XVIII

254 31 48
                                    

Christopher vio el momento exacto donde la mirada de Tiberius cambió. Había esperado miedo, incluso decepción; pero todo lo que halló fue la rabia roja apoderándose de sus ojos grises. Aquella mirada que había sido amable tantas veces ahora cargaba una fuerza irrefutable. Tiberius nunca se había parecido tanto a Livia como en ese momento.

Liana dio un paso hacia atrás con algo de espanto en su rostro en el momento en que Ty se puso de pie y caminó hacia ella. Christopher consideró detenerlo por la incertidumbre de lo que iba a hacerle a Lady Liana pero él solo se paro frente a ella y la observó desde arriba con esos ojos capaces de cometer atrocidades.

-¿A qué te refieres con que Sir Roy trabaja para mi madre?- El nombre sonó a metal fundido cuando Tiberius lo pronunció.

-No sabía que confiaban en él- Liana se veía afligida-. Creí que solo estaba allí porque la princesa Livia lo estaba. Jamás pensé...

-Eso no fue lo que pregunté.- La calma de la voz de Tiberius le erizaba los cabellos de la nuca.- ¿Cómo sabes que Roy trabaja para mí madre?

-Por las cartas- Liana comenzó a revisar en el escritorio detrás de ella, dentro de los cajones-. Su madre hablaba de un compromiso entre la princesa Livia con Sir Roy. Su madre había pactado una alianza con el Señor de las Islas y buscaba sellarlo con esta unión- le tendió una carta a Tiberius-. Sir Roy estaba al tanto de los motivos de su madre.

Tiberius tomó la carta sin dejar de verla. Solo cuando tuvo el papel aferrado entre sus dedos, comenzó a leer en silencio. Christopher se moría de ganas de saber lo que allí decía y podía oír su propio corazón latiendo zumbante en su pecho. Tiberius parecía leer una y otra vez las mismas lineas y a cada segundo su ceño se fruncia más.

Lady Liana se veía ansiosa y movediza, observaba de Tiberius a la carta y jugaba con sus manos con nerviosismo. Christopher podía intuir en ella las ansias de que él creyera lo que ella le decía y aunque en un tiempo había estado receloso con la muchacha frente a él, ahora sentía una pizca de simpatía y cuidado.

-¿Cómo no saber, entonces, que Sir Roy no trabaja con la reina solo por la orden de su padre?- Christopher se aventuró a decir.- Tal vez como Lady Liana, él no tenia opción.

-Se equivoca, Christopher- Liana dijo lastimosamente-. Siempre hay opciones. Tal vez no todas terminen en dicha, tal vez incluso te destruyan, pero siempre las hay. Yo hice mi elección, y es ayudarlos a descubrir la verdad y terminar con esto lo antes posible. Incluso si eso supone la muerte de mi apellido, o mi propia vida. Pero he eligido este camino, incluso si la mala decisión de silenciarme por mi madre me precede.

-¿Y cómo no saber que Sir Roy no se encuentra en tales diyuntivas?- Probó de nuevo Christopher.

-No importa.- La voz de Tiberius lo sorprendió.- Cuando regresemos al castillo, quiero su cabeza en una estaca.

-Tiberius- Christopher jadeó en sorpresa pero él ni siquiera lo miró.

-Hablas de opciones, Liana, te diré las mías. Te creeré, confio en ti y en las pruebas que me presentas ante mis ojos y no dudaré de ni una de las palabras que están aquí escritas. Vendrás con nosotros de nuevo al castillo y nos ayudarás a limpiar el nombre de la corona. Serás bien recompensada.- Le devolvió la carta.- Pero si me fallas, si estás mintiendo ahora, no dudes si quiera ni por un segundo que me convertiría en rey solo para hacer de mi palabra ley, y mi primer decreto será que sufras las peores desgracias de esta tierra.

Christopher esperó ver miedo en Liana, un reflejo de la propia sorpresa que él mismo tenía al oír a Tiberius hablar con tanta rudeza aun en un tono suave. Pero en su lugar, hubo una leve curvatura de su comisura derecha y unos ojos brillantes mirando al príncipe. Liana asintió y le dio una pequeña reverencia que Tiberius aceptó también con una sonrisa que estaba muy lejos de ser una amigable.

El Príncipe de Plata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora