—No le queda mucho tiempo —dice con voz compasiva y apretó mi hombro.
No estoy preparada.
Lo miro con súplica, deseando que sus palabras sean falsas y no una sentencia de muerte— ¿Puedo verla? —pregunto en un susurro casi inaudible.
El doctor asiente y abre la puerta.
Desvío mi vista a la habitación y la veo, postrada en una cama sin esperanzas de mejorar. Conectada a un respirador que la mantiene con vida. De inmediato siento como las lágrimas bajan por mis mejillas, empapando mi rostro en el camino.
—Volveré pronto —anuncia el doctor.
Camino lentamente dentro de la habitación. En cada paso que doy mis piernas flaquean, siento que caeré de rodillas y me haré un mar de lágrimas.
El dolor es intenso.
Cuando me encuentro a su lado levanto mi mano temblorosa y con el dorso seco mis lágrimas, tratando así de ocultar mi llanto. No sirve de mucho, puesto que mi respiración sigue agitada y suelto algunos sollozos. Me siento en la silla al lado de la cama y tomo su mano, su tacto es suave y frío. Me dispongo a trazar pequeños círculos en el dorso de su mano y mirarla con atención. Quiero grabar cada detalle, cada facción de su rostro, para que cuando cierre los ojos pueda verla y sentirla conmigo.
—Hola, mamá —digo con voz suave.
Sé que me escucha, aunque dado su estado no espero que responda. Aún así me gusta contarle todo lo que me pasa, creyendo que su subconsciente está atento a mis palabras.
—¿Recuerdas a la señora Lynn? La vecina de al lado con el gato obeso —Suelto una risa—. El otro día me preguntó por ti, quería saber cómo estabas —Mi voz se quiebra al hablar—. Le dije que cada día parecías mejorar, eso la alegró. Pensé que si no lo decía en voz alta, mi pesadilla no se haría realidad. ¿Pero qué crees? Todo esto es muy real —hablo exasperada al borde del llanto.
Quiero gritar, llorar, maldecir y volver a llorar. Y es inútil tratar de no pensar en eso, no pensar en ella. Sabía que pasaría en algún momento, pero esperaba que fuera dentro de muchos años. No ahora, siendo tan solo una niña de 16. Y sí me siento como una niña. Justo ahora soy indefensa, vulnerable, frágil cual cristal. ¿Qué haré cuando mi madre...?
No es momento para eso. Debo disfrutar el tiempo que me queda su lado.
La hora de visitas acabó, pero las enfermeras me dejan quedarme en su habitación. Lo hacen porque mi mamá es enfermera en este mismo hospital y me tienen aprecio. Lo peor vino a la mañana siguiente.
Tuvo un colapso pulmonar a causa de su neumonía. Las enfermeras la llevaron de emergencia al quirófano, los doctores hicieron lo mejor que pudieron, sin embargo, no siempre se obtiene un milagro.
—Lo lamentamos mucho —La voz del doctor estaba llena de compasión, realmente entendía mi dolor, pero mi mente estaba en otro lado. Sentía como si todo se moviera en cámara lenta, como si de pronto el mundo dejara de existir para mí. Y así fue.
Mi madre había muerto.
Y no existen palabras suficientes para describir mi dolor.
*****Hola, hola. ¿También sintieron su corazón partirse en mil pedazos? :(
He querido aventurarme a este tipo de romance, ese que es dulce y te hace desear uno igual. Espero hacerlo bien. Acá verán mi lado más romántico :)
No olviden votar si les gustó. Nos leemos a la próxima.
Besos.
P. S. La Editorial Latina realizó el hermoso booktrailer. Muchas gracias <3
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Mi último deseo ©
RomanceGrace lidia con la muerte de su madre, mientras trata de no enamorarse de su nuevo vecino. ♡♡♡ «A veces perder, significa ganar». La madre de Grace muere el mismo día en que su padre, aquel que nunca ha visto, aparece. Su vida cambia al tener que m...