Capítulo 7

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Un día más, llegando a casa, sin ningún propósito en especial. A veces se sentía vacía. El próximo lunes empezaban otra vez las clases de voleibol y esperaba que eso le volviese a llenar. Ella era una chica muy alegre, un auténtico torbellino. Pero desde hacía un tiempo no tenía ganas de nada. Patricia luchaba contra ese sentimiento casi a diario. Fingía que estaba bien y cada día se creía más su propia mentira.

Sus padres eran homófobos, cada vez que ella le hablaba sobre el tema de que dos personas se pueden querer sin importar su sexo, sus padres empezaban a discutir. Ellos pensaban que las lesbianas y los gays eran chicos que se habían perdido en la búsqueda de lo que querían. Y en el caso de los bisexuales, creían que eran unos viciosos, los cuales querían tirarse a todo lo que se movía. Patricia por el momento solo había salido con un par de chicos de su instituto. Es por eso que no había sentido la necesidad de contarle a sus padres que también a veces le atraían las chicas. Seguro que ella pensaba que solo era curiosidad.

Después de comer se subió las escaleras y se dirigió a su cuarto. Su habitación era su refugio. Las paredes estaban llenas de dibujos que ella misma misma hacía. Se tiró en la cama y encendió su IPhone 5. Miró la hora. Aún era temprano, habían quedado a las 7.00 p.m. Abrió la aplicación de la cámara y empezó a hacer muecas con la cara mientras se miraba en la teléfono, aunque sin hacer ninguna foto. Sus ojos se detuvieron en la parte de la pantalla en la que aparecía su largo y rizado pelo. Era lo que más le gustaba de ella. Fue en ese momento cuando le sonó el singular tono de llamada "Replay" de Iyaz. Claudia le estaba llamando. Deslizó el dedo y puso el móvil en altavoz, quedándose mirando la foto de Claudia que le salía al llamarla.

—Dime.

—¿Patricia? Em, te llamaba para saber si tienes algo que hacer esta tarde...

—¿Esta tarde? —Se quedó pensativa y recordó que habían quedado en el Mery's house.

—He discutido con mis padres. Al parecer me he metido donde no me llamaban. Me han castigado sin salir.

—Si, no te preocupes. No tenía planes. Además ya te dije que yo iba a apoyarte siempre cariño.

—¡Genial! Me da un poco de cosa ponerte en el compromiso de venir. Además aquí el ambiente no es muy agradable. Pero me alegra mucho que puedas venir.

—No te preocupes Clau. No me importa, de verdad. ¿A qué hora te viene bien?

—Pásate cuando quieras, tengo toda la tarde para ti.

Después de eso, se despidieron y colgaron. Dejo caer el móvil en la cama y se quedó mirando al techo. Tendría que decirles a los demás que al final no iba a salir, al menos no con ellos. Más tarde llamaría a Valeria, ahora tenía que seguir pensando. Si, pensando. Su amiga la necesitaba, no estaba dándole plantón a los demás por un motivo cualquiera.

Patricia salió de su cuarto dando un portazo y bajó las escaleras deslizándose por la barandilla. Dio un pequeño salto al llegar abajo y deslizó sus pies por el suelo de parquet.

—¡Mamá, me voy a casa de Claudia!

—¡¿Tan temprano?!

Y Patricia cerró la puerta de la calle también de un portazo en ese momento, dejándole la palabra en la boca a su madre.

Pasada aproximadamente media hora, llegó a casa de la chica del pelo rosa. Pegó al telefonillo, unos minutos después le respondió una voz grave y masculina.

—¿Quien es? —Respondió el padre de Claudia desde arriba.

—Soy Patricia. Una amiga de clase de Claudia.

Nacer fue un failDonde viven las historias. Descúbrelo ahora