"La Vigilancia"

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Escuchaba las suaves notas musicales que Luka le dedicaba, sentía su corazón latir, sin duda, había encontrado su canción, él siempre sabía cómo expresarse, siempre sabía cómo se sentía, siempre estaba allí, se sintió triste, sabía de sus sentimientos hacia ella, y a pesar de apoyarla siempre, más que Adrien, fue el chico rubio el que había robado su corazón, y el solo saber que incluso aceptaba la relación que éstos dos pudiesen tener la hacía sentirse aún peor.

Luka había terminado de tocar su guitarra, miró a Marinette confundido.

—Mari, ¿Sucede algo?— Su voz sonó preocupada.

—¡No! No no no solo... Estaba pensando...— Sonrió nerviosa llevándose una mano a la cabeza.

Luka la miraba con ternura, era normal verla nerviosa y algo sonrojada, suspiró entendiendo lo que pasaba, una vez más pensaba en él, su teléfono sonó, se levantó y contestó a su madre quien estaba esperándolos en su casa como lo habían acordado, ya era tarde, Luka llamó a su hermana  acompañada de Rosita, los tres se despidieron rápidamente.

—Te veré pronto Marinette, me
encantó pasar la tarde contigo— sonrió feliz.

Max se levantó, y con él Kim y los demás compañeros.

—Nosotros también nos vamos, no queremos llegar tarde a casa.

—Hasta pronto.

Todos se iban, Alya y Nino estaban abrazados hablando sobre quién sabe qué, tan enamorados están que se iban sin despedirse de los tres únicos que quedaban.

Marinette reía levemente al ver así a su mejor amiga.

—¿Ya se van?— preguntó.

—Sí— sonrió Nino —Veremos películas toda la tarde ¿Verdad?— Alya asintió feliz. —¿Quieres venir?

La expresión de su novia cambió rápidamente, molesta le dió un codazo, Marinette entendió la indirecta, era claro que querían estar solos.

—No se preocupen, iré a casa a terminar mis deberes...

—Lo siento, es solo que...

—No tienes que explicarme Alya, lo entiendo.

Alya corrió a abrazarla.

—Gracias.

Sin más que decir la pareja se fue, y el silencio incómodo era mayor cada vez. Solo quedaban ellos tres, Adrien y Kagami no decían nada, y ella tampoco.

El claxon de un auto lujoso rojo carmesí captó su atención, estaba ahí para recoger a la joven Tsurugi, quién se despidió con un beso en la mejilla del rubio, la acompañó hasta la puerta para poder abrirla como todo un caballero, y el auto arrancó.

Solo quedaban ellos dos, parados frente a frente separados por una larga distancia, las nubes grises y los estruendos aseguraban una tarde lluviosa, un silencio incómodo inundaba el lugar, ni un solo auto, ni una sola persona solo ellos dos y su mirada.

Adrien sonrió y sin más caminó hacia ella como si nada, confiado, notaba un aura de tristeza y ansiedad, era notable que su amiga estaba cansada, a pesar de siempre estar sonriente dando apoyo incondicional a sus compañeros, comenzó a sentir preocupación.

Justo antes de que pudiera decir algo el claxon de un auto conocido se escuchó, el gorila se asomó por la ventana viendo a Adrien, quién a su vez comprendió aquello.

—Creo que yo también debo irme...— Sonrió levemente —Adiós...

Apenado comenzó a caminar, se sentía mal, pues no podía dejar así a su amiga, y mucho menos si se trataba de Marinette, se detuvo en seco y volteó.

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