Plaid plaid in a purple morning ✦ larry au! | ✓

Única parte

Louis mueve la pierna de arriba a abajo con velocidad ansiosa mientras está sentado en la silla de su escritorio, con los brazos cruzados, la mirada perdida en algún punto de la pared que tiene enfrente y con el teléfono encima de la madera haciendo absolutamente nada.

Está encendido, pero no lo parece, porque no tiene ni una sola notificación y la pantalla está tan negra como un abismo de terror, y es justamente eso lo que lo está desesperando hasta quizás llevarlo a la posible locura, o algo parecido a ella. 

El móvil de Louis sólo ha tenido dos llamadas en total durante todo el bendito día, un par de llamadas que en cualquier otro momento no lo harían sentir tan desilusionado al respecto, porque sabe que es algo trivial y que siempre es mejor enviar mensajes de texto en lugar de marcar al número de alguien. Sin embargo, es catorce de febrero y que solo su madre y su hermana menor le llamen para desearle un muy feliz día del amor y la amistad es un poco triste para él. 

Louis no tiene demasiados seres queridos, carece de una cantidad razonable de amigos y definitivamente no tiene una pareja ni nada por el estilo. No cuenta con alguien con quien solo ha acordado pasar el tiempo y que sin querer ha terminado enamorándose perdidamente de él, tampoco a alguien que solo le llame dos veces por mes para pasar unas cuantas horas juntos y después fingir que nada ha sucedido, ni mucho menos a alguien que se sienta incompleto con su ausencia y haga esa cosa de jugar con su cabello como tanto le gusta que lo hagan.

No, en definitiva, Louis no tiene a quien amar, y a veces, cuando se pone a pensar en las razones de por qué se encuentra soltero, llega a la conclusión de que tal vez, posiblemente, se deba al hecho de que no le gustan las chicas. 

Sabe que sería más fácil si le agradaran de esa forma romántica, sobre todo porque nunca se pone tan nervioso estando alrededor de ellas ni dice estas tonterías sin sentido que se le escapan de la boca como cuando está con un chico potencialmente atractivo. No obstante, y aunque ha intentado con todas sus fuerzas que le agraden, no lo ha conseguido, y no se culpa por ello.

Ya ha superado la parte en donde se martiriza por no ser capaz de evitar sentirse atraído por lo atractivos que resultan ser los hombres, y a pesar de que le tomó más tiempo del que realmente debió, ahora simplemente se tortura con algo más, que es básicamente el no poder llamar la atención de ningún chico en general. 

En cualquier otro momento no le molestaría el no tener a nadie a quien amar, pero hoy, en un día como ese, se encuentra más fastidiado por ello de lo que debería, y al final se siente realmente mal. Casi en un estado deprimente. 

Ya lleva un buen rato en el departamento haciendo nada que no sea mirar el teléfono en la espera de algo que está bastante claro que no sucederá. Ha regresado a casa después del trabajo, el cual ha estado bastante bien, a excepción de todos esos amantes o grupos de amigos que, sí han podido celebrar aquella ridícula festividad comercial como todo el mundo, menos él. 

De cierta forma ha desarrollado un pequeño odio por esas veinticuatro horas de aquel día, sin embargo, una parte de él sabe que no se trata de nada más que la pequeña punzada de envidia, que ha tomado control de sus pensamientos y lo ha convertido en un odioso empedernido.

Chasquea la lengua dándose por vencido, se dice a sí mismo que de nada le sirve el quedarse al lado del móvil, que eso no va a provocar que de repente recibe una llamada inesperada y vaya a saber el cielo quién, y que solo está perdiendo un tiempo preciado en el que podría estar haciendo otras cosas, como ducharse, o prepararse de cenar, o entretenerse con lo que sea.

Sabe que no puede salir a la calle, porque de seguro toda la ciudad se encuentra divirtiéndose en restaurantes, cines y todo lugar que requiera alguna actividad, a diferencia de él. Así que simplemente se concentra en una cosa a la vez, que es darse un baño.