CAPÍTULO 15

9 0 0
                                    

—¡¿Sí sabes de la mierda en la que me acabas de meter?!

—¡No sabía qué hacer! ¡Tenía que decidirlo en el instante! Mantenerlo vivo solo iba a ser un problema en la corte y estaba muy alterada.

—Mi trabajo siempre ha sido librarte de la cárcel, así sea lo más mínimo, pero jamás podré liberarte de lo que siempre has sido. ¡Das asco, asesina!

En ese momento lo pensé y no puedo decir nada al respecto. Toda mi vida he estado asesinando, así sea gracias por la manipulación de Austin o no, siempre he estado quitándole la vida a personas indefensas y podría decirse que "inocentes" en cierto punto solo por el h8echo de ayudarle a Austin y por sentirme bien conmigo mismo; el hecho de que veía a las personas sufrir como yo sufría de pequeña me daba cierta comodidad peculiar que muchos no podrán entender. 

Federico estaba vivo, eso es la verdad, pero no estaba vivo del todo. Estaba paralizado, sin saber qué hacer, solo movía sus ojos e intentaba hablar, la cual era intentos fallidos. Quería decirme algo, no sé si era recordarme lo asco que era, que iba a encontrarme en el infierno después de lo que le hice, o simplemente quería que lo sacara del baúl del coche. No sabía qué hacer, me daba pavor pensar que podía gritar y que su padre saliera de su casa (aun así, sin saber en ese momento que era su padre), entonces lo que decidí hacer era cerrar el baúl del coche y empujarlo hacia el lago.

Federico no murió porque Austin lo asesinó en defensa propia. Federico murió porque yo lo ahogué. 

—Federico estaba prácticamente muerto. No podíamos ayudarlo de todos modos —me excuso, sin embargo, entiendo en mi alma más profunda que sí podía haberlo ayudado. Podría haberlo sacado del baúl, decirle que todo está bien, ir a la casa de Daniel y saber de una vez que ellos dos tenían una relación padre-hijo, llamar a emergencias mientras tratamos de ayudarlo desde la casa y él podría haberse salvado de eso. Sí, si lo hubiera ayudado, lo más probable es que me hubiese delatado, pues su rencor hacia nosotros después de los juegos es inconmensurable, pero también existía la posibilidad de que, al ver que le salvé la vida sabiendo que podía perfectamente empujarlo al lago, pudo haber hecho una tregua con nosotros. 

De todas maneras, él ya no está aquí como para decirme qué hubiera hecho. 

—Deja de hacer tantas excusas que tú misma sabes que simplemente das asco como persona. ¡Estoy defendiendo a una asesina que ha estado viéndome la cara de payasa toda la noche! Tenga en cuenta señora Crawford que me has dado toda la información suficiente como para ir donde el juez o a las autoridades y hacerla pudrir en la cárcel.

—¡Usted no puede hacer eso! —le grito demasiado, lo más seguro es que sonó por todo el apartamento, a lo mejor por todo el piso, fue como un conflicto de pareja matrimonial con sus fases de conflictos, ante todo, hasta el más mínimo detalle. Ella está furiosa y yo también. Ella por haberle mentido todo este tiempo, ya que una cosa defender a una persona que estuvo presente en un asesinato por defensa propia y le acusan por un asesinato vinculado con ello, así los jueces no sepan del vínculo, y otra es defender a una persona que pudo haber salvado a alguien, pero decidió no hacerlo de ningún modo. Por otro lado, yo estoy furiosa porque es probable que el caso caiga al piso, cuando estaba en la cima, además de no sentirme suficiente por saber que realmente no lo ayudé. No tenía opción.

Los gestos de Jazmín solo son de furia, necesita tranquilizarla, así sea ponerle bajo la raya.

—¿No está aquí para defenderme, señora Myers? —me acerco un poco más a ella —. Pues defiéndame, hágame el favor —le susurro. 

La abogada se indigna y se dirige al salón se hace al lado del sofá y se apoya con un brazo, tratando de saber si tiene los pies sobre la tierra. Es una noticia que la dejó impactante, pero no puedo hacer nada más al respecto. Sea lo que sea, debe de ayudarme en este caso. Hemos llegado muy lejos como para tirar todo al suelo. 

Al paso de las horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora