Capítulo 12: Olvida el secreto

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Las semanas comenzaron a volar. Entre que mis clases se volvían más demandantes y Adeline se preparaba para su exposición, a penas y tuvimos tiempo de calidad para compartir. Nos veíamos diario, vivíamos juntas, dormíamos en la misma cama, pero ni si quiera teníamos oportunidad de mantener una conversación realmente larga. Aún así, los momentos en los que existíamos en sintonía eran perfectos.

Las cosas comenzaron a dejar de complicarse hasta el punto en que sentíamos que llevábamos toda una vida juntas. Nos sincronizábamos perfectamente, y tan solo, con el paso de los días, me veía más tranquila y segura de lo que deseaba. Tal vez no la amaba como me gustaría, los fantasmas del pasado aún me perseguían, pero cuando estaba en su presencia parecía que ellos no podían tocarme ni hacerme daño alguno. Todo en mi cabeza comenzaba a aclararse y me sentía en casa a pesar de las millas de distancia, advertía que alguien familiar me hacía compañía por primera vez, y era una sensación agradable después de un largo tiempo.

Como dije antes, para que esto sucediera tuvieron que pasar semanas y hubieron ciertas batallas, comenzando con que Adeline aún no se sentía cómoda haciendo nuestra relación pública. Le intenté tener paciencia, pero el no poder tomarla si quiera de la mano se volvía un fastidio. Comenzaba a sentirme escondida. No parecía real que fuera mi novia porque para todos los demás solo eramos buenas amigas. Golpeé la mesa. Seguía dándole vueltas una y otra vez a lo mismo. La amaba, pero me hacía enfurecer cada segundo que el pensamiento volaba por mi cabeza. No me gustaban las relaciones en secreto. Siempre iban mal  y no quería que esto fuera así nuevamente. Tomé el lápiz que yacía en la mesa y comencé a hacer anotaciones en el libro frente a mí. Tenía que cambiar los hechos, porque si de algo estaba segura era de que la historia servía para evitar problemas futuros que mostraban los mismos síntomas. ¿Pero cómo? Entendía que Adeline no se sentía segura para salir del closet y sacarla yo misma no era una opción coherente. ¿Tendría que esperarla por siempre? De pronto una chica cayó en mis piernas y se colgó de mi cuello. Apreté el lápiz y le rompí la punta. Estaba tan metida en mis pensamientos que ni si quiera me había percatado de que mi novia había bajado las escaleras y se había lanzado sobre mí.

–¡Adeline! Casi me causas un paro cardiáco.

–Huh, ¿que no me has escuchado bajar? Con el ruido que he hecho. Perdón hermosa, no quería asustarte. ¿Si te doy un beso se arreglará? – Ella se acercó a mí, pero inconscientemente la moví hacia un lado y me levanté de mi lugar.

–No todo se repara con un beso Adeline. – Dije con voz seria.

–Yo lo sé. ¿Estás de malas?

–Estaba estudiando y de repente has caído de quien sabe donde. ¿No estabas ocupada como siempre? – Addie se desvaneció en el sillón y quedó recostada totalmente.

–Sí, me he cansado, quería invitarte a comer algo, pero veo que no estás de humor. Tant pis, j'irai toute seule. – Se cruzó de hombros y cerró los ojos. Luego abrió uno solo y me jaló de la playera hacia ella casi haciéndome perder el equilibrio. –¿No dirás nada?

–¿Qué quieres que diga? Si deseas ir sola, adelante, yo tengo mucho que estudiar.

Adeline me jaló con más fuerza, intenté resistirme, pero ambas sabíamos que ella era mucho más fuerte. Finalmente quedé tumbada sobre su cuerpo y me abrazó con calidez. Comenzó a pasar sus dedos por mi cabello suavemente y posó su barbilla sobre mi cabeza. Me terminé dejando llevar por el momento.

–¿Estás mejor? –Susurró para no romper la atmósfera.

–Eso creo.

–¿Me dirás qué sucede?

–No.

–¿Me acompañarás a comer?

–¿Podemos ir por un helado luego?

FranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora