"Oh baby, I love you" [One-shot]

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Doce años atrás...

Oslo, Noruega. Secundaria Arendelle.

-¡Devuélvemelo!- acomodó su suéter mientras saltaba en busca de su collar. Las risas de sus compañeros le resultaban intimidantes y ella solo quería desaparecer y esconder su cabeza en un armario.

Pero después de recuperar su preciado collar.

-Dame una razón para hacerlo- Hans Westergard se puso de puntillas para imposibilitarle aún más el alcanzar la pieza de joyería entre sus dedos -,no creerás que tener compasión de ti es una respuesta válida.- la miró con repudio, desde los pies a la cabeza -aquí no hacemos caridades para los huérfanos, esto no es un orfanato.

Los vítores de los crueles adolescentes no se hicieron esperar. Elsa se sintió pequeña y estuvo a punto de desistir, pero Hans le interrumpió.

-Está bien, Andersen- hizo una pausa mientras giraba la delgada cadenita de oro alrededor de su índice -,hagamos un trato... yo te devuelvo la cadena, si tú eres capaz de tomarla.

Y lanzó el collar lo suficientemente alto, como para que quedase enganchado en una de las ramas del frondoso árbol detrás de ellos.

-Ve por ella.

Las risas se oyeron de nuevo y se le sumaron los sonidos de las cámaras fotografiando y grabando lo que acontecía.

Elsa dudó un poco. Pero era la cadena de sus padres, aquella que le habían dado antes de fallecer en manos de uno de sus tantos enemigos a causa de aquellos negocios tan turbios que manejaban.

Insegura e intimidada, se acercó a la bonga divisando su collar en una de las ramas, que si bien era de las mas cercanas, seguía siendo un desafío para su metro con cincuenta y dos centímetros. Anna, por otro lado, con voz quedita -porque también le asustaban aquellos matones- le suplicaba que no lo hiciera.

La rubia apoyó su pie en una de las toscas raíces que sobresalían del suelo, luego se abrazó a la rama más cercana para tomar impulso y quedar sobre ella, bajo la mirada incrédula y expectante de todos los presentes, incluyendo a Hans.

Logró repetir el proceso unas dos veces, pero a la tercera, la rama se desquebrajó bajo su peso, liberándola en una dolorosa caída directo al charco de barro que aguardaba a la sombra del árbol. Está demás decir que todos rompieron en risas, que parecían ser más fuertes con cada lágrima que derramaba Elsa.

-Eres un caso, Elizabeth. Lamento ser yo quien te lo diga, pero es la realidad.- el pelirrojo la miró con sorna -Personas como tú, solo nacieron para barrer y besar el suelo que piso, acéptalo. Ya todos lo hicimos...- no supo en qué momento -supone que algún amigo lo tomó de la rama- Hans tenía nuevamente el collar de oro en su poder y se lo arrojó a la cara, con desprecio -Hazte un favor y deja de ser tan patética.

Y se fue con aquel porte de altanería que lo caracterizaba.

Dejándola ahí, con su hermana llorando a su lado preguntándole si todo estaba bien, embarrada de lodo hasta las orejas y algunos que se quedaron por unas fotos más. Pero su collar estaba a salvo.

Y viendo a ese imbécil alejarse como todo un campeón. Elsa se juró que jamás le volverían a joder la existencia y quién lo hiciera..

Lo pagaría caro.


La actualidad...

Localización desconocida en alguna parte de Europa. Mansión de máxima seguridad.

5:30 a.m, la alarma suena y el gruñido de Jack se distingue entre las sábanas. Saca el brazo erizado por el contraste con el frío de la madrugada, y detiene el pitido ensordecedor que le avisa de un nuevo día. 

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora