➤ Capítulo I.

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Capítulo dedicado a: @-alwaysxpelotuda-






































Capítulo dedicado a: @-alwaysxpelotuda-

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Nada.

Todo estaba borroso. Recordaba que la habían sacado de su celda antes del desayuno. Se resistió, por supuesto, y tuvieron que arrastrarla entre cuatro guardias.

No era una presa fácil. No era una chica fácil, en general.

También se acordaba de una silla extraña y de un casco que tenía muchos cables, todos apuntando a su cabeza. Aún podía sentir el dolor, escuchar sus propios gritos en un eco que resonaba por su mente como el recuerdo de una pesadilla.

Gracias a eso, la mayoría de sus recuerdos estaban confusos. A medida que se acercaban a la actualidad, podía acordarse de mayor parte de ellos, pero los antiguos...

No recordaba a sus padres. Ni su infancia. Tampoco si quería a alguien o había alguna persona que le importara aparte de sí misma. Recordaba cómo hacer muchas cosas, eso sí, y también que había sido una espía, que la cagó en algún punto y que se había pasado dos años en una de las cárceles de mayor seguridad del mundo.

Seguía sabiendo hablar multitud de idiomas, de eso no se había olvidado, pero no sabía cómo se llamaba. Nada. Cero. Poof.

Exasperada, la joven comenzó a moverse en círculos en la habitación oscura en la que la habían metido. Todo estaba sumido en la oscuridad, y no era muy grande, basado en lo que había podido deducir a base de chocarse con las paredes.

Con un pensamiento cruzando su mente, palpó a ciegas hasta encontrar una superficie de metal. La puerta. Se escondió tras esta y esperó en silencio absoluto una vez que sus oídos captaron el sonido de pasos, cada vez más cerca.

De pronto, la luz iluminó la sala, y la chica tuvo que parpadear rápidamente, tratando de acostumbrarse al cambio repentino.

A ciegas, pero guiándose por su buen instinto, saltó sobre la persona que había entrado, haciendo que tirara lo que llevaba en las manos. Ambos rodaron por el suelo hasta la salida, convirtiéndose en una maraña de extremidades.

La presa usó las esposas que llevaba para apretar su cuello cuando quedó debajo de su peso.

Podía ver su cara. Era un hombre de unos treinta años, rubio y con los ojos de un gris casi azulado.

Sin siquiera pensarlo, golpeó su estómago con la rodilla para quitárselo de encima, y se colocó a su espalda, para seguir ahogándole.

Iba bien. Él pataleaba, pero sus fuerzas comenzaban a disminuir. De pronto, ella notó una descarga eléctrica extenderse desde su costado, y no pudo hacer otra cosa que caer al suelo, retorciéndose. Notaba los espasmos involuntarios de sus músculos, y cómo su cuerpo se contraía por el repentino dolor.

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⏰ Última actualización: Sep 27, 2020 ⏰

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