillante y amarilla; el miedo matizado y azul; y la dulzura de los labios de Zack era roja como las rosas, como la sangre y como la manzana envenenada.

Había presión en todo mi cuerpo, pero, por sobre todo, en mi mente. Era un enredo de cadenas y pensamientos que querían martillear todo a su paso, pero no podían. No podían porque el beso de Zack me tenía bloqueada.

Sentí un hormigueo de curiosidad y, tal vez, un poco de expectativa en el vientre, luego, sentí que la tierra se movía.

Literalmente.

Zack me soltó, y yo, desconcertada, di un par de pasos hacia atrás, tratando de sostenerme con algo para no caer.

¿Qué acaba de suceder?

El movimiento del suelo se detuvo rápidamente. Un terremoto. Escuche la voz de Kate, pequeña y casi nula, preguntar si estábamos bien desde la planta baja. Zack le respondió que sí, sin dejar de mirarme.

Yo también le veía, pero, honestamente, no estaba segura de que estaba viendo. Mi pecho subía y bajaba con cierta dificultad. Las ideas en mi cabeza se aclararon inmediatamente y pase por varias fases en menos de un segundo; primero la sorpresa, luego la confusión, y, finalmente, la culpa.

Pero la culpa estaba mezclada con otra cosa que no podía descifrar.

Zack tenía los labios húmedos y la mirada fija en mí. Esperaba una respuesta, cualquiera, la que fuese. Pero, dejando de lado la expectativa, en sus ojos marrones no había nada excepto...

El abrió la boca para hablar, pero el celular me vibro en el pantalón otra vez. Zack clavo sus ojos allí y luego los apretó.

— Soy un pésimo amigo.— susurro, de la nada, retrocediendo.— Soy...

Quise decirle que no era así. Quise hacerlo sentir mejor como siempre hacia; apoyándole, ayudándole. Pero... compartía la culpa.

Me eche el pelo hacia atrás, sonrojándome. Por mucho que trataba, me era difícil encontrar un punto medio en mi mente que me dijera que sentía. Y es que no sabía que sentía. Ni siquiera estaba segura de cómo me sentía respecto a lo que acababa de pasar.

Lo único en lo que podía pensar era aquella vez en el bosque; yo estaba destrozada y Zack me había dado un beso en la frente mientras estábamos sentados a la orilla de un lago.

Lycans II: ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora