Capítulo 13

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Eres mía.

Makis.

Los ojos de Natalia me seguían mirando con esos ojitos de aceituna que brillaban tremendamente como si fuesen dos faroles en medio de la noche, iluminando mi camino a cada paso que daba. Era tan hermosa que apenas podía ser consciente de mis propias acciones, permitiéndome, únicamente centrarme en el dulce chocolate de sus propias pupilas dilatadas.

Su boca quedó entreabierta, tentándome otra vez a hundir mi lengua entre sus labios rellenos y perderme con fuerza en su cuerpo hasta el punto de la inconsciencia. Porque eso es lo que pasaría si volvía a poner mi boca sobre la suya, perdería el control de mí misma y únicamente me detendría cuando ella estuviera entre mis brazos luego de hacerla mía.

—Yo puedo esperarte, Natalia, tengo la eternidad para esperarte. — Susurré con voz temblorosa, entregándome al suave tacto de sus manos frías. — Soy completamente tuya, en este momento y en otro.

Ella me seguía mirando absorta en una especie de mundo alterno en el que parecía completamente perdida, como si tuviera miedo de que las palabras que pudiera decir rompiesen por completo la atmósfera suave que se había instaurado entre nosotras dos. Se veía tan frágil que me daba temor no poder controlarme y terminar por dañarla. Ese pensamiento hizo casi inevitable el querer acariciar su mejilla con dulzura, intentando llevarme conmigo todo ese nerviosismo que la invadía.

—¿Puedes decirme algo? — Susurré con ternura. — Lo que sea, preciosa, puedes decirme lo que sea.

Sus ojos seguían incursionando en los míos con cierto temor, como si realmente no supiera lo que debía hacer o lo que deseaba hacer. Sabía que esa incertidumbre era causada por el miedo que le provocaba tener ese gran paso, así que decidí tomar esa decisión por ella .

Con la misma dulzura que ella me ella me provocaba tener, besé su mejilla para evitar las tentaciones de hacerla mía y sin poder contenerme, besé su mejilla con ternura para dar mi retirada, alejándome de su cuerpo para dejar de sentir su calor contra el mío.

—Espera. — Susurró temerosa, tomando mi mano para evitar que me alejase de ella. — No te enojes conmigo, yo... yo...

Volví para envolverla en un abrazo, besando su cabeza para que dejase de pensar que estaba enojada con ella. — No podría enojarme jamás contigo, preciosa, pero tengo que alejarme de ti.

—¿Por qué?

La voz de Natalia era tan tierna que apenas podía contener esas ganas de besarla hasta que mi propia locura. Estaba demasiado extasiada como para pensar con algo más que escapara a ese llamado de la naturaleza que me empujaba a enrollarme en sus brazos. Solo volví a abrazarla con fuerza, sintiendo como cada vena de su cuerpo latía contra la mía para proporcionarme calor.

—Porque te deseo tanto, que el siguiente beso que te dé, no me permitirá detenerme. — Susurré arrastrando la punta de mi nariz por su cabello. — Todo en ti me llama a hacerte mía de una u otra manera. — Finalmente terminé por jadear mis palabras contra sus labios como si me doliera. — Te necesito tanto porque eres mi otra mitad, pero quiero hacer las cosas bien. Natalia, contigo necesito hacer las cosas bien para que te enamores de mí.

Sus respiraciones pesadas chocaron contra mis labios, provocando que mi lengua terminara relamiendo mis propios labios para grabarme el sabor dulce de su aliento a menta fresca; la deseaba tanto y la necesitaba de tal manera que me dolía cada músculo por tenerla cerca. Y contrario a todo lo que pensé que pasaría, Natalia terminó por sellar mis labios en un beso algo torpe y un tanto suave que hizo remecer mis hormonas.

Me separé abruptamente. — Natalia, no...

—Makis. — Sus manos tomaron con suavidad mis pómulos. Estaban frías. — Quiero... quiero hacer esto, quiero hacerlo si es contigo.

Mi Luna. - (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora