EXTRA - SHUN

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EXTRA – SHUN

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Shun era muy joven cuando perdió a sus padres y a su melliza en un accidente automovilístico, pero no tanto como para no recordar sus rostros, sus risas y bromas.

—Siempre usamos protección, pero ya ven que no son 100% seguros. —Solían bromear mientras miraban a sus hijos con amor, cada vez que les preguntaban qué los había motivado a tener hijos, ya que eran una pareja que estaba decidida a no tenerlos nunca.

Pero les había salido partida doble.

Extrañaba esas épocas en familia, cuando su padre llegaba a casa después de un largo día de trabajo y su madre tenía una espléndida cena preparada. Todos se sentaban en la mesa y hablaban sobre su día.

—¡Hoy la profesora me felicitó!—Exclamaba siempre su hermana, casi saltando de la silla por la emoción.

Eran tan parecidos, que podían confundir a cualquiera. Ambos tenían el mismo cabello castaño, los ojos cafés y la energía desbordante. La amaba, aunque la mitad del tiempo fuera molesta.

—No hagas así, Akemi—la regañaba su padre sutilmente—. Puedes caerte.

Entonces, era el turno de Shun de entrar, para sacarle la lengua a su hermana y presumir de su calificación más alta. Luego, todos se reunían en la sala y escogían una película al azar, hasta quedarse dormidos. Podía recordar a sus padres levantarlos y llevarlos hasta sus camas. A veces, fingía estar dormido solo para ver qué hacían.

—Buenas noches, hijo. —Solía decir su madre cada noche, tras abrigarlo con la sábana y depositar un suave beso en la frente—. Te amo.

Pero nunca más hubo un beso de buenas noches, ni una cena en familia, ni juegos con su hermana. Una mañana, todo eso se desapareció y solo quedó el frío silencio, junto con un llanto escandaloso.

Durante el funeral, solo podía lamentarse por haber sobrevivido. Ahora estaba solo, se sentía perdido y desamparado. Las personas a su alrededor no lo comprendían, solo decían lo mucho que lo sentían, pero eran palabras sin un sentir verdadero.

En el mismo, le presentaron a la que sería su nueva familia. Se trataba del hermanastro de su padre, su esposa y su hija. La primera impresión fue buena, fueron agradables con él y le aseguraron que lo tratarían bien.

Pero no fue así, desde el primer momento en el que pisó esa casa, su vida fue un infierno. Intentó llevarse bien con Yami, que solo era un poco mayor que él, pero ella no era como su hermana Akemi. Era cruel y disfrutaba hacer sentir mal a los demás. Sin embargo, intentaba agradarle, quería ser su amigo porque se sentía solo. No tenía amigos en la escuela, se había recluido en los últimos asientos porque no le gustaba estar ahí, solo le recordaba lo que había perdido.

Las cenas no eran agradables, solo se trataban de regaños hacia Shun y elogios hacia Yami. Cuando algo no les gustaba a sus padres adoptivos, lo hacían sentarse en la soledad de un rincón por horas y si se movía lo golpeaban, con la excusa de que así recapacitaría de sus errores. Los castigos eran peores cuando su nueva hermana mentía y decía que le había hecho algo malo, lo dejaban en el mismo rincón pero sin probar alimento o bebido. Con el tiempo aprendió a quedarse callado y sin moverse, para no ser castigado.

En ese época no entendía porqué lo habían adoptado si no lo iban a querer, ¿qué tenía él de malo? Su madre siempre había dicho que era un buen niño e intentaba seguir siéndolo. Más adelante comprendió que solo se trataba del dinero de sus padres, que en manos de del hermanastro se desvaneció tan rápido como había llegado.

Deseos ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora