last ones out

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spoilers

levi y erwin habían emprendido camino a casa de hange y moblit. erwin compró vino al ser los invitados, y luego se lo cedió a levi mientras se subía al auto en el sitio del conductor.
cuando ya estaban sentados, se inclinaron ambos a darse un casto beso.
erwin prendió el motor para poner en marcha el auto.

el camino no fue nuy largo, ellos vivían relativamente cerca de “la gafitas” (como le decía levi), así que unos 10 minutos bastaron para llegar a su destino.
ambos bajaron lentamente y antes de que pudieran tocar el timbre, zoe ya estaba abriendo la puerta, feliz de tener a sus amigos allí.

—¡hola! –alargó la o, sonriendo. —¿habéis traído vino? –su boca se ensanchó y sus ojos iluminados se abrieron lo que más podían. erwin intentó no reír y asintió, lentamente. —¡¡gracias!! –abrazó a ambos, con un brazo cada uno, pasándolo por su cuello. smith lo recibió gustoso y ackerman entornó un poco los ojos, aunque por dentro estaba un poco, solo un poco contento. —pasad, pasad. –se hizo a un lado de la entrada y la pareja entró sin prisas, mientras hange daba algunos saltitos de emoción.

posteriormente se encontraron con moblit y lo saludaron, preguntando cómo era soportar una persona como hange todos los días (erwin lo dijo de broma, levi... no tanto). rieron un poco y se acercaron a la mesa donde habían algunos de sus compañeros. se separaron ya que erwin quería socializar un poco y levi se fue directo a hablar con petra, que estaba sentada en una mesa algo alejada y charlando con otro compañero que levi conocía. se les unió y charlaron gustosamente.
habrían como 10 personas en la casa, pues era muy grande. levi la mayoría los conocía, así que se encontraba bastante cómodo. cuando moblit comenzó a llevar algo de comida para picar, y se sentó, levi y erwin se miraron para volver a su mesa y se despidieron de sus compañías.

—¿qué tal todos? –preguntó el pelinegro cuando se sentaron.

—bien, me estaban contando un poco de sus vidas. –el ojiazul sonrió y levi le devolvió una sonrisa mucho más chiquita y tímida. habían estado charlando un rato todos hasta que hange apareció con música lenta de fondo.

—¡bailemos un poco! –exclamó. a ackerman no le hacía mucha gracia, pero al ver el rostro ilusionado de erwin, entornó los ojos por segunda vez en el día y le dio su mano.

—¿vamos? –le preguntó sin interés. smith sonrío inmensamente, el rubio no podía ser más feliz. fueron a la pista bajo los vítores de los invitados y levi pasó una mano por los hombros de erwin (o intentó, pues era muy alto) y la otra la unió con el rubio. erwin lo imitó y tomó con cuidado su cintura, yendo al ritmo.

al estar cerca, podían escucharse el uno al otro, así que una conversación amena fluyó entre ellos, entre todo el barullo de las personas y las parejas que reían por la torpeza de sus pasos.

minuto a minuto, levi se lo pasaba aún mejor, sentía como conectaba con su amor, y fue como si cada persona que estaba allí fuera desapareciendo. el ruido de la gente se hundió con  la música quedando en murmullos que ni siquiera levi percibía. solo estaba mirando a la persona delante de él.

—¿acaso no huele como un gimnasio de escuela aquí? –bromeó erwin, acercándose un poco más a levi. este quiso reír, y asintió. pensó que era gracioso como todos olían igual. así que, erwin también lo estaba sintiendo. era como revivir ese primer baile juntos, después de la fiesta de graduación. pensó también que era gracioso como erwin siempre lo recordaba. lo habían hecho cien veces antes, y era gracioso cómo seguía olvidándose.

se aferró más a él, ahora apoyando la cabeza en el pecho del rubio. erwin lo estrechó y quedaron abrazados moviéndose al son de la música. las personas iban desapareciendo sin que estos se dieron cuenta, ya un par de canciones habían sonado y ellos permanecían allí.

al otro lado, hange miraba con devoción, cariño y ternura la escena desde el marco de su puerta. ya nadie quedaba en la pista de baile, se habían trasladado a otra habitación a jugar juegos de mesa. pero ellos aún estaban ahí, abrazados. no quería arruinar el momento.
moblit se acercó por detrás y le preguntó qué hacía.
—míralos. –contestó. —se aman tanto... nunca vi dos personas que pese a todo estuvieran tan unidas. han pasado años y años y todo sigue igual. ¿los has visto alguna vez tocar el piano? –inquirió. el hombre negó, le daba curiosidad la reacción de su pareja. —es la cosa más tierna del mundo, levi se sienta a su lado y de vez en cuando le ayuda, sé que podría estar horas y horas mirándole tocar y no se aburriría. –suspiró. había cuidado su tono de voz para que los dos enamorados no les escucharan.

al cabo de unos minutos, los dueños y anfitriones de la casa y fiesta, abandonaron el lugar. ahora sus pasos eran mucho más lentos y relajados.

—¿somos dos bailarines lentos, no? –erwin sacó del trance a levi y este abrió lo ojos lentamente. —los últimos en salir. –su tono fue más triste, mientras observaba la habitación vacía y medio oscura, solo alumbrado por algunas lucecitas. el corazón de ackerman se estremeció, sus palabras le habían dado de lleno. recordó esa fantástica noche; todos se habían ido del gimnasio y solo ellos quedaban nel a pista de baile. era la única forma de poder bailar juntos tranquilos sin que nadie les molestara. esa noche, comprendió que nunca encontraría a nadie como erwin smith. y, sucesivamente sintió como si el suelo los fuera empujando para abajo.

se escondió en su pecho, esperando quedarse allí por siempre. no deseaba nada más, solo estar con él, sintiendo su calor.


—levi. oye, levi. levi, despierta. –la voz de su compañera, al fin, lo despertó. —al fin abres los ojos. vamos ackerman, tienes que levantarte, no puedes quedarte allí por siempre.

un sueño. había sido un sueño.

observó su alrededor, incorporándose. estaba abrazado a las camisas blancas de erwin, junto con su collar de gema verde, en lo que solía ser su cama. todo allí olía a él. quería sentirlo, quería abrazarlo.

—mira... sé que es difícil, pero no puedes quedarte allí para siempre. te voy a dejar un rato, y cuando estés listo avísame.

levi miró aquella triste silla de ruedas y suspiró. ahora tenía que depender de los demás, y lo odiaba.

se quedó pensando en todo lo que había soñado. era tan lúcido, tan vívido. como si alguna vez hubiera pasado de verdad, o como si fuera “lo que podría haber sido”. de todas formas, no podía aguantarlo más.

estaba tan, tan triste. una vez perdió a aquel hombre, no lloró. ni una lágrima. porque debía ser fuerte, debía vengarse de él, debía resistir y demostrar ejemplo.
sin embargo, una vez todo terminó, levi se desmoronó. entre la noticia de que no volvería a caminar y todo el peso de lo ocurrido sobre sus hombros, estuvo llorando semanas (en secreto). extrañaba a erwin, y, maldición, sabía que había cumplido su última voluntad, y que lo había vengado correctamente, pero lo odiaba, le quemaba, le lastimaba continuamente saber que cuando despertara, cuando abriera la puerta o llegara a casa, smith no estaría allí con su característica sonrisa o con todas esas muestras de afecto que levi decía odiar.

sería cien veces más fácil si fueran jóvenes otra vez, pensaba levi. o si se hubieran conocido después, lo que fuera. pero así es y así sería. probablemente no hubiera sido lo mismo si se hubieran encontrado en otras circunstancias, pero lo habría amado igual y de la misma manera.

y, admitámoslo, era estúpido pensar que se quedarían igual, que serían los mismos, que nadie ni nada habría cambiado.

levi volvió a abrazar su camisa oliendo su esencia, cerrando los ojos, imaginándolo a su lado.
al fin y al cabo, eran dos bailarines lentos, los últimos en salir.

two slow dancersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora