• CAPÍTULO 12 •

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>Evan<

—Tengo hambre —Me levanté a pasos torpes hacia mi escritorio donde se encontraba la caja que contenía mi comida chatarra—Tenemos dos opciones.

—¿Cuáles?, porque también me muero de hambre.

—Comer un paquete de galletas entre los dos o pedirle a una enfermera que nos traiga algo de comer —Me senté de nuevo, aún no podía respirar muy bien y menos si me agitaba con todo.

—Tengo más hambre, no creo que cinco galletas sean suficientes.

Cuando regresé la caja a su lugar, una pequeña nota escrita con lo que supuse un plumón azul se encontraba a lado de un rosario plateado.

"Que tus actos no sean condenados y que puedas entrar al paraíso del señor", estaba escrito en manuscrita y abajo en color negro, tenía otro mensaje.

"Escaparte no solucionará nada, yo no críe a un hombre que aparenta ser un ladrón que escapa como si hiciera algo mal, Evan date cuenta de los pecados que estás haciendo y más con ese supuesto amigo"

—Al parecer tu mamá me dejó un mensaje —Me mostró un pequeño papel doblado exactamente por la mitad como ella solía dejarlos—, aún no lo he leído, ¿Qué supones que diga?

—¡No, no lo leas! —Intenté quitarle la nota y solo alzó la mano impidiéndolo.

—¿Por qué?

—Porque no —Me subí en la cama intentando quitarle la nota—. Por favor dámela.

—Solo te estoy preguntando algo, te la daré hasta que me digas por qué no quieres que la lea —Se hizo bolita y colocó sus manos en el pecho guardando la hoja, entré ellas.

—Tú solo dámela —Me subí encima de él— ¡Ramiro, por favor!

—¿Qué te pasa? —Intentaba separar sus manos para obtener lo que quería, pero se dio la vuelta—. Evan te vas a lastimar, tranquilízate.

—Maldita sea, Ramiro —Me acerqué lo más posible a su cuerpo e intenté llegar a sus manos, mi estatura y fuerza no ayudaban y no quería intentar algo más por miedo a lastimarlo.

—¿Qué te pasa? —No sé cómo lo hizo, pero terminé debajo de él y con mi pecho moviéndose frenéticamente— es solo un papel.

—No entiendes, ¡No es solo un maldito papel! —Comencé a angustiarme y con muchas ganas de llorar, mi madre era capaz de hacer que las personas se alejaran de mí por solo catalogarlas como dañinas—. No quiero que lo leas, ella suele ser muy directa.

—¿Qué te sucede?, ¿Por qué vas a llorar? —Contuvo mis brazos con fuerza.

—No quiero que leas el mensaje, no lo hagas, por favor.

—No te comprendo —Me miraba totalmente confundido y sin burlarse—. ¿Puede ser tan malo lo que diga?

—Quítate, me estás lastimando el costado —Intenté liberarme, sin embargo, solo logré quedar en otra posición más incómoda—. Ya haz lo que tu estúpida gana quiera.

—Perdón. Ten, si no quieres que la lea, no lo haré.

—Gracias —La tomé aún molesto por las palabras de mi madre—. Soy dramático, ¿verdad?

—Un poco —Se sentó a mi lado con su playera toda arrugada gracias a mí—, sinceramente un mucho.

—Mi madre a veces dice cosas que provocan que las personas se alejen de mí o que las hacen sentir mal.

—Yo no lo haría, estúpidas las personas que se alejen de ti.

Con eso me di cuenta de que no haría algo que me lastimara, Ramiro era mejor que cualquier persona que haya conocido en mi maldita y corta vida.

HASTA EL ÚLTIMO SUSPIRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora