Capítulo 31

207 22 0
                                    



Narra Claín

Ha pasado una semana desde la noche de la fiesta, Santiago se disculpó con su familia, sí, él se disculpó y ahora han vuelto a ser una familia feliz. No puedo culparlos por que ignoran la verdad, pero eso no me quita la molestia de que culpen tan rápido a alguien que lo único que hace es tratar de proteger a su familia a su manera. Así es como habíamos llegado a estar desayunando junto a ambos grupos de hermanos y claro que también estaba el rubio, es a lo que mis hermanos llaman el efecto STEPHCLA, donde va uno va también el otro, venimos en el mismo paquete como diría mi abuela.

Todos están tan tranquilos, mientras disfrutan de un delicioso desayuno preparado por nana. Podría quedarme aquí en silencio, tomando mi exquisito café en medio de las risas y platicas circunstanciales, pero, aunque quiero quedarme debo irme. Si no llego a la empresa nadie se mueve, pero veamos el lado bueno me llevare al rubio a sufrir conmigo de un fin de semana de trabajo.

Y en medio de las risas veo aparecer a dos cabelleras muy peculiares, las hermanas Monroe, y todo estaba normal hasta que noto el sonrojo de Lila cuando saluda a mi hermano mayor, vamos tiene un flechazo por Mateo y todos lo sabemos menos el idiota de mi hermano. Hombres, y su gran sentido de intuición.

Ambas me saludan a la vez dejando sonoros besos en mis mejillas, si no las quisiera tanto me estaría quejando por sus demostraciones de afecto.

-Pero miren que trajo la marea. - las observo. - pensé que ustedes no despertaban temprano los fines de semana.

-Pues ya ves, podemos sorprenderte bonita. - dice Rosa- Además venimos por tus hermanos, y por Los de la Torre si también desean acompañarnos, claro.

Los hermanos sonríen y yo niego divertida.

- ¿Por qué sus planes no nos incluyen? - cuestiona Stephano. - Me siento muy ofendido por las hermanas locas- suspira dramáticamente. Y finge llorar. - En fin, mi azabache y yo teníamos cosas más importantes que hacer. Como salir a ver las nubes flotar. - me mira sonriente y batiendo rápidamente sus pestañas de manera soñadora.

-Porque llamamos a tu mejor amiga y denegó la invitación. - me observa Lila y ríe.

-Rubio, tenemos reuniones. - lo observo fijamente. - Así que mejor ve terminando tu desayuno, nos vamos en 10.

-No, no, no. Me niego rotundamente que me hagas trabajar en mis días libres. - exclama horrorizado. El rubio está perdiendo dinero, debería ser actor. Siempre hace el mismo drama y siempre termino arrastrándolo conmigo.

-Te quedan 5 minutos. - sentencio, levantándome. - Espero tengan un buen día. - me despido antes de marcharme.

-No traje mi carro, no podemos movilizarnos. - suelta una risilla el pequeño sabelotodo. - Y Fran ya está en la empresa, una pena. Nos quedamos.

-Rubio, no tientes a tu suerte.

-Puedo llevarlos, después de todo tengo que ver unos documentos de su empresa y ahora que lo dices creo que reemplazare a mi padre en estas negociaciones. - comenta Santiago, levantándose.

- Listo, asunto solucionado. - Se pronuncia Mateo. - ¿Desayunan con nosotros? - pregunta mi hermano en dirección a las recién llegadas.

-No, gracias- responde Rosa.

-Sí, con mucho gusto- Contradice Lila.

-Aquí vamos otra vez. - rio. Mientras escucho a Rosa llamarle la atención a Lila, pero al final esta gana y están tomando asiento en la gran mesa de la sala.

...

Abro la puerta de copiloto de la camioneta y recuerdo el día del accidente. Apenas lo conocía y él ya estaba en riesgo por mí. Peligroso. Así era esto. Pero estaba trabajando en una solución. No quiero que nadie vuelva a sufrir por mi culpa, no necesito más perdidas.

Claín, fuego congeladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora