En el Hades, aparece la diosa Perséfone con una granada en su mano derecha, en la izquierda porta unas flores de narcisos y lirios.
Perséfone: Aquellos que recuerdan los hechos memorables del pasado son los que prevén lo que ocurrirá o serán dignos para repetirlos. El futuro es incierto, mas puede vislumbrarse. No obstante, la historia está plagada de episodios de astucia y osadía. El eólida Sísifo pertenece a este género de hombres que, preñados de ingenio y ardides, consiguen sus planes en detrimento de otros. Aquel hombre, hijo de Eolo, escapó del Hades engañando a mi cónyuge y encolerizó a Zeus por revelar su rapto amoroso, pues, metamorfoseado en águila, por el cielo azul entre sus garras llevaba a Egina, hija de Asopo por mero capricho. En esto que Sísifo le desveló a su padre Asopo quién se la había arrebatado; Zeus, al enterarse de lo anterior, concibió con su ira un terrible plan para este héroe: le enviaría a Thánatos para arrastrarlo a lo más profundo del Hades. Mas Sísifo, tan astuto que es, consiguió burlar y encadenar al pobre genio, de suerte que nadie más murió durante gran lapso de tiempo hasta que le retiraron las cadenas a Thánatos. Tras estos hechos, Sísifo supo que en cualquier momento tratarían de hacerse con él, así que le dijo a su esposa, la pléyade Mérope, la única que contrajo matrimonio con un mortal, que las honras fúnebres fueran censuradas a su muerte. Esta, sin más explicaciones, hizo lo que se le ordenó. Así pues, Sísifo acabó en el Hades sin haber recibido las merecidas exequias y sin la moneda para cruzar al otro lado, donde el castigo aguardaba. A causa de esto, mi esposo, el que a muchos acoge, el más rico de entre los dioses, le preguntó el motivo por el que no podía pagar su deuda con el terrible barquero. Sísifo respondió que su pérfida esposa había sido impía y que, si se lo permitía, volvería al mundo terrenal para castigarla y volver con su cambio. Mi esposo aceptó el trato, mas cayó en el engaño de Sísifo, pues jamás volvió a pisar el Hades. Han pasado ya innumerables hazañas, muchas guerras, han caído generaciones enteras, nuevos inventos han surgido hasta este momento en que los cabellos de Sísifo han encanecido, sus bravos miembros desfallecen y su bello rostro se ha hundido en su recuerdo. La corona de Éfira le pesa demasiado para mantenerse erguido. Sísifo se prepara para separarse de su esposa y poner el movimiento este peñasco por esta colina interminable, que inexorablemente caerá hasta que el mundo se convierta en polvo. Quien se burla de las divinidades será castigado, no importa que seas un caballero o un porquero, la espada de Dike cae con igual justicia a todos. Advertidos quedan aquellos impíos que en su desidia ociosos luchan contra nuestra potestad.
Cambio de escenario: la mansión de Sísifo en Éfira. Se prepara para partir con su apoyo de madera. Su esposa Mérope llora junto a él en su lecho.
Sísifo: ¿Por qué lloras, gracia mía, si este momento llegaría? Un mortal soy, está en mi sino.
Mérope: Mi llanto es una expresión de mi ser; toda separación trae lágrimas de los rostros, tanto humanos como divinos.
Sísifo: Innecesarias son. Las lágrimas nunca han podido cambiar acontecimientos o devenires históricos.
Mérope: Pero sí han podido doblegar corazones y han revuelto los sentimientos ajenos.
Sísifo: Poderoso es su hechizo, querida Mérope. Nunca hubo otra pléyade como tú, tan facunda.
Mérope: La única que afrontó el casarse con un mortal, a pesar de las burlas de mis hermanas.
Sísifo: ¡Qué importan las habladurías! De un linaje u otro, todos somos dignos de amar.
Mérope: Nuestra desunión forzosa trae muchos recuerdos a mis mentes. ¡Ojalá poder retroceder y volverlos a vivir con más gozo, sabiendo el fin que auguraban!
Sísifo: El pasado es inamovible, Mérope. Los recuerdos es nuestro regalo a generaciones futuras para que aprendan de los virtuosos y detesten a los facinerosos.
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El eólida Sísifo
Historical FictionTragedia del fin de la vida de Sísifo, héroe de la mitología griega.