Me siento culpable por estar aliviada de que mi familia se fuera. Pero no es por ellos. Me encanta que todos los días vengan a ver cómo estoy. El problema es una sola persona.
Laura.
No se qué me pasa. No entiendo cuál es el problema entre nosotras pero si fuera por mí, que no venga más. Me siento asi con ella desde que desperté. Antes de esto, solo era la hermana con la que no tenía relación y simplemente me mantenía al margen de sus comentarios sarcásticos y de la forma que tenía ignorarme, pero ahora es distinto. Ahora siento que no la quiero cerca. Intento de una y mil formas recordar como me caí o si me desmayé, pero no hay nada.
Todo es muy confuso y al intentar recordar, mi hermana aparece en mi mente. Intento pensar que ella no sería capaz de hacerme nada pero toda mi vida me trató igual. Incluso antes de que pasara lo de su graduación. Mis ojos se humedecen al recordar. Se estaba graduando de la universidad y era su entrega de diplomas, cuando a mí me dieron convulsiones y mi corazón se detuvo. Lo que me dijo en la habitación, cuando ella pensaba que yo dormía, dolió mucho...tanto así, que volví a entrar en crisis. Sacudo mi cabeza intentando apartar esos pensamientos. Debería preguntarle a Jessica nuevamente lo que pasó con detalles.
La enfermera entra y me saca de mis pensamientos. Me ayuda a bañarme, ya que no me dejan hacerlo sola, por seguridad. Me siento mejor ya que mi cuerpo se acostumbro a los medicamentos pero aún así, hay que seguir un protocolo. Cuando por fin me acuesto, me dan de cenar y luego por fin me quedo sola. Quisiera estar en casa. Siempre me deprimo de noche pero por suerte no dura mucho porque generalmente me duermo rápido.
Aunque ahora que lo pienso, después de lo de anoche, no creo estar tan segura si voy a poder dormir bien. Intenté no pensar en Benjamín ni mencionarlo. Mis padres ya ni siquiera hablan conmigo, directamente lo hacen con el doctor Sosa. Lanzo un suspiro y me pongo de costado.
Si él es una alucinación de mi tumor ¿Por que me siento tan enamorada? Ya era demasiado con tener cáncer y ahora también me enamoro de mi enfermedad. Es horrible. Antes estaba segura que él existía pero ahora no lo sé. Me siento más perturbada al querer volver a verlo. No me importa si no existe, quiero tenerlo cerca de mi nuevamente.
Miro la hora. La una de la mañana. Seguramente ya hicieron cambio de turno y me pasó lo que imaginé. No puedo dormir. Cierro los ojos y le pido a mi tumor que lo traiga hacia mi. Esto es tan patético como preocupante. Siento las lágrimas caer por mi sien ¿Cómo es posible que yo haya creado tal cosa?
¿Si estoy así ahora, como estaré cuando me quiten el tumor y él desaparezca por completo?
Cierro los ojos con fuerza. Hubiera preferido pasar por cualquier cosa ¿Pero jugar así con mis sentimientos? ¿Sentir que tenía a alguien al fin y nunca fue así? ¿Y que ni siquiera es real? Se siente peor que cualquier cosa en el mundo.
Estoy cerrando los ojos despacio, cuando la puerta de mi habitación se abre de golpe. Ahogo un grito y me siento en la cama. No puedo ver quién está parado en la puerta porque la cama está posicionada justo a lado del baño y la pared me tapa la puerta de entrada. Solo puedo ver la luz que entra del pasillo y no veo a nadie parado frente a ella. No me atrevo a moverme.
¿Es él? ¿Mi tumor lo trajo a mi? Necesito verlo de nuevo. Quiero tenerlo cerca... lo necesito. Trago saliva antes de hablar.
—¿Benjamín?
Nadie contesta. Miro de reojo mi silla de ruedas ¿Podré caminar? Me acomodo en el borde de la cama y me pongo de pie despacio. No quiero usar la silla de ruedas, quiero caminar por mi misma. Con una remera blanca larga, un short gris de algodón y descalza, camino hasta la puerta.
La luz blanca me molesta en la vista por un segundo, haciéndome parpadear. Pero luego veo de forma clara, el pasillo blanco que da a otras habitaciones del hospital y justo en medio, lo veo ahí. Parado y en silencio. Abro los ojos como platos mientras mi corazón quiere salir disparado de mi pecho.
Benjamín... Benjamín...
— Benjamín.— Su nombre sale de mis labios antes de que pueda detenerlo.
Él me regala una media sonrisa. Está parado como a 3 metros de mi, en medio del pasillo, vestido con unas zapatillas blancas, un pantalón de deporte gris y una remera blanca.
— Malena.— Me suelta con voz suave.
Todo mi cuerpo tiembla al escuchar su voz y mis ojos se llenan de lágrimas. Seguramente me veo ridícula pero no interesa. Si él no existe simplemente me estoy humillando sola ¿Pero como puedo esperar que entiendan? Estoy enamorada de algo imposible.
El cabello ondulado, despeinado le cae por la frente y luce más claro con una luz tan brillante sobre el. Ya no luce enojado como anoche, ahora su rostro esta sereno y sus ojos verdes no dejan de observarme fijo. Se voltea de golpe y comienza a caminar sin voltearse a mirarme.
Me limpio la cara empapada en lágrimas enérgicamente y luego observo hacia ambos lados, cuidándome de que nadie me vea. Cierro la puerta de la habitación detrás de mí y camino despacio, siguiendo a Benjamín, que luce despreocupado con su paso relajado. No voltea para observar si lo sigo o no. Simplemente camina.
Dobla en otro pasillo blanco, como si conociera el hospital o fuera su propia casa. Observo que a medida que nos vamos alejando, las puertas ya no tienen número y eso quiere decir que no son cuartos para pacientes. Jamás había caminado por el hospital de esta forma. Es más. Casi no lo conozco porque siempre estuve confinada a la cama, sintiéndome enferma y extremadamente débil.
Me siento perpleja cuando veo a Benjamín abrir una puerta negra al final del pasillo. Entra y la deja medio abierta para mí. Acelero el paso porque no quiero perderlo de vista. Observo de reojo que hay un cartel en la puerta.
Acceso exclusivo para personal sanitario o de limpieza. Por favor, no pasar. Gracias.
Trago saliva y entro. Me encuentro con una escalera de hierro que baja. Lo veo a él bajando. El miedo nace en mi pecho y mis piernas tiemblan pero decido continuar.
¿A donde me está llevando?
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Mi maravillosa creación
Romansa¿Que harías si tú vida, que está destinada a una enfermedad miserable, se ve interrumpida, avivada y corrompida por un extraño muchacho de ojos verdes? Malena ni siquiera quería averiguar quién era realmente él. Su principal objetivo, era convencer...