Capítulo 6

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— No puedo quedarme aquí... Aún tengo cosas que hacer... — de manera calmada la joven Rachel diría aquello ante la insistencia de la demonio de que aun era muy pronto para que estuviera por su cuenta, habían pasado algunas semanas aunque también podrían haber sido meses desde que aquellos dos demonios la acogieron enseñándole todo lo necesario para sobrevivir en aquel ambiente hostil. Pero estaba segura de que si se quedaba en aquel lugar más tiempo perdería de su mente a todos sus amigos, cada vez le era más difícil recordar la hermosa voz de Emma despertandola por las mañanas o la voz de Ray diciéndole que no debería comportarse como una tonta, pero lo que más le aterraba era que la imagen de Norman en su mente se había vuelto borrosa y no podía permitirse a sí misma olvidar a la persona por la que había entregado todo.

De esa manera con algo de preparación la mañana siguiente a aquella preparación Rachel partió en un camino diferente al de los demonios con la leve esperanza de poder encontrar pronto a sus amigos. Estar completamente sola con su mente era algo difícil, las voces intentaban confundirla de manera constante y el peligro que la rodeaba la hacia sentirse paranoica, seguir el rastro que nunca había marcado le fue algo difícil pero mientras que los recuerdos de sus amigos parecían volverse más y más borroso con cada paso su mente le mostraba aquel bosque como si ya hubiera estado antes allí. Dos días después de su partida el hecho de que los restos de la que había sido su jeringa favorita estuvieran tirados junto a un árbol le indicó que estaba más cerca de lo que pensaba de cumplir su objetivo.

Una sonrisa estuvo en su rostro por algunos segundos mientras su corazón sentía la emoción de volver a su “hogar”, el cual era la compañía de sus amigos en especial de aquel albino con el que tanto tiempo había pasado, algo en su mente le gritaba que no todo iba a ir como ella lo esperaba sin embargo ignoró aquella voz como siempre para avanzar.

Pero por otro lado aquellos meses habían bastado para que el odio de Norman hacia los demonios lo llevara al punto se querer realizar un genocidio masivo, después de todos los demonios para él eran criaturas horribles quienes asesinaban niños sin piedad y le habían arrebatado a la única persona que había sido capaz de arriesgar su vida solo por no dejarlo en soledad. La llegada de Emma y Ray fue un punto más para su estrategia aunque decirles que había perdido a Rachel era algo que no había podido, después de todo ni siquiera aceptaba aun la posibilidad de que ella hubiera muerto aunque todo lo que había encontrado le indicaba eso.

Una mentira tan cruel como justa según su pensamiento, “Rachel se encuentra en una misión para conseguir recursos con otras personas, tranquilos, ella esta completamente a salvo”. Tal vez había dicho eso por que era lo que él deseaba creer o por que sabia que no soportaría ver tristeza en el rostro de Emma al saber que habían perdido a su pequeña Rachel, de cualquiera forma sabía que aquella mentira no duraría para siempre pero aun no se sentía preparado para decir la verdad sobre todo aquello.

Escuchando el golpeteo de la puerta de su oficina lo obligo a salir de sus pensamientos para levantarse de su silla y acercarse a esta, sus animos habían estado un poco mejor desde la llegada de Emma y Ray sin embargo aun sentía aquel vacío en su corazón.

— ¡Norman! — al abrir la puerta no tuvo tiempo de reaccionar cuando aquella chillona voz exclamo su nombre, en cuestión de segundos se vio rodeado por aquellos delgados brazos llenos de moretones lo rodearan, mientras que debido a la diferencia de altura la pequeña chica terminaba hundiendo su rostro en su pecho en lo que buscaba esconder sus lágrimas de felicidad.

— Ra... Rachel... — tartamudeo el albino lleno de emoción, el temor de que aquello no fuera real lo invadió pero podía reconocer perfectamente la voz de la chica diciendo su nombre, en el momento en que esta levanto la mirada no tuvo dudas de que era su pequeña. Lucía tan diferente pero aquella inocente mirada que tan solo buscaba afecto no podía mentirle, ella no estaba muerta, ella lo estaba abrazando... ¡Ella había vuelto!

The queen of the board Donde viven las historias. Descúbrelo ahora