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¡Surprise!

Dejo el capítulo arder con esta canción.

Desperté desorientada mirando las paredes blancas de mi habitación

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Desperté desorientada mirando las paredes blancas de mi habitación. Reorganizado mis ideas me pregunté porque Hans o William no estaban a mi lado, cuando ayer en la tarde me prometieron que alguno amanecería conmigo.

De pronto me sentí fatal, tuve un sueño horrible, para nada nítido y muy confuso, pero a la vez escalofriante. En su mayoría la oscuridad me cubría y recordarlo hacía que mi corazón se estrujase de dolor.

No fue hasta que me levanté, que un mareo muy fuerte me cubrió desorientando mi equilibrio y llevándome directo al piso frío y duro. Unas ganas de vomitar inmensas acompañaron mi situación empeorando mi estado de ánimo.

— Muñeca... — sus ojos se abrieron desmesuradamente y se acercó a mí levantándome del piso — ¿qué pasó? — una lágrima se deslizó por mi mejilla — Agnes — sacudió levemente mis hombros — ¿por qué lloras?

— No sé — cerré los ojos y con necesidad tomé de su camiseta atrayendo su cuerpo a mí. Suspiré cuando se subió a la cama para abrazarme mejor.

— Vamos a la enfermería — negué aferrándome más a él. Quería vomitar y dormir a la vez. No quería hablar, no tenía fuerzas y me sentía de la peor forma, ir al centro médico solo empeoraría las cosas — ¿Qué sientes? Agnes tenemos que partir en una hora. — me informó.

— En un momento estoy con ustedes — logré emitir en un hilo de voz. Las ganas de llorar me sofocaban y la causa exacta no sabía, quizás el malestar, o quizás mis sentimiento incoherentes, no lo . Era desesperante — William, me podrías tener el desayuno listo para después. Prometo que será la única vez.

— No te veo bien, muñeca — Acarició con sutileza mi mejilla limpiando los rastros de lágrimas que había dejado. — ¿te desmayaste acaso?

— Me caí al piso porque me levanté al punto de un instante a otro, causando un mareo leve — vociferé tratando de  sonar lo más indiferente posible — Por favor, adelántate, en media hora estoy afuera.

— Ey — me alejó de su pecho y tomó mi rostro con una de sus manos — no estás bien, dime que sucede — le sonreí.

— Si estoy bien — me acerqué a sus labios y lo besé. Su mano viajó a la parte posterior de mi cuello y me sostuvo contra él profundizando el beso. Tan cálido y tranquilizador, me encantaba la humedad que creaba facilitando el roce entre ellos.

Besaba condenadamente bien, sabía cuando ser brusco y ardiente, y cuando no. Era perfecto.

— Saca lo que te pondrás. Llevaré tus maletas al Mark Alfa. Luego iré por tu desayuno — asentí y me levanté junto a él. Respiré profundo pretendiendo calmar las sensaciones extrañas de mi cuerpo ¿Qué me pasa? Solo ayer estaba bien. Los ataques de mis desórdenes alimenticios no eran así y tampoco había ingerido nada pesado para que me sintiera de esta forma. Pero los mareos aún así no tenían sentido, mi anemia ya lo tenía controlado y mi estómago no estaba del todo vacío. Y enfocándome en ello tampoco tenía apetito, pero debía comer algo, porque en la noche no había cenado nada.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora