Capítulo XXIX

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Definitivamente esa noche había sido una de las más largas de su vida. Dan no pudo cerrar los ojos más que una hora en toda la noche, se sentía ansioso y nervioso. Diferentes interrogantes se formulaban en su mente, no era la primera vez que le confesaba su sentir a una chica, pero con Sara parecía que todo era diferente, él sentía la presión de pensar en no hacer o decir algo fuera de lugar esa noche cuando hablarán.
Ella era muy diferente a las chicas que le habían interesado en el pasado, y eso aumentaba más presión que sentía.

Durante el transcurso de la mañana los nervios no lo abandonaron en ningún momento, y el estar de ocioso y solo en la casa no lo ayudaban en nada, su tío no volvería hasta pasada las cinco de la tarde, y su tía tenía club de tejer así que tampoco se encontraba en la casa.Debía buscar algo en que ocupar su tiempo un trabajo quizás hasta volver a la universidad, pero ya pensaría en eso luego, ahora todo su concentración solo estaba en lo que le esperaba en la noche.

La tarde había llegado, lo que provocó que su ansiedad fuera en aumento, si todo lo que haría era hablar con la chica ¿Por qué entonces se había mudado la ropa varias veces? Se cuestionaba Dan, al tiempo que se observa en el espejo sintiéndose satisfecho por lo que le mostraba.
Ahí frente a él mismo espejo empezó a practicar diferentes formas en las que podía iniciar la conversación esa noche, sin embargo terminó sentado en la cama, frutado y  decepcionado por no haber encontrado una forma que pudiera cautivar a Sara cuándo le dijera su sentir.

- No sé cómo interpretar tu semblante - Dan levantó la mirada para observar a su tío recargado sobre el marco de la puerta de su habitación.

- Tío, lo siento no te oí llegar...- trato de regalarle una sonrisa

- Viene a traerte las llaves...- se las lanzó y Dan las atrapó en el aire...- Bien hijo dime ¿Que te preocupa?- él hombre se acercó a Dan y tomó asiento a su lado en la cama

- No quiero hacer o decir algo que arruine las cosas están noche ....- se sincero frente a su tío...- Estuve todo el día tratando de buscar las palabras correctas para decírselas a Sara...-

- Hijo...- lo llamó su tío, mientras sentía como colocaba una mano en su hombro...- Solo deja que las palabras broten de tu corazón de manera espontánea, creeme las mujeres distinguen a la perfección esas palabras....- sonrió ante ese comentario...- Si continúas buscando las palabras correctas solo lograrás estar más nervioso e incómodo durante la noche, no encontrarás las palabras adecuadas para explicarle tu sentir, porque eso no es algo que se deba planear es algo que se siente y lo dices sin pensar porque es sincero, a veces las mejores cosas se dan cuando no se planean....- aquellas palabras habían llegado en el momento adecuado para Dan.

- Gracias...- y por primera vez Dan abrazo a su tío, este al principio se vio sorprendido pero luego le correspondío

- De nada hijo, no llegues tarde y que Dios te ayude...- al separarse su tío se puso de pie y salió de la habitación dejando a Dan pensando en sus palabras.

Él se sentía agradecido con sus tíos, realmente con ellos podía experimentar lo que era una familia. Pero no podía evitar desear que hubiera sido su padre quien le diera ese consejo y el abrazo, o que lo palmeará en la espalda demostrándole apoyo como lo había hecho su tío en más de una ocasión.
Sin embargo decidió dejar a un lado esos pensamientos, y centrar su atención a la carretera por la cual iba camino a la casa de Sara. Los nervios habían vuelto a tomar posesión de su interior, sentía la ansiedad y rogaba por dentro que todo fuera bien. Sin embargo desecho cada intento que su mente formulaba para tratar de originar ideas e interrogantes, y solo daba paso a las palabras de su tío.

Después de unos cuarenta y cinco minutos se encontraba aparcando el auto fuera de la casa de Sara, apagó el motor y bajo para conducirse a paso rápido hasta la puerta, subió los peldaños y en el momento en que extendía su mano para llamar a la puerta, sintió como si todo su ser se paralizará, como si en ese momento la sangre de su cuerpo se hubiera detenido y todo su ser le gritara que huyera.
Sin embargo hizo uso de un coraje que  hasta ese momento no sabía que lo tenía y llamo a la puerta, escucho un par de sonidos y luego la puerta se abrió apareciendo tras ella el rostro de la castaña quien al verlo le regaló una sonrisa.

¡Y Si Decido Creer!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora