Fyodor es de esas personas enigmáticas y reservadas, que solo sonríe con complacencia y no te da espacios para equivocarte. Entonces tú obedeces y le sigues el juego y estás un poco harto de todo. ¿Y realmente es necesario tener que partirse en dos por él? O en tres o en cuatro o en mil pedazos y hacer un show de tu alma expuesta ante esos ojos desafiantes e impregnados de un disfrute que limita lo sádico. O caer del cielo y ahorrarse la tarea de contar.
Fyodor destruye todo lo que toca y la sangre, que explota frente a él, no salpica su ropa ni su rostro y parece a propósito, como si nada quisiera rozar ni por accidente el cuerpo de ese demonio sin compasión. Nikolai se pregunta, entre las millones de voces que tiene en su cabeza, qué se sentirá tocarlo, qué se sentirá ser su enemigo. Que lo mire como mira a Dazai, que sea lo único en la mente de Fyodor.
Sus manos —las de Dos-kun—, se mueven guiando el arco del violonchelo y la música es hartante, agotadora y repetitiva. Nikolai aplaude, sonriente y con gracia. Se acerca escupiendo algunos cumplidos vacíos y Fyodor, dejando el instrumento y cruzando sus piernas, le sonríe de vuelta. Nikolai se pregunta, con el sonido de un vals distorsionado en su cabeza, qué pasaría si toma las manos de Fyodor, qué pasaría si le borra esa sonrisa de la boca. ¿Moriría? ¿Su habilidad siempre está activada o elegiría a sus víctimas?—. Dos-kun, mi preciado Dos-kun —susurra.
Fyodor acentúa su sonrisa traviesa y eleva la vista hacia él. Sus penetrantes ojos carmesí observan el de Gogol—. ¿Por qué soy preciado? —interroga con genuina curiosidad.
Nikolai se estremece, se derrite—. Porque cuando estoy contigo el mundo podría ser destruido y no me importaría.
Fyodor se pone de pie y sutilmente lo enfrenta—. Eso no es una razón, es una creencia. ¿Debo reformular la pregunta? —Sus labios se mueven y Nikolai baja la mirada hacia ellos; tienen un tinte pálido y suave que combina con su piel fría. Nikolai traga saliva porque sabe que está perdiendo.
—¿No es suficiente con decirte lo mucho que me gustas? —responde, abriendo y cerrando sus puños porque sus dedos están inquietos y algo cosquillea en todo su cuerpo—. Quiero decir, Dos-kun, no necesitas una razón para eso.
—Tu… si buscas bien, podrías encontrar una razón que desplace tus creencias ¿no sería eso algo desafortunado para mí? —Fyodor interroga moviendo su cabeza hacia un lado en símbolo de inocencia.
Nikolai abre su orbe amarillo como la miel—. ¿Tienes miedo de que mi devoción cambie si encuentro algo que me desagrade de ti?
Al oír la pregunta, aquel demonio comienza a reírse a pocos centímetros del cuerpo de Nikolai. El sonido de su risa brota de una manera juguetona y delirante, sus ojos se cierran y sus hombros se mueven al compás. Gogol comienza a reír también, sin embargo, en ese momento Fyodor se detiene y lo mira engreído y con burla—. Shh… —murmura levantando el dedo índice a la altura de los labios de Nikolai, sin tocarlo. Él se calla en seco y no se atreve a moverse, el cosquilleo resurge en su garganta y desea morder y lamer ese dedo frente a su boca.
Fyodor continúa—: Estoy jugando contigo.
—Lo sé —contesta bajito. La impaciencia por tocarlo crece desmedidamente, ¿qué cara pondría Fyodor si lo toca? Le gustaría ver su expresión y saber lo que sucede en su cabeza. Nikolai es capaz de obtener todo de una persona con solo observar sus reacciones y expresiones, le divierte poner a prueba a los demás, pero Fyodor Dostoyevski es un enigma constante, tanto sus palabras como sus gestos no son ni más ni menos de lo que él pretende comunicar. Así que, para Nikolai, Fyodor es un desafío. Uno difícil y satisfactorio—. Eres único, Dos-kun.
Nikolai no lo duda, ni un fragmento de su cuerpo titubea cuando toma el rostro de Fyodor entre sus manos y lo besa. Lo hace sin ningún tipo de arrepentimiento; si muere ahora lo haría con la sensación de los labios contrarios y eso sería, dentro de todo, lo más cercano a la perfección.

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Kontakt #FyoGol
FanfictionPara Nikolai, destruir el mundo junto a Fyodor nunca se sintió tan perfecto como ahora. ✿ 2200 palabras.