2

7 2 1
                                    

2

Cuando llegue a su casa entre volando literalmente, encontré a Arthur en su oficina muy contento y yo muriendome de preocupación por él, le di la bronca del año así como él lo hace conmigo, después de eso Elena me explico que no era nada grave y que había decidido tomarse unas vacaciones y que Charles asumió el control de la editorial mientras estaba en casa.

—¿Por qué te arriesgas tanto?—pregunta Elena.

—Solo quiero experimentar todo lo que pueda.

—Pero aún eres joven con una vida muy larga—me dice cariñosa.

Como me gustaría que eso fuera cierto. No digo nada solo sonrió y la ayudó a llevar las cosas para la cena, nos sentamos en el comedor a esperar a su hijo, mientras hablamos sobre cosas triviales y me olvidó de lo de hace un rato.

—Buenas noches—saluda Charles, me tenso inmediatamente porque no lo conozco personalmente, aunque su voz es increíble.

—Hijo, te esperábamos para cenar—dice alegre Arthur—Melissa—dice, me levanto de la silla y miró al hombre del que estoy enamorada por primera vez, él se sorprende pero después me mira con repugnancia y eso me parte hacia que bajo la mirada—ella es una de las escritor...

—¿Tú?—pregunta con odió, creo, sin dejar terminar de hablar a Arthur—padre como puedes permitir que una puta entre en nuestra casa o me negaras que no eras tú la chica del club de streepers o que antes eras prostituta.

Como pudo enterarse de eso si nadie más lo sabía aparte de mí médico.

—Apuesto a que aún te gusta ser puta y es por eso que trabajas en ese...

No aguante más le pegué un puñetazo en su cara.

—¡Tú no sabes nada!¡Nada!—grito y salgo corriendo de esa casa, mis ojos se empañan por las lágrimas, limpio lo que puedo y subo a mí moto y me largo de ese lugar.

No sé cómo pasó que choque con un auto y ahora estoy debajo de mí moto, con un dolor insoportable. ¿Será que mí muerte se adelanto? tal vez sea lo mejor, lloro no de dolor sino de alegría  por fin podré estar con mí mamá.

—Mamita al fin estaremos juntas de nuevo—miro al cielo y sonrió feliz.

Pero un dolor insoportable me hace salir de mí ensoñación y mirar que Arthur y Charles están quitandome la moto de encima.

—Tranquila cariño la ambulancia viene en camino—siento la mano de Elena acariciar mí cabeza, uso toda la fuerza que me queda y me alejo.

—No me toques, por favor—digo suplicante.

—Mel, estás asustada—intenta tocarme de nuevo.

—No, no, no—me apoyo en mis brazos y me alejo pero alguien me toma de los hombros.

—¡No me toques!—grito desesperada.

Pero no me hacen caso y eso me asusta más. Charles es quien me empuja de nuevo al piso, cuando levanta su mano veo que tiene un poco de sangre.

—¡Sueltame!—me muevo violentamente.

—¡Cálmate!—me grita Charles.

—¡Tengo SIDA!—lloro sin poder evitarlo.

—¡¿Que?!—escucho que gritan.

Más no escucho más porque la oscuridad me consume.

DESICIONES QUE CAMBIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora