|𝔲𝔫𝔦𝔮𝔲𝔢|

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Era una linda noche de invierno. Una gran y redonda luna llena; brillaba en un cielo caracterizado -esa noche- por un azul obscuro, imperceptiblemente, se podían visualizar las estrellas que lo adornaban, acompañando a la luna. Una gruesa capa de nieve descansaba en el suelo, arraigada a este como si se le fuese la vida en ello, también tomaba lugar en los árboles, llenándolos por completo de la blanca sustancia, sus ramas se inclinaban de forma descendente, debido al peso de esta. Esa noche era fría y a la vez cálida, un extraño, pero agradable contraste.

Las criaturas mágicas nocturnas, que siempre acompañaban a la fría noche, salían a comer, mientras las luciérnagas iluminaban su camino, soltando una tenue llovizna dorada de polvo mágico. Y, como en todas las noches, empezó el canto de los insectos, ocupando el puesto que las aves tomaban cuando el sol estaba iluminando el lugar. El sonido que caracterizaba a los grillos era acompañado por el de las chicharras, las ranas hacían su aparición de vez en cuando de fondo, todo esto hacía juego con el canto de las hadas, las ramas de los árboles se movían al compás de la dulce melodía que creaban las tiernas criaturas.

Todos hacían un espectáculo digno de admirar, de ser transmitido por todos los aparatos tecnológicos, de ser presentado en teatros, con todas las bancas llenas y las personas con una gran sonrisa en sus rostros, pero eso no era posible, en el día el bosque era otro, el espectáculo era sólo para ellos mismos y a escondidas.

En ese extraordinario y único bosque habitaban criaturas comúnmente vistas, tanto como otras no. Allí podrías encontrar desde un hermoso venado hasta una extraordinaria hada, todos estos seres siendo de sentimientos y almas puras. Un bosque lleno de criaturas únicas que creaban una hipnotizante armonía, pero no todos veían eso.

Esas criaturas, tan diversas; desde árboles que hablan, sirenas con voces encantadoras, hadas de metro y medio o muy pequeñas con alas cristalinas, duendes muy tiernos, flores muy brillantes y llenas de vida, seres alados y demás, portaban auras tan inocentes y puras, pero habían personas que los veían como una amenaza, como demonios que debían matar. Pero, por suerte, eso casi nunca solía llevarse a cabo.

El encantado bosque poseía a un celestial y tenebroso guardián. Este se encargaba de mantenerlos a salvo y ocultos de las sucias manos de los humanos, que sólo querían usarlos para su provecho o asesinarlos. Un guardián muy conocido por todos, con un aspecto tan hermoso y de trato muy agradable, pero los que cruzaban el bosque con pensamientos dañinos conocían su parte más horrible y tenebrosa. Yang JeongIn era un gran guardián del encantando bosque y de las criaturas.

Y, en esa noche, el solitario y extraordinario espectáculo, tenían un acompañante, con un peculiar canto.

Los sollozos, desgarradores y lastimeros, tan altos que se podía saber de dónde exactamente provenían. El famoso acantilado era el escenario para dicho ser dueño de ese triste canto, sus gimoteos dándole una melodía aún más dolorosa. Dicha tonada llegaba a los corazones de las criaturas que habitaban el bosque, entre curiosos y preocupados se asomaban entre los arbustos, buscando el ser proveniente de dicho canto.

Un bello demonio descansaba a la orilla del acantilado, el triste canto caracterizado por sollozos y gimoteos lastimeros provenían de este. Sus cuencas sostenían lágrimas, tan obscuras como sus orbes, que caían de estos como cascadas bañando sus mejillas, las interminables lágrimas portaban un peculiar color, negro, pero al posarse en sus mejillas dejaban un rastro cristalino, no manchando su piel, sólo haciendo una tenue iridiscencia en estas.

La negra agua salada que brotaba de sus ojos exponía el dolor que albergaba su corazón, este ya no soportaba todo a lo que era sometido a cada día. Las miradas de miedo y las palabras de desprecio que le eran dirigidas eran el pan de cada día, como una melodía que no podías sacarte de la cabeza. Sus grandes alas, tenebrosas a ojos de los humanos, su belleza, tentadora, y su pasión y elegancia, eran las puertas a cometer el pecado, a ojos de los juzgadores; todo él era un ser lleno de defectos.

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│𝐋𝐚 𝐓𝐫𝐢𝐬𝐭𝐞𝐬𝐬𝐞 𝐃𝐮 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐥𝐞 │𝖧𝗒𝗎𝗇𝖨𝗇 ∘ 𝖮𝗇𝖾-𝖲𝗁𝗈𝗍 │Donde viven las historias. Descúbrelo ahora