Operación Salto (III)

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–Je, je, ya están suficiente cerca. Atacaré primero y me llevaré a más vivos– se congratuló una de las sombras, ordenando a una primera oleada que avanzara.

–Je, je. Ese estúpido ataca demasiado pronto. Esperaré a que se cansen y que él agote sus fuerzas. Así me llevaré más vivos y más méritos– planeaba la otra.

En cuanto las bestias corrompidas empezaron a avanzar, los aventureros establecieron un perímetro defensivo. Cabe decir que no estaban muy convencidos de aquella operación, temiendo ser sobrepasados en número, y muchos fruncieron el ceño cuando los vieron acercarse. Pero ya no podían echarse atrás.



La azor sonrió con desdén, o eso sintió la elfa. Varios seres corruptos voladores iban hacia ella, pero no sólo eran algunos niveles inferiores, sino que acababan de alzar el vuelo. Por ello, eran incapaces de alcanzar rápidamente la suficiente velocidad mientras volaban hacia arriba.

Con la ventaja de estar sobre ellos, cayó en Picado, usando Eslalon mientras lo hacía, y esquivando parcialmente a sus enemigos. Tenía la velocidad de su parte, pudiendo maniobrar más ágilmente y colocarse en posiciones ventajosas, así que, aunque parecía esquivarlos, aprovechaba para atacarlos con sus garras y viento.

De los diez que iban tras ella, tres caían sin control, y otros dos tenían heridas graves. Y si bien aún quedaban cinco indemnes, ella no había perdido velocidad.

Sin dejar de acelerar, recorrió un amplio arco en el cielo para dar la vuelta y atacar de nuevo a sus perseguidoras, que no tuvieron opción ante la rapidez de la azor y su maniobrabilidad. Así, mientras ella se jactaba de su pequeña batalla, diez enemigos habían impactado contra el suelo y desaparecido.



Armados con escudos, varios guerreros protegían el perímetro, mientras, detrás de ellos, otros debilitaban a sus enemigos, aunque no los remataban. No entendían muy bien las órdenes, pero las cumplían, pues su comandante parecía tener un plan. De esa forma, estaban ganando tiempo, pero no avanzando en aquella contienda.

Los magos permanecían a la espera, sólo lanzando algún hechizo menor de vez en cuando, algunos de ellos preparados para defender al grupo si llovían proyectiles. Era una situación un tanto extraña, pero no caótica, ya que todo parecía cumplir un propósito. La pregunta que se hacían muchos era cuál.



La escuadra de la lince disfrazada de pantera era la única que avanzaba. Eran algo más de una docena, y miraban a la pantera algo extrañados, pues no parecía haber ningún domador con ella.

No muchos enemigos se dirigían a ellos, pero corrían el peligro de ser aislados en un repentino ataque, así que estaban empezando a preocuparse. No obstante, confiaban en aquellos dos draconianos de un nivel mucho más alto que el resto. Resultaba extraño que estuvieran allí, pero que acababan con los enemigos con suma facilidad.

Inesperadamente, tras caer dos seres corrompidos, la pantera, que había permanecido en la retaguardia, Saltó sobre algo parecido a un búfalo oscurecido, en cuya mandíbula habían crecido prominentes colmillos.

Sin que su enemigo tuviera tiempo a reaccionar, Saltó de nuevo, colocándose tras él, aunque no sin antes haberle Desgarrado durante su estancia en el lomo, añadiendo el efecto de Toque Purificador.

Dicha especie de búfalo corrompido intentó girarse, pero era demasiado lento para dar alcance a la lince. Además, era un grave error dar la espalda a los aventureros, que aprovecharon la oportunidad para acabar con él.

La felina aprovechó la existencia de un amplio espacio libre para avanzar rápidamente, esquivando un par de enemigos con facilidad y evitando los lentos ataques de los árboles corrompidos sin mayores problemas.

Pronto llegó a su destino, e ignorando a una serpiente que se acercaba a ella, dirigió su mirada a lo lejos, hacia el lugar que desde esa posición podía observar con claridad. A través de ella, su hermana descubrió a su objetivo.

Inmediatamente, tres flechas salieron de su arco, dos hacia el blanco cerca de la lince y una hacia el vigilado por la azor. Y, tras ellas, tres más surgieron, esta vez con proporciones inversas.

Tres flechas se clavaron en cada uno de los árboles que tenían un general, aunque en realidad sólo hubiera hecho falta una de ellas.

–¡Ya no están!– exclamó exultante el hada.

–He acabado con ellos– informó la elfa.

Inmediatamente, la información fue transmitida a la comandante, que ordenó cambiar de estrategia y eliminar a los enemigos. Los aventureros no entendían que sucedía, pero lo hicieron más que gustosos. Era lo que querían hacer desde el principio.

Cuando después ésta les ordenó que fueran atacando al resto, pero asegurándose de conservar maná y energía, empezaron a hacerlo algo reacios, pues era peligroso avanzar tan cerca del bosque corrompido. No obstante, pronto comprobaron que no eran atacados, que, de alguna forma, se había empleado una extraña estrategia para paralizarlos.

No sabían que simplemente estaban a la espera de que sus generales les ordenaran atacar, y que dichos generales habían muerto.



La escuadra que iba con la lince había avanzado tras ella, despacio, pues no podían simplemente ignorar a los enemigos. Se sorprendieron cuando ésta volvió, y más cuando siguió su camino, dejándolos atrás. No entendían nada.

–Misión cumplida. Vamos con el resto del grupo– anunció una draconiana al incrédulo grupo de aventureros.

No sabían qué había pasado. Ni por qué aquella pantera había avanzado primero y retrocedido después. Ni siquiera cómo aquello podía llamarse misión. Pero, por mucho que se lo preguntaran, no iban a obtener respuestas.



Cuando lince y azor llegaron hasta su hermana, quizás estaban algo cansados, en especial la felina al haber corrido hasta allí, pero también exultantes. Siempre habían disfrutado haciendo misiones juntas, y eso era precisamente lo que estaban haciendo. A pesar del peligro, o quizás por ello, se sentían sumamente satisfechas.

El vislzar miró a la drelfa y ésta asintió.

–Vamos– dijo ella.

Un nuevo portal se abrió, y las cinco aparecieron en una zona de nivel alrededor de 55, donde otros tres las esperaban.

–Hay uno– informó el hada.

–Hacia allí, uno– repitió la elfa.

Inmediatamente, todos los aventureros que se preguntaban a qué estaban esperando recibieron la orden de ponerse en marcha. La tercera ronda de la Operación Salto había comenzado.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora