Te quiero

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-Sé que odiamos levantarnos temprano en sábado para ir a la clases y también sé que aveces postergamos mucho la alarma, pero ¿Cuantas veces le picaste al botón de "aplazar", Scarlett?

La voz de Joseph se sentía tan lejos, le tenía en frente y no podía enfocarme en él. Había llegado casi una hora tarde a mi ensayo, mi profesora estaba furiosa, fue exigente e implacable conmigo, pero su trato ni si quiera me molestó, estaba demasiado cansada como para enfocarme en algo tan irrelevante.

-Sólo tuve algunos imprevistos para llegar, Joseph. -Mentí.

-Rubia, mentirosa. -Me acusó con su dedo.- Eso es imposible, porque no te tarda ni cinco segundos chasquear tus dedos y llegar al estudio. -Susurró lo último con cierto temor de ser escuchado.

Había pasado toda la noche en el bosque y había llorado hasta quedarme dormida. No puedes entender lo que se siente dormir por horas y aún así sentirte cansado porque tu cerebro no hacía más que pensar en tu dolor, si no lo has vivido.
Estiré por última vez mis torso antes de ponerme de pie, no veía la hora de irme del estudio y llegar a abrazar las sabanas de mi cama.

-Creo que ya me iré, la clase ya acabó. -Le comenté a Joseph mientras quitaba mis desgatados zapatos de danza de mis pies.

-¿Enserio? Estuviste toda la semana diciendo lo mucho que deseabas quedarte horas extras en el estudio para pulir tu parte del dueto. -Refutó.

-Si, pero no tengo muchas ganas de hacerlo hoy.

-Podrías ser mejor que Alyssa, podrías incluso ser mejor que cualquiera de las bailarinas del estudio, pero no lo eres porque no quieres.

-¿A qué a venido eso Joseph? -Cuestioné con una presente indignación en mi tono.

-Me gusta bailar y tengo talento, pero tú...-Se tomó un tiempo para medir sus palabras y encontrar la forma correcta de expresarme lo que pensaba. - Scarlett tu naciste para esto, incluso cuando no te esfuerzas, sigues siendo mejor que la mitad de nosotros, alguien en esta vida te ama demasiado, porque encontraste "lo tuyo" y tienes el privilegio de experimentar lo que se siente hacer algo bien.

-Joseph, yo...

-No me interrumpas, Scarlett. -Ahora la indignación estaba en él.- No conozco ni la mitad de tu historia, no sé todo por lo que has pasado, ni cuanto daño han podido hacerte, ni si quiera sé que pasó ayer cuando me fui como para que hoy estés así, lo que si sé y de lo cual tengo certeza es que tienes un gran talento y no deberías dejar que nada te impida ser la mejor en todo lo que haces, lo que para ti puede ser mediocre o "normal", muchos lo pueden ver como su meta y a ti como un ejemplo a seguir, nunca entregues una parte de ti, cuando lo puedes dar todo.

Las palabras de Joseph no eran duras y sabía en mi corazón que tampoco eran malintencionadas, ¿Cómo podían serlo? él estaba alagando mi talento y quería impulsarme a ser mejor, pero justo en este momento, se sentían como una bofetada en el rostro, quiero atribuir mi reacción a los sucesos de la noche anterior, quiero pensar que en verdad no actúe como una niña sensible, que que solo fue un reacción a todo lo que había estado ocurriendo y que esa lágrima que se escapó de mis ojos, recorriendo todo el camino hasta mi barbilla, sólo se había escapado y la que le seguió y todas aquellas que llegaron después.

-Oh, no, porfavor no llores. -Desde su voz se escapó un ruego.- Nunca sé que hacer cuando alguien Llora.

-Perdón, es sólo que tienes razón. -Susurré ya con mi voz bastante quebrada.- Aveces me canso y me desenfoco, hay mucho que quiero hacer, pero demasiados baches y no lo digo por los últimos días, llevo la vida así.

Siempre sentí que pensar en mí y en mis sueños era algo egoísta. Joseph tenía razón, si yo en verdad lo intentara podría ser la mejor, pero siempre pensé que no era justo con los demás, para mí era demasiado fácil bailar, yo era la nieta del músico original, el ritmo estaba dentro de mí. Saber que había gente como Joseph viéndome y creyendo en mi talento, era un nuevo miedo, pero a la vez era una de las sensaciones más bonitas.

El mago se acercó a mí y me rodeó con sus brazos, yo sólo me refugié entre ellos buscando la manera de recuperar la compostura, no me gustaba llorar frente a las personas, yo era más del tipo de personas que consolaba.

-Perdón, rubia. No sabía que te afectaría tanto mis comentarios, realmente lo siento. -Me susurró al oído.

-No, tú tienes razón, sólo que no estoy acostumbrada a esto. -Admití secando mis lágrimas con mis manos en un intento de dejar de llorar.-Si me han abofeteado con la verdad en el pasado, pero no porque crean que puedo hacer algo mejor, no querían que creciera, querían destruirme.

-¿Con qué tipo de gente te has estado juntando, mi rubia? -Susurró con demasiado cariño.

Las ganas de empezar a llorar me volvieron a embriagar, pues a mi mente regresó el recuerdo de la noche anterior y de cierta forma era bastante difícil pensar en qué esas personas con las que me "juntaba" y me hacían daño, eran mi familia.
Sólo negué con la cabeza. En un acto bastante dulce, llevó sus dedos detrás de mi oreja, trazando con su yema cada uno de mis mechones.
Yo dirigí mi mirada a sus ojos, las palabras se me quedarían cortas al describir lo que sentí en ese momento. Hasta ese punto no tenía muy claro lo que sentía por Joseph, pero en el momento en él que me sonrió, entendí que le quería, éramos amigos si, pero también se había convertido en un fuerte golpe de humanidad en mi cara. Siempre me enseñaron que el mundo espiritual era más real que el mundo físico que vemos, me enfoqué tanto en lo que no veía y me perdía que lo que tenía enfrente.

-¿Estás bien, Scar? -Cuestionó en un susurro sonriendome muy sutilmente.

-Siento que ahora si lo estoy.

Había algo en su sonrisa que te generaba paz, los que me conocen siempre me han dicho que no era más que la idealización que tenía de Joseph, pero justo ahí y en ese momento, sentía que todo iba a estar bien, era extraño... siempre tuve una casa, pero no un hogar, hasta que Joseph me sostuvo entre sus brazos, ahí todo cobró sentido.

Llevó una de sus manos a mi mejilla y la acarició muy sutilmente con la llema de sus dedos, sentí como mis mejillas ardían a causa del tono carmín que las cubrió. Desvié mi mirada al suelo, un poco apenada, pero él tomó mi barbilla para que pudiese mirarlo. Mi corazón estaba acelerado, ¿Porqué estaba tan nerviosa?
Volvió a sonreír al mirarme, parecía como si se debatiera internamente de que hacer, pude notar como su pecho subía y bajaba, estaba tomando aire, quizás él también se quería relajar.

-¡Scarlett! -Chilló en un grito que me hizo sobresaltar.- ¿Qué haces sin zapatos de danza en mi piso? -Cuestionó la señorita Anne con indignación.

Me alejé sobresaltada, con un brinco, de Joseph. Me sentía avergonzada y no estaba muy segura de que me apenaba tanto. Joseph también se removió algo incómodo.

-¿Nos vamos? -Cuestionó.

-Pero, por supuesto que si.

Las calles de Londres, en esta época del año, casi siempre estaban frías y ese clima y yo no tenemos la mejor relación. Joseph lo notó y en un acto bastante sorpresivo, se quitó su chaqueta del equipo de fútbol y la colocó sobre mis hombros. Joseph nunca se la prestaba a nadie y aunque fuera algo pequeño y tonto, para mí era el gesto más lindo.

-¿A dónde iremos? -Cuestionó.

En ese momento recordé que tenía algo pendiente con Joseph, le había asegurado a mi padre que Joseph era alguien a quién le enseñaba danza y hasta el día de hoy no había logrado cumplir eso, si no lo hacía le habría mentido a mi padre y nunca lo había hecho.

-Te ayudaré a convertirte en el mejor bailarín. Iremos a ensayar.

-¿Qué? -Se sobresaltó Joseph.- Acabamos de salir del estudio, ¿Porqué salimos para volver a entrar?

-¿Quién habló de practicar en el estudio?

Su desconcierto me pareció tan cómico, tomé su mano y empecé a correr.

-¿A dónde vamos? -Cuestionó.

-A donde nadie nos vea.

ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora