Capítulo 16
No me di cuenta, pero la hora de la cena ya había pasado y las puertas del comedor estaban cerradas. Eso significaba el hambre durante una noche entera. No estaba segura de poder soportarlo.
Bajo la frescura de octubre y el cielo despejado caminé hacia los dormitorios. Yo tenía que hacer un par de cosas para poder volver a vivir completamente tranquila, y eso incluía hablar con el director Smith sobre el tema de Jasmine, si nuestro trato había o no terminado. La parte consiente de mi cerebro decía que si, por que tener una relación amistosa con un superior no es algo de lo que me gustaría alardear. Si cualquier persona como Jack, James o Mel se enterasen, en menos de media hora el Twit tendría cuatrocientos mil reblogs; mi posición social (tener un hermano que representa como uno de los chicos más lindos de todos los internados a la redonda, ser una de las mejores amigas de Gwen, tener una relación amistoodiosa con Jack y James) me permitía que alguno de mis deslices no llamase tanto la atención, pero al mismo tiempo los impulsaba a ser conocidos. Por otro lado, la parte inconsciente de mi materia gris, pensaba que seguir amistando con Isaac me seguiría dando todos esos beneficios que tanto adoraba (como que no se cuenten las insistencias o comida gratis en el almuerzo).
A lo lejos, cerca de nuestro árbol, pude distinguir la punta brillante de un cigarrillo. Recordaba como si hubiese pasado ayer el castigo que soporté cuando Foster me descubrió fumando dentro de las instalaciones. Quien sea que fuese esa persona, era muy, pero muy osada. Decidía advertirle, porque si al día siguiente encontrara una cabeza clavada en un palo en la esquina de algún lugar a la redonda como forma de advertencia, no iría a poder perdonármelo.
—Hey, tu —comenté mientras me acercaba. Lo único que podía divisar era su silueta. Flaca y larga. Definitivamente un hombre. El miedo comenzó a correr por mis venas, junto con la adrenalina, cuando me percaté que podría ser un pedófilo violador. Pero ya era tarde, quedaría como la rara que ya era pero ocultaba ser si fuera otro simple alumno. No supe si el sujeto me había escuchado, si me había mirado, si siquiera me había notado, pero no había forma de saberlo sin preguntarlo, y no había forma de preguntarlo sin parecer una idiota. ¿Qué podría decir? ¿Hola, extraño, ¿Me escuchas? Porque tengo que comentarte sobre ciertas consecuencias. No, definitivamente eso no iba a pasar—. Disculpa, ¿Me oyes?
No podría ser yo si no hiciera cosas sin después arrepentirme de hacerlas. No, no sería yo.
El soltó una carcajada suave, como si estuviera drogado. La situación de la despedida de Leslie me inundó. Nada bueno podría pasar con una persona drogada.
—¿Acaso estas fumado? —pregunté por mi propia seguridad. Era la primera cosa inteligente y que no había sonado tan ridículamente mal que había dicho en mucho tiempo. O tal vez si, quizás no quedó tan bien como sonó en mi mente, pero ya era demasiado tarde para remediarlo.
—Sólo si tu quieres que lo esté. —¿Qué si yo quiera que él estuviera drogado? No podía ser en serio. Una parte de mi corazón se incendió cuando noté que el sádico violador zoofórico sonó como Noah de The Notebook. Podría ser mi alma gemela. Con ese pensamiento las ganas de socializar me despertaron más de lo que la adrenalina ya había echo.
—Quisiera que lo estuvieras siempre y cuando yo también —coqueteé. Una manera rara, lo sé, pero funcionó, porque cuando me fui a sentar frente suyo pude ver una sonrisa juguetona. No estaba segura, pero parecía ser Ben. Probablemente un gemelo. Él estaba comiendo. Me tendió un cigarrillo que acepté con simpatía, haciéndome la profesional, como si fumar fuera lo mío. Por un segundo, me creí gánster. Arremangué las mangas de mi campero talle XL y lo tomé entre mis dos dedos, agarrando, aparentando. Me sentía como Miley Cyrus, una muchacha sin control, rebelde y anarquista. Apoyé el filtro en mis labios e inhale, como vi que las adolescentes en Skins hacían. Pero no me resultó nada fácil. El humo encontró la entrada a mis pulmones, impulsándome hacia adelante con una toz incontrolable y la sensación de ardor en mi garganta.
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Todos contra todos: La batalla recién comienza - PAUSADA
فكاهةLos profesores las aborrecen, las de primer año las detestan y los de quinto las admiran. Ellas superan los obstáculos como en la guerra, todas juntas y unidas. Pero no todo es color de rosas. Las jóvenes de los cursos inferiores, se dedican en tie...