Esta situación a continuación no viene con la intención de hacerte llorar o ponerte triste. Simplemente está escrita con el único motivo de abstraerme de la escena completamente. Estoy harta de revivir constantemente los mismos sentimientos, y sentir siempre el mismo dolor, harta de haber perdido la mitad de mi rompecabezas, y no encontrar las piezas para volver a armarlo, harta de simplemente sentirme mal.
"No ves que no me interesa"! Gritó él, acercándose cada vez más a ella. "No me interesa nada, ni tú, ni tu vida. ¡Nada"! Volvió a gritarle como si para ella ya no era suficiente escucharlo por primera vez.
"Si tan poco te intereso, que sigues haciendo aquí", dijo, sin tartamudear, intentando parecer lo más fuerte que podía, pero la verdad es qué pasando cada segundo, el hueco en su pecho se volvía cada vez más grande, dejándola sin aliento.
"Tienes razón, me iré, esto de acá, igual nunca me significo nada", dijo cogiendo su chaqueta de cuero y dirigiéndose a la puerta.
Sus palabras la dejaron desconcertada. Como si estuviera en la parte más honda de la piscina, intentado llegar a la superficie que cada vez se volvía más lejana. Sus manos se tornaban húmedas y sentía como su corazón se aceleraba, con cada paso que el daba hacia la puerta.
Y ella por más que intentaba pronunciar alguna palabra, todas se quedaron atracadas en su garganta. Y lo único que ella quería era ir y abrazarlo, tragarse su orgullo y repetirle continuamente que no cruce esa puerta, que no la deje caer, que la acoja en sus brazos y le repita interrumpidamente cuanto la amaba.
Y cuando el finalmente cruzó esa puerta, el cristal cayo, rompiéndose en millones de pedazos, destruyéndose hasta no quedar rastro. Por último dejo caer sus paredes, se acurruco en una esquina de su sala y dejo caer las lágrimas contenidas, sollozando y temblando como un niño perdido en una noche oscura. Al otro lado de la puerta se escuchaban los truenos y la lluvia, como si el mundo estuviera compartiendo su sufrimiento, llorando con ella.
Cada día ella se acordaba de él y de su peculiaridad y por más de que intentaba no podía evitar caer profundamente en sus recuerdos. Pasando los ojos por cada esquina de su sala, de su cuarto reviviendo cada segundo pasado con él. Se frustraba cada vez que sus pensamientos se desviaban en su cara, sus labios, su sonrisa, porque, aunque el haya sido el motivo de tanto dolor, ella no podía encontrar ni una razón para odiarlo.
Hasta que un día, todo pareció cambiar, como si esa noche no le pertenecía a él, pero a ella, nada de él parecía existir, todo lo que ella creía extrañar, no podía pensar en algo, el sonido de su voz estaba silenciado a un zumbido inexistente y cuando cerró los ojos, las lágrimas no cayeron.
De alguna manera se sentía culpable por ya no estar herida, al final de cuentas lo último que ella quería hacer era olvidar el amor que antes flotaba entre ellos. Él era alguien, quien ella quería amar para siempre. Pero tenía que aprender a dejar ir cuando el amor empezaba a sentirse solitario.
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Temo que estoy empezando a olvidarte
Short Story"Si tan poco te intereso, que sigues haciendo aquí" dijo sin tartamudear...