Capítulo segundo:

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El ensayo de orgullo y prejuicio me había tomado solo una tarde en ser realizado, tenía demasiados argumentos respecto a aquel fabuloso libro y tan pronto como había comenzado tenía más de las páginas que habían sido pedidas por el guapo profesor de literatura.

No podía negar que me tomaba más tiempo del deseado pensando en aquel profesor de ojos color esmeralda. Buscando cruzarle en los pasillos los días que no tenia su clase y dedicándole sonrisas coquetas cada vez que nuestras miradas se encontraban la una con la otra.

Al llegar al salón de clases aquella mañana deje el ensayo sobre el escritorio del rizado para después subir en dirección a mi asiento en uno de los últimos lugares, acomodándome para después comenzar a beber de mi café, el salón aún estaba vacío y no encontraba algo más interesante que hacer que ponerme a jugar con mi teléfono sobre el escritorio.

Alguien aclara su garganta a mis espaldas, lo cual me hace saltar en mi asiento debido al susto para después girar en dirección a la persona que me había alterado.

— Oh, profesor Styles. Me ha asustado...

Digo poniendo mi mano en mi pecho algo exaltado y me levanto rápidamente de mi asiento, dejando el café sobre el escritorio para después observar al mayor con una sonrisa.

— Lo siento, Louis. No era mi intención ¿Sabes a qué se debe que el único ensayo que había en mi escritorio sea el tuyo? Es tarde y todavía no hay ningún alumno aquí.

Observo el salón curioso, encontrándolo completamente vacío exceptuando por nosotros y me encojo de hombros al no entender nada respecto a la falta del resto de los alumnos en el salón de clases.

— Realmente no lo sé, no tengo amigos en esta clase.

Digo cabizbajo, sintiendo el sonrojo aparecer en mis mejillas y siento que el rizado se acerca un par de pasos, dejando me apreciar su fuerte aroma a madera y otoño.

— Bien, creo que ese café ya está algo frío ¿Te gustaría ir por otro mientras revisamos esto?

Él me muestra el ensayo con una sonrisa en sus labios y yo asiento levemente, tomando mi bolso para después meter mi celular en su interior, siguiendo al mayor escaleras abajo hacia la salida de el salón de clases, dirigiéndome hacia la cafetería del lugar hasta que soy frenado por una mano en mi brazo.

— El café de aquí no es tan bueno, déjame llevarte a una cafetería que va a encantarte ¿Si? — La seguridad en su voz y los hoyuelos marcándose a los lados de su sonrisa me dan la confianza necesaria para dar un rápido asentimiento con una sonrisa que formaba arrugas a los lados de mis ojos se instalaba en mis labios.

— Claro, tenemos tiempo hasta la siguiente clase.

Una vez que contesto el mayor suelta mi brazo con un asentimiento y caminamos juntos hacia afuera, llegando rápidamente al estacionamiento en donde el ojiverde desbloquea un lindo deportivo color rojo y abre la puerta para mi como todo un caballero. Aquel alfa, a demás de ser demasiado atractivo, con aquella espalda de hombros anchos y su gran estatura, era un caballero con excelentes modales.

Una vez dentro me coloco el cinturón de seguridad esperando a que él suba del otro lado, no comprendía realmente que sucedía con toda aquella situación pero estaba feliz de poder compartir tiempo con el joven profesor y quizás conocerlo un poco más.

El camino hacia la cafetería fue silencioso, con las canciones pop de la radio llenando el silencio en el interior del auto mientras yo jugaba con mis manos en mi regazo, sin saber si romper el silencio sería lo correcto o no. En el auto se mezclaba el olor de ambos y aunque debería ser algo extraño para mi se me hacía bastante lindo y cómodo, hasta llegué a preguntarme cómo sería oler al alfa.

Una vez que llegamos me quito el cinturón de seguridad y tomo mi mochila para después bajar del auto luego de que el mayor abriera la puerta para mi, estaba algo nervioso por aquella extraña situación de ir a beber café a solas con uno de mis profesores, mucho mas cuando mi omega me hacía tener aquellos pensamientos demasiado extraños sobre su alfa.

— Gracias.

Aquello sale como un tímido susurro de mis labios y luego de que él sonríe comenzamos a caminar juntos hacia el interior de la linda cafetería, siendo recibidos por olor a café y rollitos de canela recién horneados.

Luego de conseguir una mesa ambos nos acomodamos en asientos enfrentados y me entrega uno de los menúes para poder escoger lo que fuera a querer desayunar aquella mañana.

— ¿Es muy imprudente si le pregunto como comenzó a trabajar en la universidad?— Necesitaba comenzar una conversación antes de que todo se tornara incómodo entre nosotros y aún con mi mirada atenta en el menú espere a su respuesta.

— Realmente no lo sé, termine mi tesis este verano y luego de entregarla recibí ofertas de trabajo. Deseaba irme de mi ciudad, por lo que escogí este.— Se encoge de hombros luego de terminar de decir aquello y antes de que pueda darle una respuesta una camarera nos interrumpe al preguntar amablemente que deseábamos tomar.

Rollos de canela y capuchino sale de nuestras bocas al mismo tiempo, por lo que nos miramos y comenzamos a reír divertidos por aquella coincidencia.

Luego de aquello ambos comenzamos a hablar como amigos más que como alumno y profesor, era pocos años mayor que yo y ambos teníamos demasiadas cosas en común.

— Entonces yo le dije que él no podía desestimar mi tesis si no analizaba correctamente los hechos.

Él terminó de explicarme un problema que había tenido con su último examen y soltó una pequeña risa, se veía demasiado guapo cuando reía de aquel modo y los hoyuelos en sus mejillas pedían a gritos que los acariciara, el rizado era demasiado gracioso, carismático y ¿Acaso ya había dicho lo guapo que era?

Seguimos hablando durante horas sobre nuestras vidas, habíamos vuelto a llenar nuestras tazas de café por lo menos unas tres veces antes de que nos diéramos cuenta de que ya era demasiado tarde como para que yo fuera a clases.

— Lo siento mucho, te he hecho perder toda tu mañana— El dice aquello bastante apenado mientras mira la hora en su reloj y toma mis manos en un gesto lleno de calidez con una mueca apenada en su rostro.

— Oh, no hay problema. Yo también perdí la noción del tiempo, lo estoy pasando bien contigo.

En algún momento de la mañana habíamos pedido las formas entre nosotros y simplemente había comenzado a tutear a mi profesor de literatura, aunque en aquel ambiente externo a la universidad estaba seguro de que hubiéramos sido buenos amigos... o quizás algo más, y ese era uno de los tontos pensamientos que mi omega estaba comenzando a traer a mi mente, confundiéndome a sobremanera.

Hasta el capítulo anterior estaba subida pero decidí hacer algunas correcciones así que vuelvo a subir todo y este sería el nuevo capítulo, hagan me saber si les agrada la historia.

XOXO Puki 

"Perfect two" || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora