El lobo a muerto (parte II)

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"Un hombre está dispuesto a creer aquello que le gustaría que fuera cierto"

Sir Farncis Bacon

El lobo había muerto.

Todo el pueblo se encontraba en la taberna del pueblo.

Celebrando, que se habían librado del mal.

O no todos.

Pues los gritos de júbilo y las jarras de cerveza brindando fueron interrumpidos cuando, por la puerta abierta, se escuchó un carro avanzar, por la nieva blanca, de luto, por el cuerpo mutilado de la víctima del lobo.

Edrian Lazar.

Junto al carro, el padre Auguste, iba dando el descanso eterno al cuerpo, y al lado, la viuda Lazar, vestida de negro lanzaba miradas de odio a los hombres que habían permitido la muerte de su hijo.

Se detuvo en los claros ojos de Valerie, culpandola de alguna manera sabía que la muchacha tenia la culpa de todo.

Pues su aura misteriosa no pasaba desapercibida por los aldeanos.

Ella era diferente, todos lo sabían, la pregunta era

¿por qué?

El silencio reinó aun cuando el sonido de la carreta desapareció.

Cesaire alzó la jarra de cerveza.

-Por Adrien, por su sacrificio.

Pero eso no aliviaría el dolor de la familia, del pueblo, por perder a un vecino.

Sin embargo la alegría no podía ser eclipsada, se habían librado de él.

Después de generaciones de asedio.

Daggorhorn era libre.

Nada devolvería a los familiares de los Lazar a su miembro muerto, pero quizás nunca más moriría ningún vecino a causa de la bestia, familias no tendrían que pasar penurias por dar lo poco que poseían para comer.

Era un comienzo nuevo.

O eso pensaban ellos.

El alguacil mostraba orgulloso en la taberna la pica en la que se encontraba clavada la cabeza de un lobo blanco y gris, con los ojos grises y dientes blancos.

Valerie miró la pica, y su sangre se heló.

Ese lobo, no era él lobo.

Seguía ahí fuera, pues ella lo había visto, sabía cómo era.

Aunque su cabeza intentaba convencerla de que al fin estarían a salvo.

Como siempre, el ser humano cree aquello de verdad desea que sea cierto.

Aunque una oscura sospecha en su corazón fuera acallada por los gritos de júbilo de las gentes.

Valerie salió de allí, pues la mirada oscura y penetrante de Peter solo la empujó a marcharse, su corazón dolió.

Poco a poco perdía aquello que más le importaba en el mundo, su hermana, y ahora estaba perdiendo a Peter.

¿Cómo puedes perder tanto en tan poco tiempo?

Caminó con prisa sin ir a ninguna parte, se detuvo en la plaza, allí, en la ventana, se encontraba el cadáver de Adrien Lazar.

Blanco como la tiza, con un manto tapando de destrozado cuerpo y con una cicatriz que desfiguraba la qhe una vez había sido una hermosa cara.

Su madre, con una vela en la mano contemplaba el cuerpo de Adrien Lazar, pero no de una manera normal, como se contempla con lástima un cadáver.

Como si Valerie mirara a Peter, como Lucie miraba a Henry, con una mirada especial.

De adoración.

Un dolor desgarrador impregnaba los ojos de Suzette, empañados por lágrimas que corrían por sus mejillas.

Sus labios firmemente apretados en sus dientes, para evitar soltar un grito desgarrador.

Como si se sintiera observada en tan íntimo momento, las miradas de madre e hija se encontraron.

Pero ya era tarde, la comprensión brilló en los ojos de su hija, y Suzette avergonzada salió rápidamente de allí.

Pero Valerie quería respuestas.

Alcanzó a su madre y caminó a su lado agitadamente.

-Era él...era..el padre de Henry- las palabras calaron en Suzette qur hipó ante la mención del verbo en pasado.

-El hombre al que amabas- completó.

Suzette no sintió vergüenza al mirar con dolor a su hija, al mostrar lo que de verdad sentía, un sentimiento tan bien guardado que dolía.

Al fin descubierto.

Pero, había más.

-Lucie era un año mayor que yo, podría haberse casado con él, ¿por qué insistente en que fuera yo?- preguntó la muchacha aún siendo conocedora de tal respuesta.

Suzette miró a su hija.

-Creo que ya sabes la respuesta a eso, Lucy y Henry eran hermanos, Adrien era su padre.- dijo Suzette en una respuesta derrotista.

-Tú padre no lo sabe, y no debe saberlo jamás, prométemelo Valerie- tras un asentimiento de cabeza por parte de su hija, Suzette se alejó.

La confusión reinaba en el interior de la muchacha.

¿Qué era real de lo conocido?

Su hermana, solo era medio hermana.

¿Por eso siempre habían sido tan diferentes?

El sol cada vez se hallaba más bajo.

Por el camino del bosque se empezó a escuchar un sonido de carros de caballos.

Ya estaba aquí, había llegado.

El padre Solomon.

FELIZ AÑO CUCHURITAS!!!!!!!!!
Espero que os haya gustado el capítulo muchísimos besos y que tengáis un feliz 2015 lleno de historias y de lectura entretenida.

Dejad vuestros votos y comentarios os quiero!!

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