Una historia entre dos almas gemelas tan inteligentes para saber reconocer sus sentimientos y diferencias, con bastante tacto para tratar de hacerlo funcionar para ambas, pero lo suficientemente desesperadas como para no perder el tiempo y enfrentar...
No quiero estar encerrada en casa pensando en lo mucho que me gusta y me jode Piper al mismo tiempo, así que me preparo para pasar mi día libre lejos de cualquiera. Lo único que me apetece, como se lo he dicho a Artesian entre platicas triviales, es volver a ese bar donde Piper y yo nos conocimos. Conocí también a Nicky, la mujer dueña del bar, y creo que tiene potencial de ser una buena amiga, y me ha insistido en que vuelva más usualmente, pero hasta ahora no había podido. Aunque admito que se lo debo por el favor que me hizo de enviar a Piper a su casa cuando estaba ebria con su amiga en ese sitio. Ansiosa recojo mis cosas al terminar la clase pues sé que aún debo ir a cambiarme a casa, no me gusta ir tan formal por ahí todo el tiempo.
Siento la mirada de Piper posarse en mí, pero no la observo para no sucumbir ante su encanto y olvidar mis planes. No he dejado de pensar en sus besos y en lo hermosa que se ve sonriendo en mi departamento, pero tras montones de trabajo, estrés y algunas jugadas algo arriesgadas por su parte en el aula, debo ser un poco prudente. Necesito un día de paz y eso es lo que he decidido que voy a tener. Me apresuro por los pasillos hasta mi auto, introduzco la llave y la hago girar sin querer levantar la vista y afortunadamente lo logro con rapidez. Conduzco hasta mi departamento y no me detengo hasta llegar ahí, subo con rapidez para ponerme ropa más cómoda. En la universidad suelo vestir más formal, eso sin contar que nunca me pongo ropa que deje ver mis tatuajes, no necesito que me juzguen sin ningún argumento más que mi apariencia, así que prefiero ocultar eso de mí, y no es que me arrepienta de hacerme los tatuajes que llevo, pero solo necesito no tenerlos a la visita de miradas curiosas. De todas formas llevo mi infalible chaqueta de cuero, nunca podría salir sin ella.
El camino al bar también es rápido, y me alegra que a esta hora no haya tantas personas que son clientes en el lugar, puesto que hay más oportunidades para estacionarme sin dar tantas vueltas. A penas abro la puerta del bar, las únicas dos personas en su interior me observan por un momento y yo prefiero ignorarlo por completo, avanzo hacia la barra para saludar a mi nueva amiga.
*Nicky: -¡Hey!- Saluda con una enorme sonrisa mientras su cabello alborotado se lleva toda mi atención. -Al fin viniste gafitas.-
*Alex: -Hola Nicky...- Digo con timidez.
*Nicky: -Pensé que los chistes subidos de tono del otro día habían herido tu sensibilidad.-
*Alex: -Eso no fue nada, yo puedo enseñarte mejores chistes.- Me siento en uno de los taburetes y ella me pone una cerveza en frente.
*Nicky: -Así que también eres profesora del humor, ¿eh?-
*Alex: -Apuesto que podría enseñarte unos cuantos movimientos, aunque no pervertidos como tu mente debe estar imaginando.- Me río.
*Nicky: -Eres la fantasía de muchos, pero creo que eres demasiado ruda para mí... Me gustan un poco más... Suaves, ya sabes...-
*Alex: -Sí, creo que tú y yo no congeniaríamos en eso.-
*Nicky: -Tu necesitas solo rubias que sean pasivas, ¿no es así?- Suelta una risita. -¿Dónde está ella?- Me guiña un ojo con picardía.
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