Capítulo I

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Stephanie se levantó temprano, incluso antes que la alarma sonara, como siempre al despertar deambuló por todo el apartamento hasta llegar al baño que estaba en su habitación.

Llegó al lavamanos como pudo, abrió el grifo del agua y se lavó la cara para despertar completamente, se sentó en el sanitario y desocupó su hinchada vejiga, después de ello se metió a la ducha y duro cerca de veinte minutos, el agua fría despertó su sentido de urgencia, tenía que ir a una entrevista ese mismo día y por lo que leyó en el periódico habría una larga fila de aspirantes.

Se puso la ropa que había dejado lista en el baño la noche anterior, una camisa blanca manga larga, chaqueta y falda en corte A negra hasta las rodillas, no se había lavado su cabello negro lacio que le llegaba hasta más abajo de los hombros, para que su secado no le retrasara, era consciente de ser bastante lenta en las mañanas.

Se calzó sus tenis y colocó sus zapatos altos en el bolso, ropa y libros en la maleta de la universidad, a sus veintinueve años no había terminado la carrera que había escogido hacía apenas un par de años.

Esperó el bus en la parada, y se subió a él con cientos de personas más, en una caja de lata que había sido construida para transportar apenas a unas cuarenta. Tardó casi dos horas en llegar a su destino. Por su esfuerzo, había llegado justo a tiempo.

Se registró en la recepción y antes de subir al piso que le habían indicado, entró a los baños para cambiarse los zapatos, aprovecho para peinarse nuevamente y atar su cabello en una cola de caballo, se miró al espejo y decidió ponerse algo de maquillaje, aunque no es que es usara mucho. Puso corrector debajo de sus ojos cafés claros y brillo en sus labios, un tono fresa que combinaba perfecto con su piel pálida.

Esperó toda la mañana a que la llamaran, mientras utilizaba los libros de texto para estudiar, pronto tendría examen. Tuvo que volver a poner los libros en la maleta porque no sé lograba concentrar, las personas que estaban esperando con ella hablaban en susurros preguntándose porque la tardanza y si iban pagarles por ello. Ella solo suspiraba pensando en que el dueño de la cafetería donde antes trabajaba le pagaría la semana para que ella pudiera conseguir otro empleo, el hombre había decidido retirarse y como ninguno de sus hijos deseaba seguir con el negocio, lo había cerrado, pero Step se había ganado el cariño de los ancianos y habían resuelto eso.

–Stephanie Díaz– Se asomó una mujer seria, de unos cuarenta, tenía el ceño fruncido, probablemente tenía un mal día.

La menciona se pone en pie y la sigue.

–Buenos días– Saluda la pelinegra.

–Si, si, pase... ¿Por qué quiere el empleo?

–Bueno, actualmente estoy estudiando psicología en la universidad, y me gustaría poder trabajar para su empresa– ¡Mierda! Pensó la chica, no recordaba cual era el puesto que ofrecían, ni que función tenía la empresa para la sociedad... Ni siquiera podía recordar el nombre de la empresa...

–¿Todavía en la universidad a tu edad? ¿Por qué?

–Primero tuve que trabajar y ahorrar para pensar en estudiar, además no sabía que carrera escoger. No tengo ayudas económicas así que tengo trabajar para pagar mi carrera, pero me quedé sin empleo.

–Oh, bueno eso es todo, la llamaremos para comunicarle la decisión de la empresa.

–¿En serio? ¿Eso es todo?

–Si, lamentablemente tuvimos que empezar tarde por una situación complicada desde presidencia, y considerando a todos los aspirantes, no terminaremos hoy si hacemos entrevistas normales, además se llamaron a más personal para hacer las entrevistas... Mírame soy contadora y aquí estoy– Sonrió.

Una madre para Nathan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora