-Adelante.- llamó el director al siguiente alumno que en este caso era Rubén, vio salir a Oliver, el cual lo miraba con odio, se notaba a kilómetros que lo quería asesinar. Y si las miradas mataran, ahorita mismo estaría a cuatro metros bajo tierra.
Se levantó del asiento, y camino a la oficina del director, cerrando la puerta tras de sí, el director estaba en sus cosas así que se sentó, por dentro estaba bastante acojonado ya que la probabilidad de que lo expulsaran era bastante alta. Observó como este tomó asiento frente a él y se quedó callado. Analizó su rostro y supuso que estaba pensante, buscando alguna forma de decirle a un niño de 8, que estaba expulsado y tendría consecuencias de grande, pero estas palabras nunca llegaron.
-Rubén, si no me equivoco, ¿verdad?.- hablo por fin el director rompiendo el incómodo silencio que inundaba aquella habitación. Rubén solo se dedicó a asentir.
-Hubo varios testigos que observaron lo ocurrido, y he de decir que lo que hiciste fue muy valiente, digno de un caballero.- alago tratando de calmar un poco al pequeño niño frente a él.
-Sin embargo, este tipo de cosas no se pueden hacer en esta institución, están completamente prohibidas. Intente contactar a tu madre, pero fue imposible...-
Rubén escuchaba atento sus palabras, hasta que llegó a la parte de su mamá, esta siempre estaba en casa y solamente salía cuando el estaba con ella, era una regla primordial desde la muerte de su papá;
"no salir solo a ningún lugar."
Pero no se preocupo tanto, era muy comprensivo en ese aspecto a pesar de su corta edad, tal vez le urgía hacer algún tipo de compra y no podía esperar a que llegara. Además, ya era viernes por lo que la escuela había dado a su fin, por esta semana claro.
Después de unos cuantos regalos y advertencias por parte del director, pudo al fin regresar a casa, supuso que su mamá estaba afuera de la escuela, esperándolo como todos los días, pero cuando salió, no había nadie y sus demás compañeros ya se habían ido, todo estaba vacío.
-Rubén recuerda la regla, tienes que esperar aquí, y no moverte hasta que venga mamá, no debes moverte, recuérdalo.- Se repetía una y otra vez, susurrando para el mismo las palabras que su mamá le había dicho a lo largo del tiempo.
Pasaron los minutos, hasta que llegó la hora, una hora esperando a su mamá, agregándole el detalle de que también había salido tarde, ahora si se le hizo más raro, así que optó por desobedecer y comenzó a caminar a su casa a paso rápido, casi corriendo.
[...]
Una vez llegó, abrió la puerta de su casa, la cual no tenía seguro y se adentró a esta dejando su mochila a un lado y cerrando la puerta tras de sí.
-¿Mamá? ¿Porque no fuiste a la escuela por mi? Estuve esperándote durante horas.- Bueno puede que haya mentido un poco respecto a cuánto tiempo la espero, ya que no le pensaba decir lo que le había pasado en el colegio, como ese tal niño Oliver.
Nada, silencio absoluto era lo que había en ese hogar, creyó que estaba dormida, o simplemente no lo escuchaba, así que de supuso a buscar a su mamá por toda la casa, todo relativamente normal hasta que llegó a la habitación, la puerta se encontraba entreabierta.
-¿Mamá? Dime que estás ahí por favor...- Abrió la puerta de forma lenta topándose con la imagen más traumática en toda su vida, su niñez completamente destruida.
El cuarto estaba totalmente hecho un reguero, ropa por aquí y por haya, marcas de arañazos en las paredes y ventanas, vidrios rotos en el suelo, y lo peor de todo. Su mamá estaba colgada, tenía una cuerda atada a lo largo de su cuello asfixiándola, su cuerpo inerte y sin ningún rastro de vida se encontraba suspendido en medio de la habitación.
-¿Mami? ¿Que estás haciendo ahí?....por favor háblame, esta broma ya no es divertida, me estás asustando....- Rubén tenia aún muy corta edad para tener siquiera una idea de que era el suicidio, nadie jamás se lo había contado, pero sólo comenzó a darse cuenta de lo que estaba pasando, no se la quería creer.
-Tú... tienes que estar aquí, conmigo, no me puedes dejar solo, no como papá...- intentaba mentalizarse de que esto era una simple broma, una de muy mal gusto. Pero no, las lágrimas no tardaron en salir, mojando su uniforme escolar.
Observó como una carta sobresalía de su abrigo, se acercó con algo de miedo y dolor en su corazón, y salió corriendo de ahí sin voltear atrás en ningún momento, saliendo también de su casa, y con el paso del tiempo del pueblo. Corría como si no hubiese un mañana, apartando las lágrimas que aún salían por sus preciosos ojos color olivahasta que sus piernas no pudieron más y se detuvieron en medio del frondoso bosque.
Estaba perdido completamente en medio de la nada y por su no fuera poco, pronto comenzaría a anochecer. Miro hacia su alrededor intentando ubicarse, y guardo la carta entre los bolsos de su pantalón, comenzando a buscar alguna forma de volver a su hogar, fracasando rotundamente, sin querer se perdía cada vez más y más, volviendo a llorar de la impotencia que sentía en esos momentos.
Al caer la noche se escondió en medio de unos arbustos, los cuales para su fortuna, tenían un pequeño hoyo en donde cabía perfectamente. Hacía demasiado frío, pero lo que más le importaba ahora era sobrevivir.
Se encogió en su lugar dándose un abrazo a sí mismo, tratando de mantener calor el mayor tiempo posible, hasta que poco a poco fue cerrando los ojos quedándose dormido, no de la forma más cómoda, pero aún así estaba alerta de los peligros que la noche podría traer.
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Hola! He vuelto, perdonen la tardanza pero realmente no me sentía del todo bien y por lo tanto, no me salía como esperaba el capítulo, pero aquí lo tienen. Perdonen si hay alguna falta de ortografía o algo escrito mal.
