A los pies del escritorio de un borracho

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La noche se había puesto desde hace ya mucho rato, en la extraña isla de nunca jamas, pero esto no era un impedimento real para el caprichoso y malcriado peter pan, quien después de una tarde haciendo y deshaciendo por casi toda la isla y pasando un buen rato en compañía de las maliciosas sirenas a las orillas de sus lagos, a este muchachito desprevenido por accidente se le atoro la sombra en una rama camino a su guarida, esta se despejo y voló como si fuera un rayo a donde se le antojara después de buscar casi hasta la media noche, la gigantesca luna se destapo entre las nubes dejando ver a las orillas del mar meneándose de un lado a otro, el gran barco del torpe y lento capitán garfio, en donde ahora la sombra de peter voló como forma de retarle, pero este chico no se preocuparía tanto por entrar en lugar ajeno y como si fuera casa propia, busca y rebuscó entre cada partícula de polvo a esa malagradecida sombra y como capricho del destino y ganas de prestarse de la sombra, se escabulló por deja bajo de la puerta del camarote del capitán, donde se oían notas desafinados, tanto que peter cubrió sus oídos con disgusto, pero aun así eso no le quito la sonrisa sedienta por un poco de caos nocturno, ya que después de todo llevaba ya meses sin saber de ese desgraciado hombre y no estaría nada mal arruinarle la vida otro poquito, las manos del chiquillo diestras en ese arte lograron abrir la puerta del camarote, que desentonaba por completo con el sucio y algo viejo barco, un camarote iluminado entre sedas y trajes de colores diferentes que el chico solo veía de lejos, cuando estos hombres hacían sus fiestas de adultos cosa que a pan le parecía repulsivo, entre todo el bien vestido lugar, el sombrero del capitán estaba tirado a los pies donde ahora flotaba pan, el sonido de los mil diablos no se detenía y entra la oscuridad una pequeña flama alumbraba de manera algo lujebre al decaído hombre, pero no solo a el también a las botellas mensajeras, que pan recogía para llenar de conchas y arena, la cara algo demacrada de garfio se encontraba algo extraña y desconocida, con una emoción que el caprichoso pan no entendía, el garfio del hombre brillaba ,alumbrando los ojos del chico, decidió dejar de flotar y comenzó a caminar haciendo crujidos en la madera de caoba de los pisos llenos de agua que olía a diantres, entre tanta botella y colillas de puro, el chico solo consiguió arcadas, por culpa del olor a humo, apenas y entendía lo divertido de fumar esas maderas humeantes, entonces entre la silla donde descansaba garfio la sombra se unió a sus pies y miro hacia arriba y el capitán hacia abajo, peter que se encontraba curioseando y burlándose de cada prenda y zapato extraño, no se percato que el viejo capitán se paro y con espada en mano, se le presento un borracho y desconsiderado hombre, pero aun con esto no perdió el porte de elegancia que lo distinguía entre la porquería de piratas que decían ser mejores, riéndose de los trajes del hombre estaba cuando vio una sombra que traspasaba su altura por mucho y que ahora cubría todo su cuerpo, cualquiera hubiera temblado pero este chiquillo no, salto por arriba del capitán dispuesto a esquivar su agarre, cuando con una fuerza nunca antes sentida tomo su descalzo pie y con un solo movimiento asoto al niño contra el piso, resonando un crujido y un chillido por parte suya que ahogo el lugar, el silencio por el shock se hizo presente, sentía sus costillas comprimidas por el frente del ropero y su cara callo entre los abrigos lastimándolo con las evillas de oro que algunas tenia, por un momento tenue su tiempo se detuvo y lo único que podía mirar era la negrura del ropero.

Aun con el pie del niño en garfio, descubrió una faceta nunca antes vista, "seguía siendo un niño como hace ya mas de 100 años", susurro su alocado pensamiento, había algo que pan nunca probo en su vida, solo conocía el odio incomprendido hacia los adultos, pero nunca degustó de la terrorífica fuerza de uno de estos, siempre con maromas volando y realzando sus movimientos, jugando con la espada de manera orgullosa, solo encuentros permitidos y dignos del orgullo caballeroso de este hombre, fueron una de sus muchas peleas, el silencio no pudo ocultar mas las bocanadas de aire junto a los suspiros, en un intento vago por no hacer ni un solo ruido, podría estar retorciendo del dolor mas este orgulloso chiquillo de armas tomar no dejaría que lo vieran débil, si algo aprendió viviendo tanto tiempo en el bosque, es que el ciervo por mas herido que este nunca dejara de correr, su pie callo en contraste a su cabeza, la mano y el garfio pesados del capitán levantaron a pan, lo volteo quedando cara a cara, su cabeza se echo para atrás en señal de cansancio, su cuerpo estaba en shock y su respiración parecía ronca, pero algo que nunca cambiaría era esa mirada desafiante y esos ojos llenos de odio que alguna vez fueron amables compañeros de juego, pero el pasado al polvo y el presente ahora era tan filoso e impredecible como la cordura de este hombre,

-"peter", así esta bien verdad, alguna vez me dijiste que me dejara las formalidades para los tipejos de la realeza, no?, querido amigo mio,- camino con el chico cargándolo por la habitación, para detenerse en los pies de su escritorio.- bueno pequeño niño esperanza el día de hoy te voy a enseñar las formalidades de los tipos de la realeza, Odiarás esta noche, como amas a tu querida wendy.-toma una botella de ron sin abrir, el reflejo de las velas pego hacia sus ojos los cuales se tornaban rojos carmesí, igual que las gotas que destilaba la cien del pequeño maravilla.

una sombra traviesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora