Tal vez meter la pata es mi punto fuerte. Tal vez estábamos destinados a aquel día, de aquella semana, de aquel mes, de aquel año. Puede ser.
Intenté ver cuáles eran las posibilidades que tenía de huir y esconderme en alguna madriguera pero, para desgracia mía, ya se había dado la vuelta.
Miré su pelo oscuro, con algunas pequeñas canas que, después de todo, eran lo único que revelaba su autentica edad. Con aquella figura alta aunque ya algo encorvada por los años seguía aparentando su no tan escondida musculatura que llamaba la atención de cualquier mujer adulta (y no tan adulta) que lo mirara detalladamente, al igual que estoy haciendo yo en estos instantes.
Con su bien preciado traje de alguna marca como Ralph Lauren hacía que su apariencia fuera aún más preciada, dando a pensar así que es un buen hombre de negocios con un alto rango y sin ninguna razón por la que temer a la bancarrota.
Me fije en su barbilla, alzada con fuerza pero a la vez con un toque delicado y bello, que dejaba una perfecta vista de sus simples ojos castaños, pero aún siendo simples y corrientes eran los ojos más bonitos que había visto en toda mi vida, esa fue una de las principales razones por la cual me enamoré de él.
Por desgracia me quedé más tiempo del debido observando su increíble belleza, ¿cómo es que habían pasado tantos años y seguía igual de atractivo? No se había vuelto ni gordo, ni arrugado, ni calvo... ¡Demasiado perfecto para ser real!
– ¿Karla? –dijo de pasada una voz a mis espaldas.
Entonces, después de varios minutos aparté por primera vez la vista de él para fijarla en Víctor, ni siquiera recordaba que estaba esperándole.
–Oh perdona, creí haber visto a alguien... –puse la mejor sonrisa que me podía permitir en esos instantes y me dirigí sin más preámbulos al coche.
Cuando abrió las puertas entramos y en todo el trayecto ninguno de los dos rompió aquel silencio que, prácticamente, me estaba matando. Al llegar al apartamento Víctor se dirigió directamente hacia el dormitorio. Nuestro piso estaba compuesto por un pequeño dormitorio, un baño medianamente grande y una cocina-salón, en definitiva odio este apartamento, ¡creo que me estoy volviendo claustrofóbica desde que vivo aquí!
– ¿Ese era él? –oigo a Víctor decir desde la habitación. ¿Por qué tuvo que preguntarlo siquiera?
–Si... pero no se dio cuenta de mi presencia así que no tiene importancia, ¡ni siquiera creo que me recuerde!
– ¿Cuántos años han pasado Karl? –pregunta con curiosidad intentando recordar. – ¿diez?
. –Quince para ser exactos. Pero eso ya está enterrado –digo con total naturalidad y me dirijo a la encimera mientras cojo un vaso y lo lleno de agua.
No sé qué pensar sobre todo esto, ¿de verdad está olvidado? Han pasado muchos años, los suficientes para olvidarlo en realidad. Seguro que ha rehecho su vida y tiene hijos, ¡puede que hasta incluso nietos! Soy un caso perdido, el hombre que fue el amor de mi vida seguro que ha encontrado a su media naranja y mientras yo sigo aquí, como un limón salvaje y perdido.
De repente, un golpe en la puerta me saca de mis pensamientos. Son las diez de la noche, lo más seguro es que vuelva a ser la pesada del quinto.
–Yo voy, a lo mejor es un acosador o un asesino enserie que viene en tu búsqueda –dice Víctor mientras esconde una sonrisa aunque, falla en el intento.
–Si, en uno de los barrios más lujosos de la ciudad donde hay una patrulla en cada esquina ya que a cada cien pasos vive un famoso y además en un día laboral van a venir a robarnos o asesinarnos, ¿qué plan tan mal planificado, no crees? –Víctor empieza a reírse de una forma escandalosa, aunque en verdad me asusta que alguien venga a casa a altas horas de la noche.
– ¡Es para ti! –me dice Víctor tras abrir la puerta.
¿Para mí? ¿A estas horas? Seguro que es algún estúpido vendedor diciendo que hoy es mi día de suerte y esas boberías. Me levanto de forma lenta y perezosa del sillón y arrastro los pies mientras me dirijo a la puerta, en verdad de la puerta al sillón no hay ni diez pasos pero, Víctor está manteniendo la puerta con lo cual no puedo ver quien se encuentra tras de ella.
Cuando estoy a punto de llegar, una voz ronca y fuerte que no pensé volver a escuchar nunca me hace levantar la vista del sucio suelo.
– ¿Karla?
–Daniel...

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Recuerdos de invierno [PAUSADA]
RomanceRecuerdos, ¿de qué estamos hechos si no? Eso es lo que piensa Karla, al fin y al cabo su vida se define en eso, en recuerdos y soledad. Pero, un repentino reencuentro le hace tener más recuerdos, muchos más de los que ella imaginaba porque, de aquel...