Reggie era un chico comun de 13 años, con padres comunes... o casi, Ethan y Meredith, su padre y madre eran unos reconocidos cientificos especializados en genetica. Reggie le encantaba ir a buscar a sus padres al gran laboratorio en el cual trabajaban, todos en ese lugar le conocian desde pequeño, menos una persona... un hombre extraño que nunca se ha acercado a nadie, su centro de trabajo esta alejado y bloqueado de mil maneras; pero ese dia fue diferente, al momento de caminar solo por los pasillos fue golpeado fuertemente en la cabeza quedando inconciente; al despertar no reconocio el lugar pero si la silueta que se posicionaba al costado de una mesilla metalica con una bandeja de jeringas llenas de un liquido rojo y oscuro tal como la sangre, no podia moverse estaba completamente paralizado y no por el miedo si no porque su cuerpo no podia reaccionar aunque el quisiera. El hombre comenzo a acercarse lentamente con una de esas peligrosas jeringas.
-Nadie quizo ser voluntario a mi experimeto, no confiaban en mi- rio frustradamente- yo te he visto llegar a sus oficinas todas las semanas, sonriente recorriendo los pasillos ¿No te dijieron que te cuidaras al andar solo, chiquillo?-Callo un momento, esperando respuesta alguna, al no resirvir ningun comentario accedio a inyectar el liquido en lado posterior del cuello de este muchacho el cual lanzo un grito ahogado para luego volver a caer dormido.
