Capítulo 5.-

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Milán, Italia.

Me detuve en la puerta, sorprendidísima ante el enorme ramo de rosas que uno de los empleados del hotel, me habían traído. Tenían un olor maravilloso.
Las recibí y con una sonrisa en la mirada, las coloqué sobre la encimera. Saqué la tarjeta del plástico transparente y la abrí. La felicidad me abandonó el cuerpo.

POR UNA CENA MARAVILLOSA.
WONHO.

Un detalle romántico para un sujeto del cual no me importaba el romanticismo. Dejé la tarjeta en el mostrador como si me quemara. Decidí continuar con mi desayuno, pero el teléfono sonó.

-¿Qué tal está siendo tu mañana?- Era la voz de WonHo.
-¿Cómo pudiste comunicarte conmigo sin pasar por recepción?- corté su tono seductor.
-Hay cosas que se pueden conseguir con los contactos adecuados-. Hubo una pausa-. Quería oír tu voz.
Cerré los ojos y respiré profundamente. Había tenido que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para no ser maleducada.
-Tengo un compromiso.
-¿Te llegaron las flores que te envié?
-Sí. Gracias. No había necesidad.
-Me recordaban a tu vestido.
¿Qué demonios estaba haciendo?
-Disculpe, señor WonHo. Pero no puedo aceptar esta conversación. Estoy comprometida.
Su silla crujió como si él se hubiera levantado.
-Solo es un regalo de un buen amigo.
Hubo otra larga pausa. Suspiré.
-Señor WonHo. Tengo un compromiso-. Colgué. Me puse de pie y caminé directamente al ramo. Lo tomé y lo arrojé a la basura.



Icheon, Corea del Sur.

Miré por la ventanilla del jet mientras el gran vehículo rodaba por la pista de aterrizaje de un aeropuerto privado. Sonreí ante la vista. En el asfalto estaban WooBin, YiJung, JunPyo y JiHoo. Todos ellos vestidos con su impecable estilo propio tan distintivo. Altos, atléticos y bien parecidos. Habían madurado justo como lo haría un buen vino. Estaban de pie, recargados sobre sus exóticos autos deportivos.

Me detuve en la plataforma mirándolos. Podría tomarles una fotografía y sabía que ganaría mucho dinero con ella. Bajé el primer escalón y WooBin se echó a andar, descruzando los brazos cuando estuvo al pie de la escalera. Sentía la intensidad de su mirada siguiéndome todo mi descenso, provocándome cosquillas en la cadera.
Me había puesto mis larguísimas botas Tamara Mellon. Unos jeans ceñidos, blusa básica y una de las chaquetas de corte motociclista que mí prometido me había "prestado" el año pasado.
WooBin me tomó cuando estuve en el último peldaño, apenas me vio estable. Selló su boca con la mía, importándole poco nuestros espectadores. Me rodeo la cintura y quedé suspendida en su abrazo, con los pies despegados del suelo. Me acoplé a él.

-¡Consíganse un cuarto!- bramó JunPyo desde alguna parte de nuestras espaldas. YiJung emitió un agudo silbido. Me importaba poco el espectáculo que estuviéramos dando. Jamás podía rechazar a WooBin. Cuando nos separamos me rodeó la cara con las manos y me acarició las mejillas con los pulgares. Luego, me besó la punta de la nariz.
-Yo también te extrañé, cielo.
Mi voz lo hizo sonreír.
-Nena- YiJung me llamó por una de las pocas palabras que sabía en español, acercándose a mí con una leve sonrisa en su atractivo rostro-. Me alegro de verte- Tomó mi mano y le dio un beso a mis dedos. Acomodó mi cabello detrás de la oreja. Solté una risita. Sabía lo que estaba haciendo.
-Largo- exclamó WooBin
-Oye, que no soy un perro- soltó YiJung mirándome divertido-. Se ha pasado todo el tiempo suspirando por ti. Me alegra que ya hayas llegado para liberarnos de su agonía.
El siguiente fue JiHoo.
-Hola guapa-. Cuando alzó ambas manos para tocarme la cara, WooBin levantó inmediatamente un brazo entre nosotros.
-Ni se te ocurra- advirtió. JiHoo se fue complacido de hacerlo enfurruñar.
JunPyo fue más serio.
-¿Te fue bien?- siempre se refería a mi de una manera más cortante, su falta de brusquedad en lugar de alegrarme, me preocupó.
-Supongo que mejor que a ti, sí.

Uno en un millón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora