¡Mí tediosa vida!

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Desperté sudando.

Seguramente había tenido una pesadilla como casi todas las noches, pero eran pesadillas que no recordaba.

Desde que mi estado de esquizofrenia ha subido un nivel más, mi tarea más grande ha Sido el autocontrol.

Los fármacos ya no hacen efecto en mí,y temo que esto llegue a peor. Aunque lo peor es que olvidé todo de lo que hice en mis días oscuros.

Son las cinco de la mañana, hora en la que siempre me despierto por esas malditas pesadillas.

Me levanto de la cama, me quitó lo poco que tengo puesto que son mis pantis.

Voy directo al baño, abro la regadera, espero a que el agua este tibia y entro.

Aquel chorro de agua, me relaja. Pero más me relajaría sería, tener un pene grande dentro de mí.

Tan solo con pensar en ello, y ya comienzo a liberar mi líbido.

Borró esos pensamientos de mi cabeza, no quiero terminar como la vez pasada, haciéndome la paja pensando en un chico literario, de esos que lo hacen al parecer bien rico en los libros.

Agarro mi jabón de avena y comienzo a esparcirlo por mi cuerpo.

Me quedo otro rato dentro del chorro con los ojos cerrados.

Cierro la regadera y salgo a mi cuarto.

Una toalla está en mi cabeza y la otra en mi cuerpo.

Las dejo en la cama las dos, y me dirijo a buscar la ropa del día en mi closet.

Escogí un vestido negro con escote en "V" que se ajusta a mí cadera a la perfección con unos tacones rosa pastel.

Me miró al espejo, y siento que la de mi reflejo no soy yo.

Ella me mira incomprensible, asustada, con emociones indescifrables.

Bajo la cabeza y veo todo mi maquillaje, y pienso en esas mujeres que se maquillan para solo sentirse bien con ellas mismas por miedo a que sean rechazadas. Yo por mi lado, me maquillo para verme presentable a los ojos de los hijos de puta que trabajan conmigo.

Agarro primero la basé, después el polvo, el lápiz de ojos,la pestañina y por último mi labial favorito, color melón que tanto me gusta por como se ven mis labios. Provocativos sería la palabra perfecta.

Con una última ojeada frente al espejo, me miró y sonrió con un poco de malicia.

" A cualquiera tendrías ante tus pies, o piernas", y ahí aparece mi perra conciencia, amiga en las buenas porque en las malas la grandísima puta desaparece.

Miro mi reloj y veo que son quince para las seis, hora de irme.

Prácticamente soy la primera en llegar y la última en salir de mi empresa.

La mayoría de mis trabajadores no me conocen.

Y eso para mí, es exelente.

Odio mezclar me con los demás, y no es porque me crea superior, nada de eso, tan solo es que soy muy antisocial o como mi psicólogo me dice" robinsoniana".

Agarro el portafolio que está encima de la repisa, busco las llaves del auto y del departamento.

Ya listas en mis manos, abro la puerta y la cierro detrás de mí.

Siempre he preguntado:

¿ Abrir y cerrar una puerta,es el mismo movimiento?

Cojo el ascensor y entran tres personas en el, junto conmigo.

muertes perversas (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora