Narra Juan Cruz

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Con el dinero que había ganado cuando Simon me rescato, viviríamos cómodos unos cinco años. Lo que era escaso era la droga. Había vendido gran parte para acumular un poco más de dinero, pero no había dejado tanto para propio consumo. Pasarían un par de meses hasta que se terminara. En ese periodo de tiempo Ángel intervino cambiando un poco mi vida.

Todo comenzó en Octubre. Yo estaba en la casa de la mama de Lionel y en la mochila que había llevado había algo de éxtasis. Sin querer se me cayó frente a ella.

Ángel lo vio y sonrió. Las tomo y me las dio sin decir nada. Las tome y las volvía a guardar. Por un momento pensé que ella no sabía que eran. Su forma de ser en aquel momento, tan dulce y cariñosa, no me permitían creer que ella pudiera saberlo.

Se recostó sonriendo sobre el sillón y me hablo con mucha calma -¿Lio lo sabe?

Cerré mi mochila y la acomode a un costado. No le respondí

-Me lo imaginaba.

-Lo siento.

-¿Porque?

-Siento que te estoy decepcionando.

Angel se reincorporo y quito su sonrisa. Me miro un segundo y vino a mi lado a abrazarme. Nadie me había abrazado además de Pablo, por lo que era una sorpresa entre grata y extraña a pesar de la situación.

-Tú no me decepcionaras nunca ¿Lo sabes cierto?

-No haría nada para decepcionarte- dije. Era como si repitiera una ley, pero lo sentía de verdad, no quería hacerle daño -Esto es, ha sido temporal.

-¿Cuánto tiempo es temporal?

-Unos cuatro años.

-Tenías once

-Tenía once. Yo… he hecho cosas malas para obtenerlo

-Lo supuse. No suele haber otra forma a esa edad.

-¿Me perdonas?- no sé porque dije esto. Supongo que necesitaba escucharlo. Siempre me había dicho que si era por Pablo estaba bien lo que hacía, pero esto no era por Pablo, esto iba más allá. Tenía dependencia a escapar. Necesitaba escapar y me mentía. Necesitaba pedir perdón por las mentiras, por huir. Lo necesitaba más que nada.

-Te perdono. Todos te perdonamos Crucecito. Sin embargo debes prometer que lo dejaras.

-No sé si pueda. No me siento tan fuerte.

-Entonces déjate ayudar.

-Nunca nadie me ayudo- dije algo molesto --No necesito que lo hagan

-Todos necesitamos ayuda. No seas tonto. Vamos, hay que terminar con esto y lo sabes.

Hice una mueca con la boca pero deje de gruñir y la volví a abrazar -Gracias Angel. Gracias.

Ella me abrazo devuelta y me acaricio la cabeza. En menos de un año que la conocía  había hecho mucho por mí y esto era simplemente impresionante. 

Le pedí que hable con Lio por mí. El se tomo todo muy bien y me ofreció su ayuda también. Racionaron toda mi droga para que la vaya disminuyendo, y a pesar de que caí en un par de ocasiones, en tres meses estuve totalmente limpio. A mis hermanos nunca les dije sobre ello. Pablo no sabía que además de negocios peligrosos consumía, así que simplemente lo deje y no volví a hablar del tema. Cuando tuvo la edad le dije que se alejara de todo aquello y él lo entendió. Supongo que él era más listo que yo. Siempre lo ha sido. 

La Historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora